Las personas que viven en áreas con exposición persistente al humo de los incendios forestales y a la contaminación del aire por la agricultura, pueden tener mayores riesgos de desarrollar demencia en el futuro. La Universidad de Michigan señala en un estudio que estos siniestros de proceso abrasivo van emitiendo una mezcla de partículas finas que pueden ser más neurotóxicas que las que se originan en otros lugares.
Un dato que resalta es que en el oeste de Estados Unidos, por ejemplo, hay regiones donde la mitad de la exposición anual de sus habitantes a la contaminación por partículas finas es por el humo de estos incendios y llama la atención sobre los impactos en la salud, específicamente en la cognitiva a largo plazo.
A medida que el cambio climático genera incendios cada vez más destructivos, mortales y llenos de humo en todo el mundo, son más las personas expuestas a este riesgo de demencia. La investigación, publicada en Journal of the American Medical Association’s Internal Medicine, enfoca en la prevalencia de la demencia en casi 30.000 adultos estadounidenses. Utilizó datos de dos décadas mediante un modelo informático para compararlos con la contaminación del aire basadas en las direcciones de los hogares de los participantes. Se encontró que los lugares con niveles más altos de contaminación por partículas finas (PM2,5) tenían tasas más altas de demencia. La correlación era especialmente fuerte cuando la contaminación provenía de incendios forestales y agricultura.
Humo de incendios forestales eleva riesgos de demencia
La nomenclatura PM2.5 se refiere a algunas de las partículas microscópicas más pequeñas y dañinas que se liberan durante un incendio. Son 30 veces más pequeñas que el grosor de un cabello humano y pueden eludir las defensas del sistema respiratorio, ingresar al torrente sanguíneo y viajar a órganos vitales, incluido el cerebro. Además, pueden alojarse profundamente en el tejido pulmonar y causar problemas graves, incluida la muerte prematura.
Investigaciones anteriores han establecido que la exposición a partículas contaminantes provocan tasas más altas de enfermedad de Alzhéimer y otros padecimientos mentales. Sin embargo, el estudio de la Universidad de Michigan es uno de los primeros en examinar específicamente el vínculo de la demencia con el humo de los incendios forestales. Sus emanaciones pueden contener 10 veces más partículas que los escapes de los automóviles.
«Todas las partículas en el aire aumentan el riesgo de demencia, pero las generadas por entornos agrícolas e incendios forestales son especialmente tóxicas para el cerebro», señaló Sara Adar, autora principal del estudio. Confió que los hallazgos indican que reducir los niveles de contaminación del aire por partículas, puede disminuir el número de personas que desarrollan demencia en la vejez. Incluso en un país relativamente limpio.
La demencia es la séptima causa de muerte en el mundo, una de las principales causas de discapacidad y dependencia de los adultos mayores. A la fecha, la OMS cuantifica en más de 55 millones de personas diagnosticadas con alguna forma de la enfermedad.
Incidencias de las emisiones agrícolas en la salud mental
Para estimar los niveles de exposición de los participantes, los científicos combinaron los datos de salud con estimaciones de modelos de PM2,5 de diferentes fuentes: la agricultura, el tráfico, la industria, el polvo arrastrado por el viento y los incendios forestales. Primero simularon el total de PM2,5 en el aire y lo trataron como una línea de base. Luego, desactivaron cada fuente y restaron la nueva estimación de la línea de base para calcular la contribución específica de la fuente.
Para descartar otros factores de riesgo que podrían afectar sus resultados, Boya Zhang, epidemióloga ambiental de la UM, y el resto del equipo, tomaron en cuenta características de los participantes como la edad, el sexo y la raza.
Los investigadores calculaban que casi 188.000 nuevos casos de demencia cada año son atribuibles a la exposición total a PM2,5 por los incendios forestales. Después de ajustar por otros factores de riesgo, el equipo descubrió que solo el humo de los incendios forestales y las emisiones agrícolas se relacionan con la enfermedad.
Asimismo, el estudio encontró que las PM2,5 emitidas por la actividad agrícola tenían las concentraciones más altas en el Medio Oeste estadounidense. Los componentes tóxicos de los pesticidas agrícola pueden unirse a las partículas finas de la tierra arrastrada por el viento. Si se inhalan, dañan el cerebro humano.
Los científicos estiman que en Estados Unidos más de 7 millones de personas padecían demencia en 2020. Se espera que aumente a casi 12 millones en 2040 el número de personas con demencia.
En casa o con mascarilla
Zhang declaró que en el caso de los incendios forestales se necesitan medidas y políticas globales. Es esencial frenar el ritmo del cambio climático. “A nivel individual, en los días de mala calidad del aire, es mejor quedarse en casa y no hacer ejercicio al aire libre. Además, es conveniente instalar un purificador de aire y cerrar las ventanas. Si tienes que salir, lo mejor es usar una mascarilla”.
El estudio plantea que una exposición reducida al humo de los incendios forestales y a las emisiones agrícolas puede ayudar a reducir el riesgo individual de desarrollar la enfermedad.