En menos de cinco generaciones, las emisiones totales de dióxido de carbono humano podrían coincidir con las del último gran evento de calentamiento de efecto invernadero de la Tierra. Decir que arde el planeta podría sonar exagerado, pero en el futuro cercano, la vida como la conocemos podría llegar a su fin.
La extinción de especies de plantas o animales sujeta a los cambios ambientales extremos aumenta el riesgo de un efecto dominó en la extinción de éstas.
En este sentido, el calentamiento global podría dar origen al peor escenario de lo que los científicos llaman «coextinciones». Este término hace referencia a la situación en la que una especie desaparece porque depende de otra que se ha extinguido. Algunos científicos se aventuran a decir que esta situación podría aniquilar toda la vida en la Tierra.
La última vez que la atmósfera concentró una cantidad de CO2 similar a la actual fue entre tres y cinco millones de años atrás. Así lo reflejan los estudios de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El resultado fue una temperatura entre 2 y 3 grados más alta, cuando el nivel del mar creció entre 10 y 20 metros por encima del actual.
La vida peligra mientras arde el planeta
El problema de fondo es que los cambios climáticos generados en las últimas décadas, especialmente por la actividad humana, podrían ocurrir a una velocidad tal que las especies no puedan adaptarse.
A diferencia de lo ocurrido hace eones (o eras geológicas), cuando se sucedieron cambios climáticos paulatinos, el planeta enfrenta fenómenos meteorológicos extremos en períodos de tiempo excesivamente breves. En cuestión de pocos años, una misma zona puede afrontar una sucesión de sequías, olas de frío, inundaciones, olas de calor e incendios forestales.
Este inusitado ritmo de cambios está teniendo efectos en la calidad del suelo y del aire. También ha generado la pérdida de hábitat y la escasez de alimentos, agua, refugio. Se trata de y casi todas las cosas básicas necesarias para mantener la vida.
Un incremento de esta situación podría poner en peligro de extinción a la mayoría, o incluso a toda la vida en la Tierra.
Constructores de nuestra propia extinción
La evidencia científica apunta a que la actividad humana es el factor principal en el fenómeno del calentamiento global que enfrenta el planeta.
Los estudios también destacan que este fenómeno podría llevar a la extinción de la la raza humana.
Por lo tanto, de mantenerse esta situación, quizás tengamos el poco halagador privilegio de ser la primera especie en el planeta que haya causado su propia extinción.
No sólo arde el planeta, sino que nuestro futuro pende de un hilo.
La buena noticia es que la humanidad aún está a tiempo de evitarlo.
Sin embargo, nuestra única oportunidad de supervivencia requiere que un gran número de nosotros respondamos poderosamente ahora y sigamos movilizando a más gente para que lo haga.
La diferencia entre los dinosaurios y humanos, es que ellos no podían hacer nada para salvarse de la extinción. Nosotros, en cambio, podríamos ocasionarla, acelerarla, retrasarla o evitarla.
Para más información visite Cambio16.
Vea también: