Por Gorka Landaburu
Quiroga ha terminado presentando su dimisión como presidenta del PP en el País Vasco tras una arriesgada maniobra para colocar a su formación en el debate sobre la pacificación y la normalización política en Euskadi. La ponencia con la que pretendía volver a conectar con la sociedad vasca, interpretada por sus compañeros de Madrid como una cesión a EH Bildu, ha sido su final. Precisamente el que ha propiciado su caída, el ministro Alfonso Alonso, es ya el nuevo presidente de al formación conservadora. Rajoy manda a uno de sus hombres fuertes a apagar el fuego vasco a modo de bombero. Y como siempre, aquí no ha pasado nada.
Entradas anteriores:
- Y ahora qué
- La recta final
- La foto de la conciencia
- ‘Agur’, Txiki Benegas
- El éxodo de la inmigración
- El órdago de Tsipras
- La lacra de la violencia
- El peligro de los populismos
- Ondean las banderas en la Habana y Washington
- El órdago soberanista
- Ante la crisis, más Europa
- Hay que seguir negociando
- Zapata, entre el odio y la hipocresía
- De la euforia a la crispación
- Perdonarse a uno mismo
- Pactar no es pastelear
- Amarga victoria
- A pactar y a gobernar
- Confusión electoral
- El Mediterráneo, una gran fosa común
- La impunidad de Boko Haram
- El último órdago de Rosa Díez
- Vencedores y vencidos
- Pistoletazo al año electoral
- El debate está en la calle
- El pecado europeo
- Aquí mando yo
- Se rompe el bipartidismo
- Syriza, más que una victoria
- Mariano, se fuerte
- Tiempo de reflexión
- Todos somos Charlie
- Cuba y EEUU, acuerdo histórico
- ¡Qué vuelvan a la mesa de diálogo!