La exposición Consuelo Kanaga: atrapar el espíritu recorre las seis décadas de trabajo de esta figura fundamental en la historia de la fotografía moderna. Con este proyecto, Fundación MAPFRE renueva su compromiso de dar a conocer la obra de mujeres fotógrafas, pues, a pesar de que la artista logró una gran notoriedad en vida, su trabajo resulta todavía, sorprendentemente, poco conocido.
Es la primera vez que el conjunto de la trayectoria de esta fotógrafa estadounidense recorre España y en Europa. Kanaga está considerada una figura fundamental en la historia de la fotografía moderna tanto por su contribución al reconocimiento de la mujer en este ámbito como por la intensidad con que sus imágenes enfrentan al espectador a algunas de las grandes cuestiones sociales que han pervivido desde su tiempo hasta el nuestro, en especial la situación de la población afroamericana en Estados Unidos.
Consuelo Kanaga (Astoria, Oregón, 1894 – Yorktown Heights, Nueva York, 1978) manifestó de forma apasionada, en su vida y en su fotografía, su preocupación por la justicia social. Lo que realmente le interesaba eran las personas y sus problemas: la marginación social, la pobreza, el acoso racial o la desigualdad, sobre todo en relación con la población afroamericana de Estados Unidos. Estas son algunas de las inquietudes fundamentales que la artista se cuestiona a través de su trabajo. No obstante, también defendió y experimentó las posibilidades formales y poéticas de la fotografía como forma artística.
Figura poco convencional, profundamente comprometida con la justicia social, Kanaga llegó a ejercer profesionalmente el fotoperiodismo en una fecha tan temprana como la década de 1910 en Estados Unidos. Fue también una de las pocas mujeres que mantuvo una estrecha relación con los círculos de vanguardia estadounidenses, tanto en San Francisco, con el Grupo f.64, como en Nueva York, con la Photo League. En esos contextos, además, su amistad y apoyo profesional abrió el camino a relevantes fotógrafas. Sin embargo, las desigualdades de género y las convenciones sociales limitaron su capacidad para dedicarse plenamente a la labor artística. Desempeñó trabajos a jornada completa, practicaba su arte durante los fines de semana y en repetidas ocasiones aparcó su carrera por sus parejas masculinas; estas son algunas de las razones que explican por qué su obra no es más conocida en la actualidad.
La exposición, organizada a partir de la colección del Brooklyn Museum, que ha velado por el archivo del artista, cuenta con cerca de 180 fotografías y diverso material documental de archivo. A la vez que recorre y contextualiza el trabajo de Consuelo Kanaga y presenta algunas de sus imágenes icónicas, incide también en el papel de la fotografía en la representación del mundo afroamericano.
La muestra está organizada por el Brooklyn Museum de Nueva York en colaboración con Fundación MAPFRE y el San Francisco Museum of Modern Art, y ha sido comisariada por Drew Sawyer. Se podrá visitar hasta el 12 de mayo en la sede de Fundación MAPFRE en Barcelona.
FOTOPERIODISMO Y CIUDAD
Tras haberse decantado por el periodismo, influida quizá por sus padres, Kanaga comenzó a escribir en 1915 para el San Francisco Chronicle, donde, animada por su editor, aprendió a fotografiar para ilustrar sus propios artículos. En 1918 se incorporó a la plantilla, hasta que al año siguiente fue contratada por el Daily News, otro periódico de San Francisco.
Entre 1920 y 1950 trabajó en periódicos y revistas de Denver y Nueva York, captando escenas de la vida urbana e imágenes que mostraban la desigualdad derivada de razones económicas y raciales, como puede verse en La viuda Watson (1922-1924), fotografía que tomó cuando trabajaba en el New York Journal-American y que presenta a una mujer enferma de tuberculosis junto a su hijo.
La carrera de Kanaga está especialmente entrelazada con un sólido y amplio círculo de mujeres fotógrafas con quienes tuvo una especial relación.
El fotoperiodismo condujo a Kanaga a tomar conciencia asimismo del potencial de la fotografía como forma artística. Hacia 1918 se unió al California Camera Club de San Francisco, donde no solo tuvo acceso a un cuarto oscuro y a equipamiento fotográfico, sino también a libros y revistas sobre el medio. Le influyeron especialmente la publicación Camera Work de Alfred Stieglitz y los fotógrafos de Nueva York y San Francisco que, como Arnold Genthe, captaban en sus imágenes escenas callejeras y la arquitectura urbana.
GALERÍA DE RETRATOS
Primero en San Francisco y luego en Nueva York, Kanaga comenzó a realizar retratos para obtener ingresos adicionales a su trabajo para los periódicos. Abrió su primer estudio dedicado al retrato a principios de la década de 1920 y durante el resto de su vida se mantendría económicamente a sí misma y a sus parejas fotografiando a clientes adinerados y a amigos del entorno de las vanguardias de San Francisco y Nueva York. En consecuencia, el retrato se convirtió en el principal foco de su producción creativa. Hay que señalar, además, que, mientras que gran parte de su trabajo como fotoperiodista se ha perdido, el retrato está bien representado entre sus negativos y las copias que se han conservado. Influida por Stieglitz, Kanaga experimentaba en sus retratos con la pose, el recorte, la iluminación y la impresión para realzar la capacidad expresiva de sus fotografías.
Además del flash, utilizaba técnicas del cuarto oscuro como la sobreexposición y la subexposición, que manipulan los tiempos de exposición en determinadas zonas de una impresión fotográfica para acentuar el contraste entre las luces y las sombras generando un efecto teatral. Asimismo, a menudo viraba sus impresiones con metales como el oro y añadía lápiz o grafito para resaltar ciertos rasgos.
ESTADOUNIDENSES EN EL EXTRANJERO
Una de las experiencias fundamentales para el desarrollo formativo de Kanaga fue su estancia en Europa y en el norte de África entre 1927 y 1928 gracias al apoyo del mecenas Albert M. Bender. Pasó casi un año viajando y haciendo fotografías en Francia, Alemania, Italia, Hungría y Túnez.
Durante estas estancias, visitó museos, monumentos e iglesias, y también buscó oportunidades de aprendizaje sobre las prácticas fotográficas modernas. En Cairuán (Túnez) entró en contacto con una comunidad de artistas expatriados y produjo tres álbumes con fotografías de la ciudad y de sus gentes, lo que consolidó su interés por la práctica retratística.
Durante estos viajes empezó a expresar sus opiniones sobre el racismo en Estados Unidos, que exploraría más a fondo a través de la fotografía durante la década de 1930. En una carta a Bender fechada en 1927 escribió: “Estoy harta de ver a hombres y mujeres de color maltratados por blancos estúpidos”.
Además del retrato, a lo largo de su carrera Kanaga practicó diversos géneros y estilos. Al igual que otros artistas estadounidenses del período de entreguerras, se sintió especialmente atraída por lo que se conoció como la “escena americana”, tendencia que buscaba celebrar los temas vernáculos y la gente corriente para crear un arte marcadamente nacional. Kanaga se centró sobre todo en temas marginales del día a día y de la política, desde los trabajadores y los afroamericanos hasta objetos y edificios normalmente desatendidos por la representación fotográfica.
EL MOVIMIENTO ‘NUEVO NEGRO’
Sus primeros retratos de personas negras se alinean con el conocido como movimiento ‘Nuevo Negro’, desarrollado en las décadas de 1920 y 1930. Los intelectuales y artistas negros intentaron redefinir y celebrar la identidad afroamericana a través de la autoexpresión cultural, la independencia económica y las políticas progresistas, y abogaron por la creación de imágenes inspiradoras de su comunidad y de la negritud en un momento en el que los linchamientos y el terror racial eran algunas de las cuestiones legales y éticas más urgentes.
Manos (1930) es la primera imagen conservada de la artista que plasma sus ideas antirracistas. También retrata al cantante Kenneth Spencer, al poeta Langston Hughes o al pintor y ceramista Sargent Johnson, entre otros.
A través de sus relaciones y de su trabajo, Kanaga se vinculó a la reivindicación de una redefinición de la entidad afroamericana.
EL MOVIMIENTO DE LA FOTOGRAFÍA OBRERA
Al mismo nivel que su interés por la comunidad afroamericana, Kanaga se interesó por los derechos de los trabajadores y el movimiento obrero, que surgió en la Unión Soviética y Alemania en la década de 1920, para extenderse por Europa y Estados Unidos, sobre todo tras el crac de 1929.
A partir de 1935 en Nueva York, realizó fotografías para publicaciones de izquierdas y se involucró en la Photo League. En una época marcada por el intento de fomentar la solidaridad entre los trabajadores más allá de razas y sexos, Kanaga se centró en las experiencias de los afroamericanos y de los obreros en particular.
RETRATOS DE ARTISTAS
A lo largo de las décadas de 1930 y 1940, Kanaga realizó retratos de artistas, escritores, actores y músicos. Conoció a muchos de ellos gracias a su relación con diversos clubes y colectivos fotográficos, así como durante sus viajes por Estados Unidos y Europa. Sus imágenes muestran a fotógrafos como Alfred Stieglitz y W. Eugene Smith, pintores como Milton Avery y Mark Rothko, y diseñadores como Wharton Esherick.
La trayectoria de Kanaga está ligada singularmente a un nutrido grupo de mujeres fotógrafas cuya relación cultivó a lo largo de sus muchas décadas de actividad creativa. Su ayuda y su papel de confidente fue importante para un círculo de fotógrafas que, además, a menudo se retrataban entre sí y entre las que se encontraban Berenice Abbott, Imogen Cunningham, Louise Dahl-Wolfe, Dorothea Lange, Alma Lavenson, Tina Modotti y Eiko Yamazawa.
VIAJES AL SUR DE LOS ESTADOS UNIDOS
Entre finales de la década de 1940 y principios de la de 1960, Kanaga realizó varios viajes al sur de Estados Unidos, donde continuó fotografiando a niños y trabajadores negros.
Durante una estancia en Florida, realizó una serie de fotografías de familias negras y jornaleros agrícolas que trabajaban en zonas pantanosas recuperadas, llamadas mucklands. A uno de estos viajes corresponde una de sus más célebres fotografías, la titulada Ella es árbol de vida, en la que aparece una estoica madre con sus dos hijos, uno a cada lado. Además, en 1950 fotografió al artista negro autodidacta William Edmondson junto con sus esculturas de piedra tallada.
En 1964, en pleno apogeo de la lucha por la liberación de la población negra en Estados Unidos, la activista y escritora Barbara Deming invitó a Kanaga a fotografiar la marcha por la Paz y La Libertad que recorrió 4500 kilómetros entre Quebec, Washington y Guantánamo como protesta contra las acciones de Estados Unidos en Cuba. Durante la marcha, Dening y otros activistas fueron detenidos por exigir que todos los manifestantes pudieran caminar juntos en una acera “solo para blancos”. Prison Notes, libro publicado por Deming en 1966, incluye fotografías de Kanaga.
ESTUDIOS DE LA NATURALEZA
En 1940, Kanaga y su marido, el pintor Wallace Putnam, adquirieron una casa fuera de la ciudad de Nueva York, en Yorktown Heights, a unos setenta kilómetros al norte de Manhattan. Se trasladaron a vivir allí de forma permanente en 1950 y Kanaga continuó haciendo fotografías para revistas del hogar con el fin de mantenerse a sí misma y a su marido.
Tal vez esta sea una de las razones por las que, tras haber mostrado su trabajo en importantes exposiciones durante la década de 1940, la práctica artística de artista decayó durante las dos décadas siguientes. Sin embargo, se dedicó a fotografiar el entorno natural que rodeaba su casa rural y, en 1948, una de las fotografías que realizó del estanque que tenían en el jardín fue incluida en la exposición In and Out of Focus: A Survey of Today’s Photography, celebrada en el MoMA de Nueva York.