La producción y el desecho de dispositivos tecnológicos son un problema considerable, pero los requerimientos de la inteligencia artificial los llevan a un estadio superior
El rápido crecimiento de la inteligencia artificial está poniendo una presión significativa sobre la red eléctrica mundial y contribuyendo a la generación de residuos electrónicos. Para 2030 se calcula que el desperdicio adicional podría equivaler a desechar 13.000 millones de móviles al año. De no aplicarse medidas, se generarán entre 1,2 millones y 5 millones de toneladas métricas de residuos solo en esta década. En su mayor parte, serán elementos del hardware, como las unidades de procesamiento o las de almacenamiento, y los sistemas de alimentación.
Aunque la producción y el desecho de dispositivos tecnológicos ya son un problema considerable, la situación se complica porque los dispositivos electrónicos contienen materiales peligrosos como plomo, mercurio y cadmio, que pueden contaminar el suelo y el agua si no se gestionan adecuadamente. La incineración de estos residuos libera compuestos tóxicos en el aire, como dioxinas y furanos, que son perjudiciales para la salud humana y contribuyen al cambio climático.
En cuanto al aspecto energético, plantas de carbón que estaban destinadas a cerrarse han sido reactivada para satisfacer la gran cantidad de energía que se requiere para el uso de IA. La situación contradice los esfuerzos por transitar a fuentes de energía más limpias.
Demanda de energía disparada
El sistema eléctrico se está sobrecargando por la mayor complejidad, rapidez y tamaño de los cálculos que se requieren para el entrenamiento de modelos de IA y el uso de la tecnología. Cada vez son más los centros de datos que se construyen para su desarrollo.
Algunos usan tanta energía como una ciudad de tamaño modesto. Las empresas tecnológicas, comprometidas con impulsar energías limpias, se han convertido consumidores insaciables. Sus necesidades energéticas proyectadas son tan enormes que algunos se preocupan de si habrá suficiente electricidad de cualquier fuente para satisfacerlas.
La Agencia Internacional de Energía asegura que una búsqueda impulsada por ChatGPT consume casi diez veces más electricidad que una en Google. Un gran complejo de centros de datos en Iowa, propiedad de Meta, requiere energía anual equivalente a la que gastan 7 millones de computadoras portátiles funcionando ocho horas al día.
Más de 2.700 centros de datos en todo Estados Unidos, muchos administrados por firmas que alquilan poder de cómputo a los gigantes tecnológicos, impulsan el resurgimiento de la energía basada en combustibles fósiles altamente contaminantes. Se hace necesaria para estabilizar la red eléctrica en general debido a estas compras y que todos tenganel servicio eficiente.
Un “pequeño” ejemplo
En Salt Lake City, ejecutivos de empresas de servicios públicos y legisladores duplicaron su apuesta por el carbón a expensas de los planes de inversión en energía limpia. Decidieron posponer los cierres de dos planta de carbón, una hasta 2042 y la otra hasta 2036.
Meta es uno de los grandes consumidores de energía de la región. Construye un campus de centro de datos de 1.500 millones de dólares que consumirá tanta energía como la que puede generar un gran reactor nuclear. Las grande empresas tecnológicas cabalgan sobre la creencia de que el avance de la IA en la actualidad podría resultar más beneficioso para el medio ambiente que reducir ahora el consumo de electricidad.
Afirman que ya se está trabajando para que la red eléctrica sea más inteligente, acelerar la innovación de nuevas tecnologías nucleares y hacer un seguimiento de las emisiones.
«Si trabajamos juntos, podemos liberar las capacidades revolucionarias de la IA para ayudar a crear las obras de cero emisiones netas, resilientes al clima y positivas para la naturaleza que necesitamos con tanta urgencia”, asegura Microsoft.
Desarrollo de energía limpia
Las redes inteligentes, que utilizan tecnología avanzada para gestionar el flujo de electricidad, están ganando popularidad para minimizar la crisis energética y ambiental. Pueden detectar y responder a cambios en la demanda de energía en tiempo real, lo que optimiza la distribución y reduce las pérdidas.
Además, se están construyendo nuevas líneas de transmisión de alta capacidad para transportar electricidad desde las plantas de energía renovable hasta los centros de datos creados para IAy otras áreas de alta demanda. Estos proyectos de modernización son esenciales para garantizar que la infraestructura eléctrica pueda soportar el consumo creciente sin causar apagones o fallos en el suministro.
Asimismo, los gigantes tecnológicos esperan generar energía mediante esquemas futuristas. Entre las innovaciones destacan pequeños reactores nucleares conectados a centros de computación individuales. También maquinaria que aprovecha la energía geotérmica perforando la corteza terrestre hasta 3.000 metros de profundidad. Microsoft y sus socios dicen que esperan aprovechar la fusión atómica (la colisión de átomos que alimenta al sol) para 2028.
Los gobiernos también están invirtiendo en la construcción de plantas de energía renovable adicionales. Estas inversiones no solo aumentan la capacidad de generación, sino que también contribuyen a la transición hacia un sistema energético más sostenible. La combinación de energías renovables con tecnologías de almacenamiento, como baterías de gran escala, ayuda a garantizar un suministro eléctrico constante y fiable.
Impacto en comunidades locales
Pero hasta que todas estas innovaciones se concreten, el aumento del consumo energético para soportar la IA y la crisis ambiental pueden tener un impacto en las comunidades locales. En algunas áreas, la demanda adicional de electricidad ha llevado a un aumento de las tarifas eléctricas. Los más afectados son los hogares y negocios locales. Esto puede exacerbar las desigualdades económicas, ya que familias de bajos ingresos pueden tener dificultades para pagar sus facturas de energía.
Además, la construcción de nuevas infraestructuras eléctricas puede generar controversias en las comunidades. La instalación de líneas de transmisión y plantas de energía en muchas ocasiones causan desplazamientos y afectan el paisaje local. Los proyectos de infraestructura deben llevarse a cabo con la participación de las comunidades. No todo es negativo, pues la creación de nuevas plantas de energía renovable y centros de datos puede generar oportunidades económicas para locales. Estos proyectos pueden crear empleos y estimular el crecimiento de la región.
Sin embargo, la implementación de políticas y regulaciones es esencial para gestionar el aumento del consumo energético debido a la IA. Algunos países están adoptando incentivos para el uso de energías renovables, como créditos fiscales y subsidios para proyectos de energía limpia. Estas políticas ayudan a reducir el costo de la energía renovable y fomentan su adopción.
La chatarra tecnológica, otro dolor de cabezas
Anualmente se generan más de 50 millones de toneladas de basura electrónica. El reciclaje, que es una de las soluciones al problema, tampoco muestra cifras positivas: solo el 17,4 % se recicla, con zonas como América Latina en la que lo recuperado llega a 2,7 %. Si no cambia el panorama, la ONU calcula que podríamos alcanzar los 120 millones de toneladas de chatarra electrónica en 2050.
El consumo responsable, capaz de alargar su vida útil y de frenar el crecimiento de estos residuos, es una de las respuestas a la crisis energética y ambiental. La reutilización de aparatos tecnológicos se ha convertido en la única alternativa frente a un sistema de reciclado ineficaz para reducir los niveles de basura electrónica. La generación de residuos electrónicos tiene consecuencias graves para el medio ambiente. Estos dispositivos contienen materiales peligrosos que pueden contaminar el suelo y el agua, y afectar la biodiversidad y la salud humana. Los ecosistemas acuáticos son especialmente vulnerables, ya que los contaminantes pueden acumularse en los organismos acuáticos y ascender en la cadena alimentaria.
La incineración de residuos electrónicos libera compuestos tóxicos que son perjudiciales para la salud humana. Estos contaminantes pueden causar problemas respiratorios y enfermedades crónicas. La gestión inadecuada de estos residuos también contribuye al cambio climático, ya que muchos de los componentes electrónicos contienen materiales que, al descomponerse, liberan gases de efecto invernadero.
Iniciativas de reciclaje
Se están adelantando programas que utilizan robots avanzados para desarmar dispositivos electrónicos y recuperar materiales valiosos están ganando terreno. El reciclaje químico, que descompone los materiales electrónicos en sus componentes básicos, también se presenta como una opción prometedora.
Están involucrando a las comunidades locales en la recolección y reciclaje de dispositivos electrónicos, aumentando la conciencia sobre el problema de los residuos electrónicos y promoviendo prácticas sostenibles. Esta participación fomenta un sentido de responsabilidad compartida y contribuye a reducir la cantidad de residuos que terminan en vertederos.
Si no, siempre se cuenta con la opción de adoptar un modelo de economía circular como solución viable para el la crisis energética y ambiental. Este enfoque implica diseñar productos que sean duraderos, reparables y reciclables desde el principio.