Asturias, principado y cuna de una vasta historia en la que se amalgaman varias culturas, es poseedora de sólidas industrias del hierro y carbón. En las profundidades de su subsuelo existen además reservas de oro, por certificar, estimadas en 30 toneladas. Varias empresas se han mostrado interesadas en explorar y explotar el apetecido yacimiento Salave que se convertiría en el más grande de Europa, excluyendo a Rusia.
Por décadas varias empresas se han mostrado interesadas en explorar y explotar ese tesoro aurífero. Se han topado con obstáculos administrativos y sobre todo medioambientales que han frenado intenciones por hacerse con esa mina. Cuyo potencial equivale a un millón de onzas, más o menos el 10% de las reservas del Banco de España.
La última propuesta la ha formulado la empresa española Explotaciones Mineras del Cantábrico (EMC), con participación de capital nacional y extranjero. Actualmente está a la espera de una nueva declaración de impacto ambiental para iniciar un proyecto extractivo en la región.
“En los últimos años nuestra actividad se ha centrado en el yacimiento de oro de Salave, en Tapia de Casariego (costa occidental de Asturias). Hemos realizado numerosas actuaciones e inversiones dirigidas a definir en detalle la mineralización y sus características fundamentales. Así como las posibilidades económicas del proyecto y la búsqueda de la propuesta más sostenible para su explotación. Y «con un escrupuloso respeto al medioambiente», argumenta la compañía.
El proyecto cobra valor en momentos en que la actividad carbonífera se está dejando de lado para abonar la agenda verde. Y las comunidades asturianas han protestado por la contaminación de las siderúrgicas en mano de la multinacional ArcelorMittal.
Asturias, una mina de oro
El ambicioso proyecto de oro en Asturias, que implica inversiones y empleo, “está a la espera de la valoración medioambiental y ahora tenemos que esperar y dejar trabajar a los funcionarios. Se ha presentado un proyecto completamente diferente que ha solucionado los problemas de impacto ambiental detectados en el pasado, como el que afectaba a las aguas», aseguró la empresa a 20minutos.
«La propuesta presentada por la canadiense Astur Gold, que fue la última, no salió adelante porque la Confederación Hidrográfica del Cantábrico consideró que los ríos no podían absorber los vertidos que iba a generar. Pero nosotros no vamos a realizar ningún vertido a los ríos, sino que se realizarán directamente al mar. A través de un emisario submarino de más de 2 kilómetros y que llegará hasta 800 metros de la costa», dijeron.
En 2010, Astur Gold optó por la explotación subterránea, mucho menos agresivo con la naturaleza pero con una oposición aún intensa.
Anteriormente, Rio Narcea Gold Mines presentó en 2005 un proyecto de mina a cielo abierto que fue denegado por el Principado por motivos medioambientales. Esto hubiera supuesto horadar más de 600 metros de diámetro y 212 metros de profundidad.
Según fuentes de Explotaciones Mineras del Cantábrico desconocen el potencial de la mina con precisión. «Hasta que no lo explotemos no lo sabremos con exactitud. Pero se estima que hay unas 30 toneladas de oro, que lo convierten en el mayor yacimiento de Europa, excluyendo a Rusia».
Al precio de mercado actual, esa ingente cantidad de oro tendría un valor de unos 1.700 millones de euros.
La última campaña de sondeos realizada por EMC data de 2018, cuando se perforaron algo más de 2.000 metros. Con el objetivo principal de cerrar mallas de sondeos previos, confirmar sus resultados y facilitar la preparación de un estudio de viabilidad más consistente.
Un poco de historia, muchos intentos
Son muchas las empresas que desde los años 60 pasaron por Tapia para investigar el yacimiento de oro de Salave, en Asturias.
Exminesa (Cominco), Imebesa (Northgate), Río Tinto Patiño, GFSA (Gold Fields), CESA Charter exploraciones (Anglo-American), Oromet, Newmont Gold Company (Newmont Minig Corporation). Así como San Diego Gold Company (Lindex Exploration), Río Narcea Gold Mines y Dagilev Capital Corporation (Astur Gold). Estos son algunos de los nombres que resuenan en la zona. En total entre todas las empresas se hicieron casi 62 kilómetros de sondeos, señala Geolag. En estos años, muestras de Salave vuelan a Sudáfrica, Inglaterra o EEUU para ser analizadas y valorar su potencial económico.
Ese yacimiento está localizado en plena costa, cuya explotación supondría enormes movimientos de tierras y el uso de procesos químicos para tratar el mineral extraído. Significaría también un alto riesgo de contaminación en una zona de gran valor ambiental.
La propuesta de EMC, según su sitio en internet, es sostenible y amigable con el medio ambiente. Además, incluiría la inteligencia artificial como punta de lanza de la reconversión de la industria tal y como se conoce en la actualidad. Y mejoraría la seguridad y la preparación de los empleados.
Pero esa propuesta no convence a los ecologistas. «Esta vez lo que han hecho para evitar el problema de tener que pasar por la Confederación Hidrográfica, que no puede informar favorablemente, es una trampa a través de un emisario marino. Entonces, los vertidos con cantidades enormes de metales pesados, en vez de verterse en un río, se van a verter en el Cantábrico. El problema se traslada del río al mar», afirmó Joam Evans. Responsable de minería de Ecologistas en Acción.
¿Es posible la minería sostenible?
Asimismo aseguró que «la minería de oro es de las más contaminantes que hay. Por cada tonelada de tierra que se mueve, se extrae una cantidad muy pequeña de oro. Estamos hablando de gramos, cantidades realmente minúsculas. Es un tipo de minería que no tiene ningún sentido», sostiene Evans, quien aboga por cerrar todas las minas de oro.
De hecho, en Salave sería necesario remover hasta 740.000 toneladas al año de tierra durante 13 años para extraer las 30 toneladas de oro estimadas que hay en sus entrañas.
En el mundo de la minería hay otros intereses, excavar y obtener frutos millonarios. Más, cuando los precios del oro se han elevado más de un 5% en apenas cuatro semanas, desde el arranque de 2023, hasta alcanzar su valor más alto de los últimos seis meses.
Detrás de este incremento, que continúa la tendencia marcada en los últimos meses de 2022, se encuentran, entre otros factores, las tensiones geopolíticas, que han animado a los bancos centrales a elevar sus reservas de oro a niveles no vistos desde hacía décadas.