El porcentaje de estadounidenses que dice estar a dieta para perder peso u otras razones de salud ha aumentado un 3% en comparación con una década atrás. Sin embargo, en este mismo período, la tasa de obesidad aumentó un 8%.
El 17% de los estadounidenses dijeron estar a dieta entre el 2017 y el 2018, hace una década la cifra era 14%. Los datos fueron recopilados a través de un estudio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).
Tras 10 años, la tasa de obesidad de los estadounidense aumentó de 34% a 42%. Un porcentaje inferior a lo esperado, dada la prevalencia de enfermedades relacionadas con alimentos. Alrededor de la mitad de los norteamericanos sufren de trastornos nutritivos crónicos, como diabetes o insuficiencia cardiaca, y usan la dieta para manejarlos. Muchas personas no consideran su manera de comer como una dieta, sino que se restringen de ciertos alimentos por una cantidad de tiempo limitada, lo que provoca un efecto rebote.
Características de la población que está a dieta
El estudio también evaluó las respuestas entregadas entre el 2015 y el 2018 para determinar otras características de la población que está a dieta. Una de ellas es que más mujeres que hombres hacen dieta.
Los blancos no hispanos son los que más dicen estar a dieta (un 18% de ellos), comparado con los hispanos (16%), asiáticos (15%) y afroamericanos (15%).
Otra de las características es que mientras más peso y más educación tiene una persona, mayor es la probabilidad de que diga estar a dieta. El 23% de los obesos dijeron estar a dieta, comparado con 17% entre los excedidos de peso y 8% entre los de peso normal o inferior a lo normal.
Los riesgos de la alimentación en Estados Unidos
Actualmente la industria alimentaria es la que más dinero mueve en el mundo y Estados Unidos no es la excepción. Posiblemente sea el país en el que más dinero se gaste, bien sea comiendo fuera o comprando comida para llevar a casa. La comida procesada por la industria llega a ser cinco o seis veces más barata que los productos frescos.
Los alimentos procesados como los refrescos, hamburguesas, hot dogs, cereales azucarados y otros muchos otros productos suponen el 58% de las calorías que consumen a diario los estadounidenses. Además representan el 90% de los azúcares añadidos que ingieren a través de bebidas y comidas.
Los expertos en materia de sanidad del gobierno estadounidense recomiendan a la población no consumir en forma de azúcar añadida más del 10% de las calorías totales. El organismo cree que un 71% de los ciudadanos adultos del país excedieron esa cifra y que los azúcares añadidos supusieron el 15% de todas las calorías ingeridas.
Este ritmo de ingesta tiene graves repercusiones sobre la salud. No por nada Estados Unidos es el país con la mayor tasa de enfermedades derivadas de la alimentación, o agravadas ella, tales como diabetes, síndrome de estrés metabólico e intolerancia al gluten.
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