Son malos tiempos para quienes integran la comunidad LGBTQ+ en Rusia. Especialmente si son almas sensibles dedicadas al arte. Los artistas queer de Rusia luchan contra una creciente y depredadora persecución. La Rusia de Vladimir Putin demoniza a las personas LGBTQ llamándolas «extremistas». Pero los artistas queer rusos están encontrando formas de expresarse desde el exilio.
Como en los peores tiempos del comunismo leninista-estalinista se les persigue. Antes por ser una muestra de la decadencia burguesa. Ahora se les considera enemigos por ser valores del liberalismo occidental. Afortunadamente a figuras como Konstantin Leontiev, Anna Yevreinova, Poliksena Soloviova, Alekséi Apujtin, Piotr Ilich Chaikovski, Vladimir Meshchersky, Sergei Diaghilev, Dmitry Filosofov o Vaslav Nijinsky no les tocó vivir el momento actual. Habrían tenido que irse “con su arte a otra parte”.
La comunidad LGBTQ de Rusia enfrentado una creciente discriminación con la aprobación de leyes que prohíben la “propaganda homosexual”. Acompañada de una actitud condescendiente por parte de las autoridades ante la violencia en su contra. Lo que ha sido criticado por parte de organizaciones de derechos humanos y la comunidad internacional. La lucha por los derechos LGBTQ en Rusia se enfrentan a un clima de creciente hostilidad de la que no escapan los artistas queer.
Aumenta intolerancia
En medio de la represión en su país, los creativos queer rusos van encontrando formas de hacerse oír, aunque cada vez más desde el extranjero.Pese a que en 2020 se había ilegalizado gran parte de la vida cultural LGBTQ+, una ola de creatividad queer se desplegó en Rusia. La revista i-D destacó en abril de ese año que la escena musical y nocturna estaba cambiando la percepción global de la juventud rusa.
El artista, modelo y músico gay Angel Ulyanov se convirtió en un símbolo del cambio. Utilizó su último sencillo y vídeo para “desmantelar la homofobia” en la antigua Unión Soviética. La publicación moscovita O-Zine, fundada cinco años después de la aprobación de la infame “ley de propaganda gay” del presidente Vladimir Putin en 2013, se convirtió en un baluarte de la cultura queer underground. Sin embargo, esta aparente tolerancia disipó desde la invasión a Ucrania en febrero de 2022. O-Zine parece estar en pausa y muchos artistas queer han optado por el exilio desde entonces.
Expresarse a pesar de Putin
Un mes después de la aprobación de las leyes antigay, a la editorial independiente Popcorn Books se le prohibió a vender libros LGBTQ+. En respuesta, informó Meduza, un sitio web independiente de noticias, la editorial trasladó su negocio a otros países, como Bielorrusia y Kazajstán. Comprar libros con temas y personajes LGBTQ+ no es ilegal en Rusia. Lo prohibido es venderlos.
El músico gay Angel Ulyanov también abandonó Rusia. Ahora reside en Estados Unidos. Le siguieron otros artistas queer, como el activista LGBTQ+ y conservador de museos Pyotr Voskresensky, que se vio obligado a cerrar una exposición privada en San Petersburgo y huir. Recibió fuertes amenazas porque la exhibición celebraba figuras LGBTQ+ rusas, incluido el compositor Piotr Chaikovski.
Gena Marvin, una “activista drag”, continuó desafiando a las autoridades de Moscú con su arte escénico queer en los primeros años de la tercera década del siglo XXI. Marvin crea trajes expresivos que a menudo transmiten mensajes sobre las luchas de la comunidad LGBTQ+ en Rusia. En el documental Queendom sigue la confección de un traje con alambre de espino por Marvin y que el artista que lució en las calles de Moscú días después de la invasión rusa de Ucrania. Una declaración antibelicista. Tanto Gena como la directora, Agniia Galdanova, fueron apresadas por la policía. Marvin, que creció en el extremo oriental de Siberia, decidió abandonar Rusia. Ahora vive en París, donde continúa su trabajo y su protesta.
En nombre de la tradición
La reciente oleada represiva comenzó en noviembre de 2022. El Parlamento ruso restringió más los derechos de la comunidad LGBTQ ampliando la Ley de propaganda gay que prohíbe las relaciones sexuales entre personas del mismo género y declara ilegal la promoción de “relaciones sexuales no tradicionales” entre menores. También prohíbe cualquier material que no cuestione los estilos de vida LGBTQ en libros, películas, publicidad y contenido en Internet.
Los legisladores defienden su estupidez argumentando que protegen los valores “tradicionales rusos» contra el liberalismo del Occidente. Alexander Khinshtein, uno de los legisladores que respaldó la radicalización de las normas, señaló que es necesario proteger “los valores, la sociedad y los hijos de Rusia y acusó a la comunidad LGBTQ como “un elemento en una guerra híbrida”.
Una semana más tarde, el 17 de noviembre de 2023, hubo otro nefasto hito en la historia del movimiento LGBTQ en Rusia. El Ministerio de Justicia demandó ante el Tribunal Supremo la prohibición del movimiento LGBTQ. Alegaba que se habían detectado “signos de extremismo” en las actividades de ese colectivo, que «incita a la discordia social y religiosa».
Dos semanas después, el Tribunal Supremo de Rusia emitió la sentencia. Declaró extremista el movimiento internacional LGBTQ y prohibió sus actividades en suelo ruso. Incluso equipara los estilos de vida LGBTQ con la pedofilia. De inmediato se retiró la propaganda y la publicidad LGBTQ, incluido cualquier intento de “generar interés y animar a integrar las filas del movimiento”. Sin embargo, los medios de información y desinformación del régimen afirmaban y «demostraban» que la sentencia “no afecta el derecho de los ciudadanos a la vida privada”. Una frase que la comunidad LGBTQ considera un perfecto ejemplo del cruel cinismo putiniano.
Objetivo de otra guerra
En una publicación de Instagram, Ulyanov expresó su frustración y acusa a las autoridades rusas de planear una guerra no solo contra Ucrania, sino también contra su propia sociedad. «Eligió la comunidad LGBTQ como objetivo», afirma Ulyanov, que ya no se siente enfadado ni indignado por esta lucha contra los “valores no tradicionales” y solo desea olvidar su país existe.
Pyotr Voskresensky, defensor de los derechos LGBTQ desde 2007, reconoció que desde el inicio de la invasión de Ucrania veía inevitable la represión y durante los primeros meses tenía miedo hasta de salir de su apartamento.
Con el respaldo de la Iglesia Ortodoxa rusa, Vladimir Putin ha reorientado sus políticas «a restaurar valores tradicionales no occidentales». Una postura que reforzó al decretar 2024 como el “Año de la Familia”. Sin que el autócrata hubiese terminado de hablar, la policía rusa implementó redadas en clubes y bares frecuentados por lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, queer y no binarias, incluidos curiosos y distraídos sin respetar sus derechos.
La ley de propaganda ha expulsado gran parte de la vida cultural queer de Rusia. Desde el 1 de enero del 2024 se espera una estampida mayor por el fallo del Tribunal Supremo que penaliza las actividades de la comunidad LGBTQ. Los activistas como Gena Marvin sugieren en sus publicaciones de Instagram encontrar el exilio en París: «Si eres ruso, artista y queer debes que expresarte desde el exilio, lejos de la homofobia de Putin».