A pesar de que el acceso al agua, al saneamiento y a la higiene es un derecho humano, millones de habitantes del planeta tienen grandes dificultades para obtener ese beneficio.
Esta semana se cumplieron diez años del reconocimiento por parte de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) del derecho humano al agua y al saneamiento. Desde entonces hay un emplazamiento a incorporar a los rezagados. Sin embargo, 3 de cada 10 habitantes del mundo aún no pueden disfrutar de ese derecho.
Esta celebración tiene por objetivo concienciar acerca de la crisis mundial del agua y la necesidad de buscar medidas para abordarla. El propósito es, además, alcanzar esos derechos contenidos en el Objetivo de Desarrollo Sostenible, antes de 2030.
“El reconocimiento de este derecho marca un hito importante en el respeto y protección de los vulnerados. De una mayoría de la población en riesgo y empobrecida”, señaló entonces la ONU.
El lavado de manos con agua y jabón es la recomendación básica para protegerse de la COVID-19, además del uso de mascarillas y el distanciamiento social. Pero esa receta, hoy en día vital, es restringida para un amplio porcentaje de la población.
“Casi tres mil millones de personas en el mundo no tienen acceso a un lugar para lavarse las manos”, según reporta la Unicef.
En una década, este derecho humano al agua está estrechamente relacionado con otros derechos que también son vitales, como la alimentación o la salud. Pero en estos meses es fundamental para evitar contagios del coronavirus en medio de esta creciente pandemia.
El agua es un derecho humano
La Asamblea reconoció el derecho de todos a tener acceso a una cantidad de agua suficiente para el uso doméstico y personal, entre 50 y 100 litros de agua por individuo al día.
Asimismo, que sea segura, aceptable y asequible. Precisa la disposición que el coste del agua no debería superar el 3% de los ingresos del hogar. Y físicamente la fuente debe estar a menos de 1.000 metros del hogar y su recogida no debería superar los 30 minutos. Sin embargo, decenas de países se mantienen rezagados de estos beneficios.
Según las Naciones Unidas, para 2050, hasta 5.700 millones de personas podrían estar viviendo en áreas donde el agua es escasa durante al menos un mes al año.
Mientras tanto, proyecta que la demanda mundial de energía para 2040 aumente en más del 25% y que la de agua se incremente en más del 50%.
Considera también, a propósito de celebrar esta fecha, que un sistema de saneamiento y un suministro de agua adaptados al cambio climático podrían salvar la vida de más de 360 000 bebés cada año.
António Guterres, secretario general de la ONU, exhortó a los interesados a redoblar las medidas climáticas e invertir en sólidas medidas de adaptación para la sostenibilidad del agua como derecho humano. “Si limitamos el aumento del calentamiento global a 1.5°C por encima de los niveles preindustriales, podríamos reducir la sequía causada por el clima hasta en un 50”, dijo.
Agua apta en España
El Ministerio de Sanidad de España asienta en sus estadísticas que 99,5% del agua del grifo está testada y se considera segura para el consumo. En cuanto al 0,5% restante se debe a causas temporales, cortes o incidencias.
«El agua de los servicios públicos de abastecimiento es uno de los productos de ingesta con mayores controles de calidad. En España, en general, la calidad es excelente pero ocurre que a veces no gusta lo que se recibe por los sentidos (sabor, olor…)», explicó a El Mundo Fernando Morcillo, presidente de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS).
El sabor desagradable del agua en algunas ciudades no es un indicador de falta de calidad, comentó. Más bien está relacionado con la concentración de minerales en una determinada cantidad de agua, en concreto sales de magnesio y calcio (carbonato cálcico). Si la presencia es alta al agua se la califica como dura, mientras que si alberga poca cuantía se la conoce como blanda.
Lee también: “Es más importante tener agua limpia que carne barata”, el mensaje de Greenpeace a España