Las autoridades sanitarias de Estados Unidos aprobaron la primera prueba rápida para la detección de la COVID-19. El test no requiere de equipos sofisticado para obtener los resultados. Su precio de venta será de cinco dólares.
Abbott Laboratories desarrolló esta prueba que en 15 minutos arroja los resultados. Con un costo de cinco dólares, la prueba tiene una ventaja competitiva respecto a otros análisis de laboratorio que necesitan ser insertados en una máquina.
La prueba autorizada es del tamaño de una tarjeta de crédito y se basa en la misma tecnología utilizada para detectar la influenza, amigdalitis y otras infecciones.
Una vez en el mercado la prueba diagnóstica busca expandir la realización de análisis en escuelas y negocios que tienen problemas para reanudar sus actividades.
Una segunda opción
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) también aprobó un análisis de diagnóstico de la Universidad de Yale que no emplea algunos de los suministros que han retardado la entrega de resultados.
El nuevo análisis de Abbott Laboratories aún requiere que un profesional de la salud tome una muestra nasal, al igual que otras pruebas de detección de coronavirus.
La prueba de saliva de la Universidad de Yale elimina la necesidad de hisopos, pero únicamente puede ser efectuada por laboratorios de alto grado.
Ambas pruebas diagnósticas tienen limitaciones, ninguna puede realizarse en casa. Esto descarta algunas pruebas caseras rápidas que rondan en el mercado y que no han sido autorizadas.
La FDA señaló que los resultados negativos con las pruebas de Abbott podrían requerir de la confirmación por pruebas de laboratorio en algunos casos, como en pacientes que presentan los síntomas propios de la enfermedad. En general las pruebas rápidas son menos precisas que las desarrolladas por los laboratorios.
La carrera para la vacuna
Cuando el coronavirus comenzó a traspasar fronteras, laboratorios de todo el mundo iniciaron la carrera para desarrollar una vacuna que pueda contrarestar sus efectos.
La pandemia ha dejado más de 824.000 muertos y más de 24 millones de contagios alrededor del mundo, según datos de la Universidad Johns Hopkins.
En total, hay 213 países y territorios afectados por la enfermedad, por lo que hallar una vacuna contra la COVID-19 se ha convertido en una cuestión de máxima prioridad.
Los proyectos en marcha que ya han encontrado un candidato a vacuna son 142 (aún en fase preclínica), según la última referencia de la OMS. Además, hay otros 31 que la han superado y están en fase clínica, con pruebas en humanos. De ellos, seis están en la fase 3, la más avanzada.
Los más conocidos actualmente y que se encuentran en fase 3 son Instituto Jenner de la Universidad de Oxford (Reino Unido), Sinovac (China) y Moderna / Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas NIAID (Estados Unidos).
Nueva etapa de pruebas en Moscú
El alcalde de Moscú invitó a sus ciudadanos a participar en las primeras pruebas de una vacuna contra la COVID-19 aprobada por Rusia. Esta es la primera vacuna del mundo contra el coronavirus que recibe la aprobación de un gobierno y ha provocado incomodidad entre los científicos internacionales.
Científicos alrededor del mundo aseguran que antes de utilizar una vacuna ampliamente en la población es necesario realizar pruebas con decenas de miles de personas para demostrar su seguridad y eficacia.
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