Stefan Armborst [Asociación Bona Ona, bonaona@bonaona.org]
Las siguientes líneas invitan a un proceso de reflexión individual y colectiva acerca del uso de las tecnologías de comunicación inalámbricas -la telefonía móvil- instaladas desde hace 25 años, de su quinta generación (5G) en vías de despliegue y de las tecnologías que se ciernen sobre un tenebroso futuro “transhumanista” que puede hacernos temblar (6G, realidad virtual, Internet de las Cosas y de los Cuerpos, Inteligencia Artificial (AI) y la “hibridación de los humanos con las máquinas”, etc.)1.
Nuestra idea «guía”: La profundización acelerada de la digitalización presenta cada vez peligros más grandes para la integridad personal y el futuro de la vida en el planeta; acelera la huida hacia adelante sin importar lo que serían los verdaderos imperativos para una estrategia social-ecológica frente al colapso que toca, cada vez más acuciante, a nuestras puertas.
¡Ojalá que despierten por fin los que todavía creen que este tipo de “progreso tecnológico”, junto con los intereses que lo modelan, sea la panacea para la situación de verdadera emergencia planetaria en que estamos inmersos!
La propuesta parece “descabellada”, pero no lo es. La paulatina “despedida del móvil y su mundo” es no solo una férrea necesidad para los miles y miles de personas electro-sensibles, sino también una vía para transformar, sanar y “liberar” nuestra vida diaria y dar una clara señal de que queremos “poner la Vida al Centro” y de que “otra tecnología es posible”.
La industria de las telecomunicaciones ha hecho un trabajo tan bueno vendiendo esta tecnología que hoy en día el hogar americano medio contiene 25 dispositivos diferentes que emiten radiación de microondas y el americano medio pasa cinco horas al día con su teléfono móvil, lo tiene en su bolsillo junto a su cuerpo el resto del día y duerme con él toda la noche en o junto a su cama.
Hoy en día, casi todos los hombres, mujeres y niños tienen un dispositivo de radiación de microondas en la mano o contra su cerebro o cuerpo todo el día, completamente inconscientes de lo que se están haciendo a sí mismos, a su familia, a sus mascotas, a sus amigos, a sus vecinos, a los pájaros de su patio, a su ecosistema y a su planeta. Aquellos que incluso son conscientes de que existe un problema, sólo ven las torres como una amenaza, pero su teléfono como un amigo.
Arthur Firstenberg, Cellular Phone Task Force
El público, en su mayor parte, ha aceptado el mundo inalámbrico como una forma de vida conveniente y a menudo satisfactoria. Una de las formas “necesarias” en que nos conectamos con “el mundo”. No obstante, existe una amplia evidencia de que la radiación de radiofrecuencia/microondas –también conocida como radiación inalámbrica– de torres celulares, teléfonos celulares, WiFi, teléfonos inalámbricos, electrodomésticos inteligentes, hogares inteligentes, ciudades inteligentes, etc. puede afectar negativamente el sistema inmunológico y la salud en general, aumentar el riesgo de cáncer, de enfermedades neurodegenerativas, como el Párkinson y el alzhéimer, defectos congénitos, problemas de aprendizaje, dolores de cabeza, trastornos del sueño y la grave afección del sistema autoinmune.
El silencio de los gobiernos sobre estos problemas que sufren millones de personas en el mundo ha generado una falsa presunción de seguridad de las radiaciones no ionizantes.
Durante décadas, las compañías de telecomunicaciones han presionado a los gobiernos para que promulguen leyes favorables para su industria y hasta que a la ciudadanía se les niegue el derecho a oponerse por motivos de salud a la instalación de torres de telefonía móvil en su entorno.
Además, la infraestructura 5G, con su enorme potenciación de las posibilidades de vigilancia social y de manipulación directa del organismo humano, se está implementando precipitadamente en todo el mundo antes de haber emprendido un solo estudio de seguridad.
Cómo empezó todo, el ejemplo de Estados Unidos
A mediados de los años noventa, la industria de telecomunicaciones de Estados Unidos se preparaba para introducir el que resultó ser el dispositivo electrónico más peligroso para la salud humana, para la vida silvestre y para el planeta: el teléfono celular digital2.
El problema era que desde los años sesenta del siglo pasado se habían realizado y publicado numerosos estudios científicos, algunos encargados por el ejército estadounidense, que evidenciaban que los campos electromagnéticos artificiales tenían un potencial de daño que superaba por miles y miles de veces el total de radiación no-ionizante natural existente.
Ante el aluvión de resultados científicos alarmantes, la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos creó su propio laboratorio de investigación sobre la radiación de microondas. Funcionó desde 1971 hasta 1985, con 30 personas a tiempo completo y exponiendo perros, monos, ratas y otros animales a las microondas.
La EPA quedó tan preocupada por los resultados de sus experimentos que en 1978 propuso desarrollar directrices para la exposición humana a la radiación de microondas con el fin de que sean adoptadas y aplicadas por otras agencias federales cuyas actividades contribuyen a una preocupante contaminación electromagnética que se expande sin cesar. Esas agencias se opusieron rotundamente.
Finalmente, en junio de 1995, con la industria de las telecomunicaciones planeando poner dispositivos de radiación de microondas en las manos y junto al cerebro de cada hombre, mujer y niño, y erigir millones de torres y antenas de telefonía móvil en ciudades, pueblos, aldeas, bosques, reservas de vida silvestre y parques nacionales en todo Estados Unidos para que esos dispositivos funcionaran, la EPA anunció que iba a publicar la Fase I de sus directrices de exposición a principios de 1996.
La Comisión Federal de Comunicaciones habría tenido que hacer cumplir esas directrices, los teléfonos móviles y las torres de telefonía celular habrían sido ilegales y, aunque no lo fueran, las empresas de telecomunicaciones se habrían expuesto a una responsabilidad civil ilimitada por todo el sufrimiento, la enfermedad y la mortalidad que iban a causar. Pero no fue así.
La Asociación de Energía Electromagnética, un grupo de presión de la industria, impidió que se publicaran las directrices de exposición de la EPA. Además, el 13 de septiembre de 1995, el Comité de Asignaciones del Senado suprimió los 350.000 dólares que se habían presupuestado para el trabajo de la EPA sobre sus directrices de exposición y escribió en su informe: «El comité cree que la EPA no debería participar en actividades relacionadas con los CEM».
La Asociación de la Industria de las Comunicaciones Personales, otro grupo de presión de la industria, también presionó al Congreso que redactaba un proyecto Ley de Telecomunicaciones y se añadió una disposición que prohibía a los estados y gobiernos locales regular las «instalaciones de servicios inalámbricos personales» sobre la base de sus «efectos ambientales». Esa disposición protegía a la industria de las telecomunicaciones de toda responsabilidad por los daños causados por las torres de telefonía móvil y los teléfonos celulares, y le permitía vender al público estadounidense una de las tecnologías más peligrosas.
Ya no se permitía a la gente dar testimonio de los perniciosos efectos sufridos por la telefonía móvil. Ni se permitió testificar a los científicos en los tribunales sobre los peligros de la tecnología. Se acallaron todos los medios para que el público no se enterara de los graves peligros de la tecnología inalámbrica.
Consecuencias de la telefonía móvil en Estados Unidos
A partir del 14 de noviembre de 1996, el día en que Omnipoint Communications encendió en Nueva York sus torres de telefonía móvil, cientos de miles de habitantes enfermaron repentinamente. Muchos creían que estaban sufriendo un ataque al corazón, un derrame cerebral o un ataque de nervios.
El Departamento de Salud lo calificó de epidemia de gripe y duró hasta mayo de 1997. Cabe preguntarse, ¿por qué solo afectó a Nueva York y no a ninguna ciudad cercana? Las estadísticas semanales de mortalidad de los Centros de Control de Enfermedades revelaron un aumento del 17% de la mortalidad a partir de la semana del 17 de noviembre. Duró 11 semanas y mató a 2.300 personas.
Telefonía móvil: dos mentiras flagrantes
La mayor mentira consiste en asegurar que son dispositivos de «baja potencia» y que eso los hace seguros. Pero, es una falacia. De cualquier móvil –aún más el del tipo 5G – en la mano o cerca del cuerpo, se recibe más radiación de microondas que la que proviene de cualquier torre celular, y 10.000 millones de veces más radiación de microondas que la que se recibe del Sol, la Vía Láctea o cualquier otra fuente natural.
Y la segunda mentira: los campos electromagnéticos no son toxinas en el sentido ordinario.
Es sabido que la regla en toxicología –que una dosis menor es una dosis más segura– no se aplica a la radiación de microondas. Los seres vivos somos sistemas electroquímicos que utilizan los CEM de baja frecuencia en todo, desde el plegamiento de las proteínas, pasando por la comunicación celular, hasta el funcionamiento del sistema nervioso. Y, en consecuencia, la imposición de una señal de CEM muy débil a un ser vivo, tiene la posibilidad de interferir en su funcionamiento normal. Por esto, las radiaciones de teléfonos móviles incluso a uno o más metros de distancia son las que más daño producen en el organismo. Estar rodeado de teléfonos móviles –propios o ajenos– va creando una red fuertemente contaminante.
Daños de la telefonía móvil a la naturaleza
Solo hay dos fuerzas de largo alcance –la gravedad y el electromagnetismo– que dan forma a todo en el universo, incluido nuestro cuerpo, e ignoramos este hecho por nuestra cuenta y riesgo. Inundando la superficie entera del planeta con un mar electromagnético, hasta 10.000.000.000 de veces más fuerte que la radiación natural se van destruyendo cimientos de la vida.
El número de pájaros de todas las especies está decreciendo. Estamos desorientando y aniquilando no solo las aves sino también los insectos. Todas las pequeñas criaturas que tienen antenas y las utilizan para enviar y recibir comunicaciones electrónicas, ven interferidas estas comunicaciones, ahogadas por las comunicaciones mucho más potentes de nuestros dispositivos inalámbricos.
Están desapareciendo las abejas melíferas. Se interrumpe y se dificulta el proceso de polinización de cualquier clase de plantas. Un gran número de especies de anfibios se han extinguido desde la década de los años ochenta. Los anfibios son los más vulnerables de todas las especies3.
“El discurso hegemónico pretende hacernos creer que la Cuarta Revolución Industrial resolverá los graves desafíos de la humanidad, incluso los ecológicos, mediante la Internet de las Cosas y el resto de grandes promesas de la digitalización. Y en este pack, la tecnología 5G es un elemento imprescindible con la instalación de antenas por todo el globo (cada 100 m) y lanzando miles de nuevos satélites privados al espacio, lo que permitirá conectar a la red billones de nuevos objetos interconectados. En un momento de emergencia ecológica y de colapso ecosocial como el actual, hay que dirigir todos los esfuerzos y recursos a regenerar los ecosistemas, a asegurar las necesidades básicas de las personas y al cuidado de la vida, en lugar de permitir una dinámica de expansión sin fin de las TIC (Tecnologías de la Información y de la Comunicación).”
(¡DESENCHÚFATE! Ideario en favor del decrecimiento tecnológico-digital y en contra del desarrollo del 5G. Manifiesto de Extinction Rebellion Barcelona)
Ideas para “desconectarse del móvil”
Usa tu móvil de forma verdaderamente consciente, siguiendo en tu práctica diaria según la cruda verdad siguiente: ¡Cuanto más tiempo se usa el teléfono celular y cuanto más cerca estamos de otros móviles en uso, mayor es el riesgo de cáncer y otras enfermedades graves!”.
Aquí algunos consejos:
- Aprende a poner tu teléfono en modo avión con las antenas apagada. Hay una aplicación que lo hace automáticamente cuando apagas la pantalla.
- Asegúrate también de que las antenas WiFi, el Bluetooth y los datos móviles están apagados en los ajustes del teléfono. Con las antenas apagadas puedes reproducir música y hacer fotos o vídeos.
- Evita hacer llamadas en el coche. El teléfono móvil se activa más como antena para obtener una señal a través del metal, por lo que la radiación es más fuerte.
- Recuerda mantener el teléfono alejado del cuerpo.
- Mantén el teléfono alejado de tu cerebro utilizando el altavoz. Escribe mensajes en lugar de hablar.
- Cuidado con la baja señal. Cuanto más débil sea la intensidad de la señal más fuerte será la radiación del teléfono.
- No duermas junto al teléfono. Utiliza un despertador con batería y apaga el teléfono por la noche.
- Reduce el tiempo que dedicas al teléfono y a la conexión inalámbrica en general. Elige una tecnología más segura.
- Los teléfonos no deben estar en el bolsillo o en el sujetador ni en contacto con el cuerpo.
- Quita el WiFi de tu router, utiliza la transmisión de datos por cable y/o vía la red eléctrica usando adaptadores en entrada y salida de los enchufes de electricidad en tu casa, además conecta tabletas y móviles directamente al router. Joan Carles López explica en un vídeo4 la manera de conectar el móvil Android a la red de Internet por cable Ethernet, sin instalar ninguna aplicación y, lo que es más importante, en modo avión. Todas las personas podremos utilizar esta tecnología actualizada a día de hoy, y que será el principio para reducir de manera importante y casi al 100% las radiaciones inalámbricas de los hogares y oficinas.
- ¡Desconéctate mentalmente! ¡Prueba con practicar “un día a la semana sin utilizar el móvil!”. ¿Qué observas en ti en estos días?
- ¡Participa en el boicot en la compra de nuevos dispositivos de telefonía móvil! ¡No compres ningún producto que se puede conectar automáticamente a la red Wifi, el 5G y el Internet de las Cosas, porque incrementarán las dinámicas nocivas que afectan a buena parte de la población: falta de concentración, desconexión de la realidad y de uno mismo, problemas oculares, adicción a la tecnología y otros problemas.
- El despliegue de la nueva tecnología de Internet móvil aumenta de manera significativa las emisiones de gases de efecto invernadero. 5G conducirá a un aumento importante en la huella de carbono de la tecnología digital. Las emisiones adicionales provendrán principalmente de la fabricación de dispositivos (teléfonos inteligentes, auriculares, etc.) y de equipos de redes y centros de datos, además del aumento en el consumo de electricidad que conlleva.
- Empecemos a saborear la “vida sin enganche continuo a la red”. Jorge Riechmann cita a Antonio Izquierdo Escribano, catedrático de sociología: “La informatización de la sociedad nos aísla, nos deshumaniza y contra la apariencia, aumenta la desigualdad social. La enorme concentración de poder que rige el mercantilismo digital fortalece la burocracia, succiona la democracia y desintegra la comunidad humana”5.
Existe una amplia evidencia de como la radiación inalámbrica de torres celulares, teléfonos celulares, WiFi, teléfonos inalámbricos, electrodomésticos inteligentes, hogares inteligentes, ciudades inteligentes, etc. puede afectar negativamente el sistema inmunológico y la salud en general, aumentar el riesgo de cáncer, de enfermedades neurodegenerativas, como el Párkinson y el alzhéimer, defectos congénitos, problemas de aprendizaje, dolores de cabeza, trastornos del sueño y la grave afección del sistema autoinmune.
Si no empiezas a desconectar paulatina y decididamente del “móvil y su mundo” –como consumidor y usuario– este mundo se va a desconectar de ti. Los apagones están haciendo verdad lo que Ramón Fernández Durán y Luis González Reyes vaticinaron hace 7 años en su magnífica obra “En la espiral de la energía”:
“Probablemente, la discontinuidad más importante la podrá marcar la caída de la red eléctrica y de Internet. Es muy difícil aventurar cuándo se producirá, pero la Bifurcación de Quiebra será un momento a partir del cual esto será más factible, pues por entonces el suministro de carbón estará también en declive y de él depende en gran medida la red eléctrica global. Es probable que esta dependencia por entonces sea mayor como consecuencia de la menor disponibilidad de gas.
“Además, no hay que olvidar que la red es fuertemente petrodependiente, al menos en su mantenimiento. (…) El funcionamiento de las redes eléctricas irá sufriendo crisis in crescendo en las décadas de 2020 y 2030 con apagones y caídas de suministro. Estas crisis afectarán más a los territorios periféricos que a los centrales, como ocurre hoy en día, pero probablemente se irán generalizando. (…) Para internet probablemente no habrá alternativa.A los problemas de sostener la red y la potencia eléctrica globalmente, se sumarán los de su infraestructura (redes de fibra óptica, satélites, ordenadores, servidores)”6.
Demos la vuelta a la tortilla y empecemos a “respirar aire fresco”, sin inalambrismo, sin teléfono móvil. Para decirlo con las palabras enfáticas de Arthur Firstenberg, fundador del “Llamamiento internacional para detener el 5G en la Tierra y en el espacio”:
Si la gente renuncia voluntariamente a los teléfonos móviles, la repentina y dramática mejora de la salud y la sensación de bienestar de todo el mundo, y la recuperación de todas nuestras especies en vías de desaparición que aún intentan compartir la Tierra con nosotros, devolverá la esperanza a la especie humana y catalizará otros cambios que serán posibles. El más importante es el fin de la minería y el uso de los combustibles fósiles, que están convirtiendo el oxígeno de nuestro aire en dióxido de carbono, acidificando nuestros océanos, contaminando nuestros ríos, lagos, arroyos y aguas subterráneas, y llenando los océanos, la tierra, la atmósfera y a nosotros mismos con partículas de plástico.
Si la gente no está dispuesta a renunciar a los teléfonos móviles, a nuestro planeta no le queda mucho tiempo de vida, y los teléfonos móviles morirán con la Tierra. En cualquier caso, no están aquí para quedarse. Toca unirnos para trabajar por la restauración de nuestro hogar.7
“Defendemos un cambio radical de modelo que promueva la soberanía tecnológica: la re-apropiación de la tecnología por parte de las ciudadanas de la forma más autóctona y descentralizada posible; y el decrecimiento tecnológico: la simplificación de la tecnología actual para hacerla compatible con los límites biofísicos del planeta.”
Stefan Armborst [BONA ONA, asociación de información y divulgación sobre las radiaciones no ionizantes en las Islas Baleares www.bonaona.org; bonaona@bonaona.org]
BONA ONA, declaración de principios
Asociación de información y divulgación sobre las radiaciones no ionizantes. Somos la primera asociación sin ánimo de lucro que procura proteger a las personas consumidoras y usuarias en el ámbito de las telecomunicaciones inalámbricas. Defendemos legal y administrativamente los derechos de la ciudadanía y de personas especialmente afectadas por la contaminación electromagnética. Contribuimos a que las instituciones en todos los niveles ejerzan los derechos y deberes existentes en protección de la salud y el medio ambiente (tanto terrestre como la atmósfera terrestre), exigiendo medidas cautelares a las operadoras de suspender su actividad, imponiéndoles la imprescindible condición previa de acreditar su inocuidad.
Difundimos información científicamente avalada sobre los múltiples impactos de la tecnología 5G, Wifi Global, Internet de las Cosas e Internet de los Cuerpos sobre la salud humana, la seguridad, la privacidad y la democracia, el medio ambiente, las relaciones sociales y de trabajo, el desarrollo educativo, etc. Proponemos y apoyamos que una sociedad civil consciente consiga una moratoria en el despliegue de la tecnología 5G, apelando al Principio de Precaución frente a la falta de consenso científico sobre la inocuidad de dicho despliegue.