Por A.O. Goriainoff | Ilustraciones: Manuel Sombi Guevara
ACTUALIZADO 01/02/2016
Estados Unidos tiene la oportunidad de elegir a su primera mujer presidenta (y el cargo de first husband, primer marido) o vicepresidenta, algo que el electorado demócrata ve bien y el republicano no tanto.
Sería un hito que el país eligiera a un ‘socialista’ declarado, como es el caso de Sanders, que también sería el primer judío en el despacho oval, que apostara por un presidente hispano, hable bien español (Rubio), o no (Cruz), o que escogiera a un máximo mandatario nacido en Canadá (Cruz). También sería inédito que hubiera una primera dama oriunda de México, u otra que fue cheerleader (Rubio) y de padres colombianos (Bush).
CALENDARIO DE LAS PRIMARIAS:
Pero nadie lo tiene fácil, y menos los demócratas, pues desde 1948 sólo una vez un partido ha estado en el poder durante tres administraciones consecutivas: el republicano (1980-1992).
Estas elecciones vuelven a enfrentar a la América más profunda con la más liberal y progresista, que desea actualizar la democracia y la sociedad estadounidenses para situarlas a la par de las demás democracias del mundo. Por una parte, está el circo mediático que gira alrededor de Donald Trump, que no hace más que acaparar titulares y espacios televisivos del prime time, seguido del recalcitrante frente religioso cristiano-evangelista que apoya a Carson, Cruz o a Rubio. Por otra, aunque el país no le hace ascos a las dinastías (léase el eterno love affair con los Kennedy), nadie se sorprendería si en noviembre de 2016 el electorado se ve en la extraña tesitura de tener que elegir entre un miembro del clan Bush, otro del clan Clinton.
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A pesar de la inmensa influencia del país en asuntos exteriores, de su cultura y economía armamentísticas y de su presencia militar por medio mundo, serán la política interior, los impuestos y lo que se conoce como las culture wars –el conflicto entre los valores conservadores y progresistas–, lo que harán que el próximo inquilino de la Casa Blanca sea de un partido –si el país se aleja del conservadurismo reciente que reina en el Congreso– o de otro –si quiere seguir en el camino ya iniciado por Barack Obama–.
Parafraseando a Churchill, aunque EEUU sea un país que, al final, después de todo y cuando no queda otro remedio, “hace siempre lo correcto”, lo cierto es que lleva varios años tratando de descifrar qué es este concepto: el liberalismo progresivo o el conservadurismo religioso; un gobierno potente, o uno que no se inmiscuye en apenas nada; una nación que se parece a los ideales religiosos del Tea Party actual u otra que se asimila a los esquemas laicos de los autores de la Constitución.
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¿Y hacia dónde apunta la brújula política? Muchos analistas consideran que el candidato que gasta más en su campaña suele ganar la carrera presidencial. Según la cadena PBS los 22 candidatos principales han recaudado en total 274 millones de dólares. Y el 28% pertenece a una persona: la demócrata Hillary Clinton.