Varios países de Europa están poniendo fecha final a la comercialización de autos de gasolina. Todo un cambio en la estrategia tecnológica, de inversión y mercadeo para revertir las operaciones tradicionales de la industria automotriz. Mientras tanto, la demanda de coches híbridos y eléctricos aumenta en Francia al igual que los puntos de recarga. Pero, ¿qué hacer con las baterías y piezas de reciclaje? ¿Será un nuevo foco de perturbación ambiental?
Ya comienza a ser un problema, al menos en Francia, el futuro de las partes de estos coches, una vez alcancen su vida útil. No existe un protocolo de desguace ni de reciclaje en Europa, tampoco en Francia.
A cambio, sí existe un plan de más de 8.000 millones de euros que se sustentará y girará en torno a los coches eléctricos, en una apuesta del gobierno francés por los vehículos menos contaminantes. Entre las medidas anunciadas en 2020, por Emmanuel Macron está el aumento de las ayudas para adquirir un coche eléctrico. Acelerar la instalación de cargadores para vehículos enchufables y convertir a ese país en el principal fabricante europeo de coches híbridos y eléctricos.
Según Caradisiac, el primer sitio de información automotriz francés, “el sector de la recuperación de vehículos para desguace todavía no está preparado”.
Señala el portal especializado que el Consejo Nacional de Profesiones del Automóvil (CNPA) acaba de constituir un grupo de trabajo destinado a recoger toda la información relativa al tratamiento de estos vehículos. Desde el coste de reciclaje y desmantelamiento hasta la gestión de riesgos y las cuestiones medioambientales. En 2018, la industria ya hablaba del altísimo costo de tratar estos modelos ecológicos, cubierto en parte por los fabricantes, pero esto no va a ser siempre así.
Impulso de coches eléctricos, pero sin protocolos
El plan del Gobierno prevé que la industria automovilística francesa alcance una producción anual 1 millón de coches híbridos y eléctricos en 2025. Macron lo ha dicho varias veces. Quiere hacer de Francia el “mayor productor de vehículos ecológicos” de Europa Y espera que para 2022 exista una producción de 450.000 unidades.
Por lo pronto, los existentes en el mercado acumulan años de uso. «El número de vehículos híbridos y eléctricos admitidos en 2018 es de 768 VFU (vehículos al final de su vida útil). Este número sigue siendo muy bajo (0,0005%) en comparación con todos los VFU admitidos. Pero sigue suponiendo un importante aumento en comparación con 2017 (273 VFU).
La tendencia al alza se ha confirmado en los últimos tres años, por lo que es necesario anticipar la evolución del mercado de vehículos híbridos y eléctricos, indica el CNPA. Las cifras 2019 y 2020 aún no se han publicado.
¿Qué pasará con las baterías desechadas?
Ante el auge de vehículos híbridos y eléctricos en las carreteras, son necesarios los protocolos de reciclaje para este tipo de automóviles. En Francia ya están comenzando a tener problemas y puede pasar en el resto de Europa. Quizás una solución pase por utilizar las baterías desechadas como unidades de almacenamiento de energía para viviendas y comunidades o para abastecer de energía a otros elementos más pequeños como farolas o semáforos como hicieron en Japón.
La demanda de baterías de iones de litio crecerá en las próximas décadas. Esto implica que se elevará el número de ellas que lleguen al final de su vida útil y que deberán ser eliminadas de los vehículos.
En 2020 el parque de baterías retiradas podría llegar a alrededor de 14 GWh, lo que supone alrededor de 102.000 toneladas de materiales anuales a los que hay que buscar un nuevo destino. En el último informe IDTechEx, Li-ion Battery Recycling 2020-2040, la cantidad total de baterías de vehículos eléctricos que llegarán al final de su vida útil será de 7,8 millones de toneladas por año. Para 2040, el mercado mundial de reciclaje de baterías de iones de litio tendrá un valor de 31.000 millones de dólares cada año.
Baterías para uso doméstico
Greenpeace apoya la producción de coches eléctricos en Francia y en el mundo. Pero sostiene que las baterías no son un producto de usar y tirar. Deben jugar un papel clave como herramienta de gestión de la demanda.
Asimismo, considera que los vehículos eléctricos intercambian energía con la red y acumulan los excedentes en sus propias baterías. Esto permite una mayor integración y aprovechamiento de la electricidad producida con energías renovables. Incluso cuando acaban su vida útil pueden reutilizarse como baterías estacionarias para regular el consumo doméstico.
Cuando una batería de un vehículo eléctrico está llegando al final de su vida útil, todavía puede tener una segunda vida en aplicaciones alternativas. Otra opción es reciclar sus componentes químicos para volverlos a introducir como materias primas en el proceso de producción.
A diferencia de las utilizadas en la electrónica de consumo, las baterías retiradas de los vehículos eléctricos todavía conservan entre el 70 y el 80% de su capacidad inicial. Con ese porcentaje ya no cumplen los requisitos mínimos para su uso en un vehículo eléctrico. Pero podrían proporcionar la capacidad suficiente para aplicaciones menos exigentes, como el almacenamiento de energía estacionaria.
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