Por Juan E. Ballesteros
12/4/2017
El bajo nivel educativo es el principal obstáculo de los jóvenes para encontrar empleo, una circunstancia que se ha convertido en un fenómeno estructural y que se ha agudizado durante la crisis económica y que se agravará ante la perspectiva de un colectivo de desempleados que ni tiene trabajo ni lo busca, lo que puede conducir no solo a la exclusión laboral sino también social, según la principal conclusión del estudio ‘Paro juvenil y pobreza, ¿un problema estructural?’, realizado por el Observatorio Social de ”la Caixa” con el objetivo de analizar la incidencia de la recesión en el mercado laboral y las consecuencias que se derivan para los jóvenes menores de 30 años.
Este informe identifica los argumentos que esgrimen los jóvenes para no participar activamente en la búsqueda de un empleo. El primero de ellos es su propia condición de estudiantes, ocupación que les impide dedicarse a otra actividad, aunque también esgrimen razones que tienen que ver con la enfermedad o incapacidad propia y el cuidado de algún familiar.
Independientemente del ciclo económico, la tasa de empleo de las personas con estudios básicos no llega al 60% en los momentos centrales de sus vidas, mientras que la de aquellas que tienen estudios superiores alcanza el 90%.
Según Begoña Cueto, profesora de Economía Aplicada en la Universidad de Oviedo, y autora del trabajo ‘Bajo nivel educativo, baja participación laboral’, hacen falta políticas de empleo diferenciadas dirigidas especialmente a los jóvenes con bajo nivel educativo. El número de jóvenes que ni tiene trabajo ni lo busca para poder seguir estudiando se disparó del 36% en el año 2006, coincidiendo con el inicio de la crisis económica, al 51,8% en 2016. Esta causa la esgrimen fundamentalmente los jóvenes que cursan estudios secundario.
En cuanto a los que solo tienen formación primaria, las excusas para estar inactivo tienen que ver con la incapacidad y la enfermedad, argumento que utilizan el 28,5% de los hombres y el 17,2% de las mujeres. El cuidado de personas dependientes y las responsabilidades familiares o personales afectan al 35,8% de los que tienen un nivel de estudios más bajo.
Durante la recesión, la tasa de empleo de los menores de 30 años se ha reducido entre 25 y 30 puntos en la población que dispone de estudios primarios; 20 puntos entre los que tienen la ESO, y 10 puntos entre los que cuentan con estudios superiores.
Almudena Moreno, profesora de Sociología de la Universidad de Valladolid, es la autora del trabajo ‘El reto de la Garantía Juvenil’, en el que aborda la incidencia en el mercado laboral de este programa puesto en marcha por la Unión Europea y su escasa eficacia entre los jóvenes que no desarrollan ninguna actividad. Su idoneidad como instrumento para conseguir empleo es menor que en otros países de nuestro entorno, por lo que es aconsejable tomar medidas para hacerlo más efectivo, dotarlo de recursos y evaluar mejor los resultados.