La inteligencia a menudo se considera como el principal indicador del éxito académico y profesional. Pero la verdadera esencia del aprendizaje no reside en la inteligencia innata, sino en la capacidad de ser educable. En otras palabras, la disposición y habilidad para aprender y adaptarse a nuevas situaciones y conocimientos.
La educabilidad es la aptitud de una persona para recibir influencias y construir su conocimiento. Es poder configurarse, llevar a cabo aprendizajes nuevos, modificar la forma de conducirse, hacerse como persona en un proceso abierto. Es necesaria porque permite la autorrealización, la personalización y la socialización.
Destaca como un factor crucial que determina el éxito en el aprendizaje. A diferencia de la inteligencia, que a menudo se percibe como una cualidad fija, es una característica dinámica que puede desarrollarse y mejorarse con el tiempo. Esto implica una mentalidad abierta. También estar presto a enfrentar desafíos y tener habilidad para aplicar el conocimiento adquirido en contextos diversos.
Uno de los aspectos más fascinantes es su enfoque en el proceso de aprendizaje continuo. En lugar de centrarse únicamente en el resultado final, valora el viaje del aprendizaje, donde cada experiencia y error se convierte en una oportunidad para crecer y mejorar. Este enfoque fomenta una mentalidad de crecimiento, en la que los individuos no se limitan por sus capacidades actuales, sino que están constantemente buscando expandir sus horizontes.
Madurar los conocimientos
El conocimiento casi nunca llega en el momento de su aplicación. Siempre es adquirido demasiado pronto y se almacena. Expertos consideran que a menudo debe madurarse en nuestros almacenes mentales durante décadas hasta que averiguamos qué hacer con él. Por ejemplo, el universitario que toma hoy una clase en la Facultad de Derecho que le permitirá defender un caso complicado años después. Aseguran que los patrones de pensamiento establecidos se volverán a rastrear más tarde; las ideas que encontramos por primera vez en el arte nos prepararán para el resto de la vida.
Leslie Valiant, un eminente científico informático que enseña en Harvard, cree que esto es una fortaleza. Y la llama educabilidad. En el libro La importancia de ser educable sostiene que es la clave de nuestro éxito. Escribe que cuando se piensa en lo hace que nuestras mentes sean especiales, siempre nos centrarnos en la inteligencia. Pero afirma que para captar la realidad en toda su complejidad necesita de algo más que la inteligencia.
El ser humano necesita construir teorías amplias y flexibles sobre el mundo. Que le sirvan en circunstancias nuevas, imprevistas y extrañas. Y lo hacen reuniendo diversos tipos de conocimiento, a menudo de forma lenta, aditiva y fortuita, y uniéndolos. Valiant explica que través de este proceso, adquirimos sistemas de creencias que son más amplios y ricos que los que podemos crear a través de la experiencia personal directa.
La IA es mera inteligencia
Valiant es reconocido por desarrollar ideas que sustentan la inteligencia artificial y la computación distribuida, en la que muchas computadoras trabajan juntas para resolver problemas. Hasta le otorgaron el premio Turing 2010, que es como un Nobel en su disciplina. Cuando contrasta la forma de aprendizaje de la IA con la del ser humano, concluye que una IA puede que sorprenda por su inteligencia, y hasta por pensar intuitivamente como una persona. Sin embargo, asevera, no son tan flexibles como las mentes humanas porque aún no son educables.
Comenta que incluso las IA más avanzadas aprenden a través de un proceso rígido, en el que se las entrena, con un gran gasto, y realmente no se vuelven más inteligentes después de eso, sin importar cuánta información nueva ingieran. Por el contrario, los seres humanos mejoran constantemente sus propias mentes a través de un proceso abierto y en desarrollo que conecta hechos e ideas recién adquiridos con los recopilados hace mucho tiempo. «Combinamos fragmentos de conocimiento adquiridos con años de diferencia» en «teorías de considerable complejidad que tienen muchas partes dispares», expresa en el texto.
Por eso una mente educable puede aprender de libros, conferencias, conversaciones, experiencias y de casi cualquier cosa, y darse cuenta de ello cuando se revelan aspectos relevantes de un conocimiento casi olvidado. A menudo admiramos a alguien cuando aprende rápido o lo identificamos como “capaz de aprender», pero lo que realmente lo hace educable es que aplica los conocimientos “a fines no previstos en el momento del estudio o la capacitación”.
Un ideal
La educabilidad promueve la adaptabilidad, una habilidad esencial en un mundo en constante cambio. Aquellos que son educables pueden ajustarse rápidamente a nuevas tecnologías, metodologías y entornos, lo que les permite mantenerse relevantes y competitivos en sus campos. Esta adaptabilidad no solo es beneficiosa a nivel individual, sino que también impulsa la innovación y el progreso en la sociedad en general.
Es algo así como «inteligencia callejera” (un término que connota la “extraña capacidad de negociar los aspectos prácticos de la vida») y está estrechamente relacionada con tener sentido común. Valiant escribe que cuando las personas nos parecen particularmente «educadas», puede significar que han ido mucho a la escuela, pero también que son excepcionalmente educables, con la capacidad de “aprovechar cualquier oportunidad educativa que surja, ya sea formal o informal”.
El autor cree que podría ser útil promoverla como un ideal. Que se podría averiguar cómo medirla y enseñarla en las escuelas, o alentarla en los adultos. Mucho más, en una época en la que la aceleración del cambio tecnológico significa que siempre hay más que aprender. Asegura que se podría intentar desarrollar una sociedad más educable en general.
La educabilidad redefine nuestra comprensión del aprendizaje al destacar la importancia de la disposición y la capacidad para aprender. Al centrarse en el proceso y la adaptabilidad, este enfoque ofrece una visión más inclusiva y dinámica del éxito académico y profesional.
En las escuelas
Fomentar la educabilidad en las escuelas es esencial para preparar a los estudiantes para un mundo en constante cambio. Entre algunas de las estrategias clave para lograrlo está fomentar la idea de que las habilidades y la inteligencia pueden desarrollarse con esfuerzo y perseverancia. Los maestros pueden alentar a los estudiantes a ver los desafíos como oportunidades de aprendizaje y a no temer cometer errores. También se deben incorporar técnicas de aprendizaje autónomo, como la toma de apuntes efectiva, la gestión del tiempo y la investigación independiente. Esto ayuda a los estudiantes a convertirse en aprendices autodirigidos y a desarrollar la capacidad de aprender por sí mismos.
Crear un entorno donde se valore la curiosidad y se fomente el cuestionamiento es una herramienta que los maestros pueden utilizar. Hacer preguntas abiertas y proyectos de investigación para estimular el pensamiento crítico y la exploración. Aplicar el aprendizaje basado en proyectos para que los estudiantes trabajen en problemas del mundo real y apliquen sus conocimientos en contextos prácticos. Esto no solo hace que el aprendizaje sea más relevante, sino que también desarrolla habilidades de resolución de problemas y colaboración.
Se debe promover una retroalimentación específica, constructiva y orientada al crecimiento. En lugar de centrarse solo en los errores, los maestros deben destacar los esfuerzos y los progresos, y proporcionar sugerencias claras para la mejora. Un ambiente escolar que fomente la colaboración y el apoyo mutuo entre estudiantes y maestros puede mejorar significativamente la educabilidad. Los estudiantes deben sentirse seguros para expresar sus ideas y pedir ayuda cuando la necesiten.
La tecnología y el desarrollo de habilidades
Es importante utilizar herramientas tecnológicas para personalizar el aprendizaje y proporcionar recursos adicionales. Las plataformas de aprendizaje en línea, las aplicaciones educativas y los recursos digitales pueden complementar la enseñanza tradicional y ofrecer nuevas formas de aprender. También buscar desarrollar las habilidades socioemocionales, como la empatía, la resiliencia y la gestión del estrés. Programas que enseñen estas habilidades pueden ayudar a los estudiantes a manejar mejor los desafíos y a mantenerse motivados.
El docente debe incorporar momentos de reflexión y autoevaluación en el proceso de aprendizaje. Esto permite a los estudiantes tomar conciencia de sus propios procesos de aprendizaje, identificar áreas de mejora y establecer metas personales. Igual que fortalecer la colaboración entre la escuela y las familias para mantener a los padres informados y comprometidos con el aprendizaje de sus hijos. Esto permite construir un entorno de apoyo tanto en la escuela como en el hogar.
Otro aspecto que se debe desarrollar es la formulación de estrategias que sirvan para transformar la manera en que los estudiantes perciben y abordan el aprendizaje, preparándolos mejor para enfrentar los desafíos del futuro con una mentalidad abierta y adaptable.
El pensamiento crítico
Aunque el aprendizaje puede concretarse por repetición y mediante la memorización de conceptos, por lo general se considera que lo más valioso y útil es incentivar el razonamiento para lograr una comprensión amplia de los temas. Así puede desarrollarse un pensamiento crítico y se incrementan las habilidades para lograr la resolución de problemas.
El pensamiento crítico nos permite poner en duda aquellas afirmaciones que se presentan como verdaderas. De este modo, quien logra forjarlo está preparado para cuestionar la realidad. El educador, de este modo, no tiene que forzar a sus alumnos a repetir lo impartido en clase. Por el contrario, debe incentivarlos a prestar atención a los detalles y al entorno y a utilizar la creatividad para construir conceptos propios.
Los individuos deben olvidar los preconceptos y adquirir una nueva conducta. El aprendizaje obliga a cambiar el comportamiento y reflejar los nuevos conocimientos en las experiencias presentes y futuras. Para aprender, en definitiva, se necesitan tres actos imprescindibles: observar, estudiar y practicar.
Aprendizaje a través de proyectos
Esta metodología educativa se centra en el desarrollo de conocimientos y habilidades a través de la realización de proyectos prácticos y significativos. Su enfoque permite a los estudiantes investigar y resolver problemas reales, lo que hace que el aprendizaje sea más relevante y atractivo, y que permita:
- Enfoque en problemas reales: Los proyectos se basan en preguntas o desafíos del mundo real que los estudiantes deben investigar y resolver.
- Aprendizaje activo: Los estudiantes son los protagonistas de su propio aprendizaje. Investigan, interpretan datos, plantean hipótesis y llegan a conclusiones.
- Colaboración: El ABP fomenta el trabajo en equipo y la colaboración entre los estudiantes, lo que mejora sus habilidades sociales y de comunicación.
- Interdisciplinariedad: Los proyectos suelen integrar varias áreas del conocimiento, permitiendo a los estudiantes aplicar lo aprendido en diferentes contextos.
- Retroalimentación continua: Los estudiantes reciben retroalimentación constante durante el proceso, lo que les permite mejorar y ajustar sus enfoques.
- Presentación de resultados: Al final del proyecto, los estudiantes presentan sus hallazgos y soluciones, lo que refuerza sus habilidades de comunicación y presentación.