El mapa de Ucrania está cada vez más sitiado y destruido por las tropas invasoras de Rusia. Al menos 2.000 civiles han muerto por los ataques y más de 1,04 millones han huido en calidad de refugiados, reporta Naciones Unidas. Las ciudades más importantes, Kiev o Járkov, son el blanco en el tablero de Vladimir Putin. Pero, Michelle Bachelet, denunció que un pueblo ucraniano, Volnovaja, ha sido aniquilado casi en su totalidad. La alta comisionada de la ONU para los derechos humanos pide el cese de la ofensiva rusa.
Esta localidad, de más de 24.000 habitantes (censo 2014), ubicado al suroeste de Donetsk, ha sido “prácticamente destruido en su totalidad por bombardeos. Todavía quedan algunos residentes escondidos en sótanos”, alertó la funcionaria en un debate sobre el conflicto.
Edificaciones, monumentos, escuelas, hospitales derribados. «La mayoría de las víctimas han sido causadas por artillería pesada, sistemas de lanzamiento múltiple de cohetes y bombardeos aéreos en áreas habitadas. Y tenemos informaciones inquietantes sobre el uso de municiones de racimo (prohibidas por una convención internacional, de la que Rusia no forma parte) dirigidas contra civiles», resaltó.
En una reunión de emergencia del Consejo de Derechos Humanos, solicitada por el Gobierno de Kiev, Bachelet ofreció información reciente recogida por su oficina sobre el impacto del conflicto.
Rusia, destacó, «ha abierto un nuevo y peligroso capítulo en la historia mundial» al atacar al país vecino. Y ejercer «un impacto masivo en los derechos humanos de millones de personas».
En solo siete días más de 2 millones de ucranianos se han movilizado dentro y fuera del país. La mitad se ha desplazado internamente y 1,04 millones han salido en busca de refugio en los países vecinos, según registros de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Y estima que hasta 4 millones de personas podrían abandonar el país si el conflicto continúa.
Bachelet y el ataque destructivo de pueblo ucraniano
La destrucción casi total del pueblo ucraniano denunciado al mundo por Michelle Bachelet, retumba en una localidad de Galicia.
Alina Shatalova es de Ucrania y vive junto a su madre e hijo en A Coruña. Este domingo participó en una concentración en la plaza de María Pita contra la guerra en Ucrania. Y ahora cuenta con angustia y desolación que su pueblo, Volnovaja, está destruido por el ejército ruso. “Mi hermano y su familia están allá, escondidos en un búnker. Aterrados como tantas personas. Cada día hay más víctimas”, relató.
“Todos hablan de Kiev o Járkov, las ciudades, pero nadie habla de Volnovaja, que es un pueblo entre Donesk y Mariúpol, que ya no existe. Está destruido”, comentó a La Voz de Galicia.
Desde el lunes las autoridades abrieron el denominado “paso verde”, para que la gente saliera desde Volnovakha, también en el Donesk, y pudiera huir del país. “Muchos murieron por el camino. Sí, está saliendo mucha gente de Ucrania, pero no de la zona del Dombás. Mariúpol de momento bajó la bandera ucraniana, pero no se sabe cuánto más van a poder aguantar. Están rodeados por los rusos”. Para Alina, su país está demostrando mucho valor, “una fuerza que no se puede describir. Están luchando por nuestra tierra. No queremos guerra”, afirmó.
Entretanto, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución de condena contra el conflicto, con el apoyo de 141 de los 193 Estados miembros. El texto «deplora en los términos más fuertes la agresión de la Federación Rusa contra Ucrania». En violación del artículo 2 de la Carta de Naciones Unidas, que prohíbe a sus miembros a recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza. E insta al respeto de la soberanía, la integridad e independencia política de cualquier Estado.
Bombardeos, negociaciones y muchas amenazas
Mientras se recrudecen los ataques sobre el terreno del conflicto y la comunidad internacional se hace eco de la denuncia de Michelle Bachelet sobre la destrucción casi total de un pueblo ucraniano, los negociadores de las partes se reunieron por segunda vez en Bielorrusia.
Mikhailo Podolyak, asesor presidencial de Ucrania, puso en la mesa de negociaciones tres exigencias. «Alto el fuego inmediato, armisticio y corredores humanitarios para el retiro de civiles de pueblos y ciudades destruidos o constantemente bombardeados».
Poco antes del encuentro, las tropas rusas han entrado en la estratégica localidad de Jersón. Las fuerzas de ocupación buscan allanar el camino hacia Mikoláiv, una gran ciudad de medio millón de habitantes que ya está bajo ataque. Y también tomar Odesa, el principal puerto ucraniano en el mar Negro.
Vladimir Putin advirtió que cualquier intento por parte de Kiev de retrasar las negociaciones solo provocará que Rusia añada nuevas exigencias a su lista de demandas. El ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, detalló el mensaje del jefe del Kremlin. «Estamos dispuestos a negociar, pero continuaremos nuestra operación, porque no podemos permitir que en Ucrania exista una infraestructura que amenaza a la seguridad de Rusia. La desmilitarización será llevada a término con la eliminación de esta infraestructura y armamentos», precisó Lavrov.
El jefe de la diplomacia rusa insistió en que «incluso si firmamos un acuerdo de paz, este deberá incluir obligatoriamente» el punto de la desmilitarización y que Ucrania no entre en la OTAN.
En un nuevo intento por intermediar, el presidente francés Emmanuel Macron, habló por teléfono con Putin. Después del diálogo cree que «lo peor está por venir» pues lo vio «muy decidido». Según el Elíseo, el presidente ruso confirmó su intención de tomar el control del país y expresó que la ofensiva va «según lo previsto».
Lee también en Cambio16.com: