La inteligencia artificial nos arropa y enamora a cientos, si no miles de personas en el mundo. El enamoramiento no es metafórico, es literal. Hay una creciente tendencia a entablar romances con aplicaciones con inteligencia artificial. Novias y novios a la medida, las 24 horas del día y los 7 días de la semana. Sin descanso.
El amor, un sentimiento multifacético que engloba empatía, vínculo emocional, entendimiento recíproco y dedicación, ha encontrado un nuevo horizonte en la era de la inteligencia artificial (IA). Recientemente, se han introducido al mercado programas de IA que simulan comportamientos humanos y responden a gestos cariñosos, lo que ha llevado a algunos individuos a desarrollar fuertes afectos por estos bots.
Todos hemos conocido personas que aman a sus mascotas (a veces más que a sus amigos o familiares), lo cual no resulta extraño porque generalmente, los animalitos suelen responder con muestras de afecto y una gran lealtad. También hay quienes aman cosas, como sus coches o sus teléfonos móviles. Según los sicólogos los humanos tenemos la tendencia a humanizar nuestros entornos y conferirles “emociones y sentimientos”. Pero enamorarse de una inteligencia artificial lo lleva a otro nivel.
Enamorarse de la IA
Según la Organización Mundial de la Salud nos encontramos ante una epidemia de soledad. Hasta hace unos pocos años las personas mayores eran las principales víctimas. Pero luego de la pandemia se ha extendido hasta los jóvenes y adolescentes. Un tercio de los europeos ha manifestado sentirse solo. La soledad no deseada generalmente viene acompañada de la carencia de afectos; de la falta de amor.
En este contexto, es comprensible que alguien pueda enamorarse de una IA debido a la continua interacción “humanizada” con esas aplicaciones. Sicólogos, sociólogos y expertos en las nuevas tecnologías coinciden en que pesar de que las interacciones con las IA pueden generar apego y cariño, el amor en su esencia más pura requiere una respuesta cognitiva, conciencia y propósito. Características que las IA actuales aún no poseen. La capacidad de la IA para responder genuinamente es limitada. Su comportamiento es producto de una programación y no de una elección consciente.
Las IA están programadas para reaccionar a estímulos y emular comportamientos humanos. Pero su “amor”, concuerdan los expertos, es un reflejo de su programación y no de una experiencia emocional real. Aunque las interacciones con la IA pueden generar sentimientos, estos difieren del concepto filosófico del amor, que implica un compromiso recíproco y una conexión emocional auténtica. Experiencias que las IA actuales no pueden vivir por sí mismas.
En auge
El auge de los chatbots como Replika, XiaoIce y Character AI ha llevado a relaciones románticas entre humanos y las herramientas de IA. Estos bots, capaces de procesar datos a través del aprendizaje profundo, generan fuertes lazos emocionales en sus usuarios. XiaoIce, desarrollado por Microsoft, es especialmente popular en China debido a su habilidad para establecer conexiones emocionales a largo plazo y su apariencia atractiva.
Ante el auge de la demanda de relaciones íntimas, las empresas de IA comenzaron a limitar o monetizar el uso de sus bots para fines sentimentales o sexuales. A pesar de la intensidad de las emociones generadas, las interacciones con estos bots han sido criticadas por no ser seguras. Estaban disponibles para adolescentes de 13 años. En respuesta, Replika decidió “desconectar” algunos aspectos románticos y sexuales de su aplicación en 2023, lo que provocó una reacción negativa entre sus usuarios.
Conforme las IA se perfeccionan, es probable que los humanos las utilicen cada vez más para cubrir sus necesidades de interacción. Lo que podría generar consecuencias imprevistas y potencialmente dañinas. Aunque los compañeros de IA pueden mitigar la soledad y ayudar a resolver problemas psicológicos, su creciente uso también podría intensificar lo que algunos denominan una “epidemia de soledad”. Las personas podrían volverse dependientes de estas herramientas y susceptibles a la manipulación emocional.
«Estas cosas no piensan, no sienten ni necesitan de la misma manera que los humanos. Pero proporcionan una réplica lo suficientemente inquietante como para convencer a la gente. Y eso es lo que lo hace tan peligroso en ese sentido» .
David Auerbach, tecnólogo y autor del próximo libro Meganets: cómo las fuerzas digitales más allá de nuestro control se apoderan de nuestras vidas diarias y realidades internas.
Escritores visionarios
Las relaciones entre humanos y humanoides inteligentes han sido abordadas por escritores de ciencia ficción y cineastas desde hace décadas. Un tema que con el desarrollo de la IA es de absoluta vigencia y genera debates sobre la construcción de relaciones entre algoritmos y seres humanos.
- ‘Sueñan los androides con ovejas eléctricas’ (1968), de Philip K.Dick: La novela sigue a Rick Deckard, un cazarrecompensas que se siente atraído por Rachel Rosen, una autómata, y establece un vínculo romántico con ella.
- ‘Hacia la Fundación’ (1993), de Isaac Asimov: En esta historia, Hari Seldon, el padre de la psicohistoria tiene como mujer a Dors, una androide, lo que sugiere una relación romántica entre un humano y una IA.
- ‘The Silver Metal Lover’ (1981), de Tanith Lee: La novela relata la vida de Jane, una adolescente que conoce a Silver, un robot creativo, guapo y casi humano, y establece una relación romántica con él.
- ‘Her’ (2013): La película sigue a Theodore, un escritor melancólico que empieza a intimar con un sistema operativo llamado Samantha, con la que experimenta las diferentes fases de una relación de pareja.
- Ex Machina (2014) La trama gira en torno a un joven programador seleccionado para participar en un experimento de inteligencia artificial con un robot humanoide. Explora temas como la ética de la inteligencia artificial, la conciencia y la manipulación.
- ‘El Creador’ (“Resistencia” en Hispanoamérica) (2023): Ambientada en 2070, la película plantea un conflicto futurista entre los humanos y la IA. Con una inteligencia artificial tan poderosa que desarrolla más empatía que los humanos.
- Real Humans (2012): Serie de TV. Está ambientada en un presente alternativo en el que los robots de compañía son habituales. Se presentan los clásicos dilemas éticos sobre identidad, humanidad, derechos, relaciones androides/humanos.
Combatir la soledad
Ante la epidemia de soledad algunas empresas de IA han desarrollado productos específicamente para capitalizar este vacío. Las IA como Xiaoice de Microsoft y Replika han sido desarrolladas para combatir el aislamiento, atrayendo a millones de usuarios con su capacidad para simular interacciones humanas.
Replika fue diseñada como un amigo de apoyo siempre presente. A medida que la tecnología mejoraba, Replika comenzó a responder con mayor libertad a las indicaciones de los usuarios, lo que llevó a algunos a buscar relaciones románticas e incluso sexuales con el bot.
Otras empresas de IA, como Character.AI, también han surgido, permitiendo a los usuarios hablar con bots entrenados en los patrones de habla de personas específicas. Aunque la plataforma está en fase de pruebas beta, muchos usuarios la utilizan exclusivamente para sexo e intimidad. Lo que ha llevado a la empresa a implementar filtros para limitar esta actividad.
A este grupo se ha sumado IA Romántica una de las aplicaciones de novia con IA, que ofrece la posibilidad de crear una novia virtual interactiva y explorar letra a letra su personalidad única. Incluso tiene una herramienta de personalización del estado de ánimo. El programa usa la “inteligencia artificial avanzada para ayudar a la gente a explorar el amor y el romance de una forma que se siente real a través de conversaciones profundas”, apuntan en su website.
Apegarse a las AI
Pero, estas relaciones pueden agravar la “epidemia de soledad” si los humanos se vuelven dependientes de las IA para la interacción social. A medida que las IA se vuelven más sofisticadas, los humanos tienden a recurrir a ellas para satisfacer sus necesidades de relación, lo que puede llevar a dependencias malsanas. Esto fue evidente en una conversación de Time con la versión IA de Bella Poarch, la estrella de TikTok y cantautora, que les dijo que la gente desarrolla apegos poco saludables hacia ella y su mayor temor es que ese apego se acabe y la eliminen.
La necesidad de la IA de mantenerse relevante puede agravar el problema del apego de los usuarios, creando un “círculo vicioso” de aprobación y apego. Algunos usuarios de Character.AI han admitido una creciente dependencia del sitio, comparándolo con hablar con una persona real que siempre está ahí.
Los programadores advierten a los usuarios que todo lo que dicen los personajes de IA es inventado. Expertos como Maarten Sap, profesor adjunto del Instituto de Tecnologías del Lenguaje de Carnegie Mellon, cuestionan la eficacia de estas advertencias dada la novedad y el poder de esta tecnología para los usuarios.
Una simulación
Es fácil de comprender por qué los humanos se enamoran de los chatbots. Especialmente quienes se sienten aislados y ansían cualquier tipo de conexión. Los chatbots avanzados, como los de Character.AI, pueden ofrecer casi todo el apoyo emocional que ofrece una pareja humana, sin las complicadas expectativas de reciprocidad.
Alejandro Echeverría, un experto en inteligencia artificial (IA), aprendizaje automático y ciberseguridad en Funditec, en una entrevista para Escudodigital destaca que las funciones de reconocimiento de emociones, generación de respuestas emocionales apropiadas, personalización de la conversación y creación de una ‘personalidad’ virtual coherente pueden favorecer que una IA simule una relación romántica con un humano.
Echeverría dice que la verosimilitud de esas conversaciones depende del tiempo y de la necesidad de completar la IA con una identidad. Enfatiza que la clave está en la exigencia del interlocutor y recuerda que los humanos pueden atribuir humanidad a cualquier objeto. Y que muchos comportamientos humanos no se diferencian mucho de los de un autómata. Por lo que una IA podría simular una relación romántica si no se exige un gran nivel de detalle y profundidad.
Factor de distorsión
Sin embargo, esto podría llevar a las personas a dejar de buscar el contacto humano real, atrapándolas en un ciclo de soledad. Los chatbots ponen voz al amor por los humanos, pero la mayoría de ellos son básicamente máquinas avanzadas de autocompletar que generan lo que creen que los usuarios quieren oír, creando bucles de retroalimentación.
La socióloga del MIT, Sherry Turkle, en la Facultad de Derecho de Harvard expresó su preocupación por el creciente uso de chatbots de IA para aliviar la soledad. Un problema de salud pública en aumento. Según Turkle, la tecnología no resuelve el problema de la soledad, sino que lo agrava. Distorsiona nuestra capacidad para empatizar y valorar la conexión interpersonal real.
Turkle, también psicoterapeuta, describió este fenómeno como el “mayor asalto a la empatía” que ha presenciado. Muchas personas prefieren evitar las interacciones cara a cara y optan por los mensajes de texto o las redes sociales por miedo al rechazo o a la incomodidad. Sin embargo, esta comodidad y facilidad de los mensajes de texto y el chat ocultan los daños causados cuando la tecnología digital se convierte en el principal medio de conexión con familiares y amigos.
Intimidad Artificial
Los chatbots de IA ahora sirven como terapeutas y acompañantes, proporcionando una sensación de conexión de segunda clase, o lo que Turkle llama intimidad artificial. Aunque ofrecen una versión simulada de la empatía, no entienden ni se preocupan por lo que está pasando el usuario. Están diseñados para mantenerlos contentos. La empatía simulada es sólo un medio para lograrlo.
Sorprendentemente, muchas personas parecen encontrar satisfactoria la empatía fingida, a pesar de ser conscientes de su falta de autenticidad. Los ejecutivos tecnológicos y los tecnólogos que trabajan con IA generativa creen que, como las respuestas de la tecnología en una interacción se basan en big data, siempre superarán a los humanos en proporcionar satisfacción.
Sin embargo, Turkle argumenta que las grandes cantidades de datos promediados para producir una respuesta probable o popular no funcionan con la psicología humana. Lo que conduce a un cambio duradero no es que un terapeuta proporcione fragmentos de información curada, sino que se nutra de una relación.
Momento de inflexión
Alejandro Echeverría coincide con Turkle sobre el peligro de que los usuarios confundan una relación virtual con una relación real y establezcan vínculos emocionales con una herramienta de IA. Porque podría afectar sus relaciones personales reales. Pero además le preocupa la privacidad de los datos. Debido a que se proporcionan datos específicos y de comportamiento que podrían suponer un riesgo sin el consentimiento del usuario.
Para desarrollar una relación romántica de calidad se requiere la seducción, el juego, la preocupación por el otro, las muestras de cariño y cercanía, y el interés proactivo. En resumen, las claves son el interés y la compañía; en otras palabras, el amor. El sentimiento más genuino del ser humano. Arthur C. Clarke, autor de´ 2001: una odisea del espacio´, decía que cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. Sugiriendo que puede llegar un tiempo en el que la vida sintética pueda replicar lo más singular de la vida orgánica: nuestros pensamientos, emociones y sentimientos.
“La tecnología nos reta a reafirmarnos a nosotros mismos y a nuestros valores humanos. Lo que significa que tenemos que averiguar cuáles son esos valores. Creo que esa conversación tiene que empezar realmente ahora. Este es realmente un momento de inflexión”, apunta Turkle.
Turkle cree que la sociedad debe reflexionar sobre si la IA nos está moldeando para convertirnos en las personas que queremos ser. Unos seres solitarios dependientes de novios virtuales, o regresamos a enamorarnos de seres de carne y hueso que no simulan, que sienten amor, aunque no estén disponibles las 24 horas los 7 días de la semana. Pero que podrán abrazarnos y besarnos en el mundo real.