De aproximadamente 430 millones de toneladas métricas de plástico que se producen anualmente en el mundo, por lo menos dos tercios son de un solo uso. Asia y el Pacífico contribuyen en gran medida a esta situación. Paradójicamente, los países de la región también se encuentran entre los más vulnerables a esta contaminación, pues están formados por archipiélagos y largas costas. El resultado es una cantidad significativa de desechos que terminan en océanos, paisajes e incluso en la cadena alimentaria. El plástico no se biodegrada, sino que se descompone lentamente en pedazos más pequeños conocidos como microplásticos, lo que plantea mayores riesgos para la vida silvestre y la salud humana.
Los asiáticos comprendieron que abordar este problema va más allá de las regulaciones. Requiere de una comprensión profunda del comportamiento de todos los involucrados. Desde hace unos años estudian el potencial de las ideas conductuales, basadas en disciplinas como la psicología, la ciencia cognitiva y las ciencias sociales. Estas ofrecen una hoja de ruta para impulsar cambios de comportamiento transformadores, que empujan a las comunidades hacia prácticas sostenibles y de bajos residuos.
De estos esfuerzos ha surgido un informe que es como una especie de manual. “Breaking the Plastic Habit” brinda lecciones sobre cómo aplicar conocimientos de la conducta humana para reducir el consumo de plástico de un solo uso. Se basa en pruebas pilotos puestas en marcha en cuatro países del sureste asiático: Indonesia, Filipinas, Tailandia y Vietnam. Estas intervenciones conductuales permitieron reducciones tangibles en el consumo de plástico.
Manual de aprendizaje
En «Breaking the Plastic Habit» explican que comprender lo que impulsa los mecanismos de toma de decisiones individuales y colectivas puede ayudar a identificar las causas fundamentales del uso del plástico. Consideran que las iniciativas basadas en el conocimiento del comportamiento humano, que incorporan herramientas de influencias sociales, atractivos emocionales y arquitectura de elección, pueden funcionar de manera complementaria o impulsora de los instrumentos políticos tradicionales, como regulaciones, incentivos económicos y campañas de concientización para frenar el consumo de plásticos de un solo uso.
Exponen que con el informe se quiere brindar un conjunto de herramientas de fácil uso que consta de una lista de verificación del diseño de las iniciativas, un menú dinámico de opciones y un conjunto de pautas de reflexión. Además, presentan una serie de pasos para elaborar proyectos que pongan en práctica pautas de cambio de comportamiento. Los pasos incluyen ejemplos concretos extraídos de las lecciones aprendidas en las pruebas piloto en la región de Asia y el Pacífico. Cada paso contiene una serie de acciones prioritarias.
El objetivo es ayudar a los profesionales a desarrollar proyectos para reducir los plásticos de un solo uso a través de intervenciones conductuales. Las lecciones y los resultados positivos de estas experiencias pioneras forman la base para ampliar las intervenciones en diversos entornos.
Participación mancomunada
La implementación de enfoques innovadores para frenar el consumo de plástico en estos cuatro países piloto fue impulsada por el compromiso de la comunidad educativa con los socios locales. Se demostró que la participación de las partes interesadas desde una etapa temprana profundizó su comprensión de los problemas sobre el plásticos y los empoderó como principales cocreadores. Además, todos los participantes se caracterizaron por un fuerte compromiso con el aprendizaje continuo y la adaptabilidad, clave para remodelar comportamientos establecidos desde hace mucho tiempo.
Aseguran que fue crucial diseñar mensajes emocionalmente atractivos y ubicarlos estratégicamente en áreas de alto impacto para captar la atención de una audiencia más amplia. Finalmente, las pruebas piloto destacaron el valor de aprender de experiencias y éxitos pasados mientras se planifican futuras iniciativas sistémicas más amplias. Los autores destacan de las ciencias del comportamiento el campo de Behavioral Insights, que combina elementos de psicología, economía y ciencias sociales para comprender e influir en la toma de decisiones humanas. Dicen que este subconjunto interdisciplinario aborda cómo los individuos y los grupos toman decisiones, centrándose en los aspectos a menudo irracionales o predecibles del comportamiento.
«Los insights conductuales, como práctica, apuntan a cerrar la brecha entre cómo las personas realmente toman decisiones en una situación de status quo y cómo podrían tomar decisiones más informadas que se alineen más estrechamente con los valores y resultados deseados o mantenidos», sostienen.
Principios conductuales
Los proyectos que se elaboran siguiendo la metodología BI utilizan varias herramientas para efectuar cambios de comportamiento. Rare Center for Behavior & the Environment, una ONG líder mundial en cambio de comportamiento centrada en la acción ambiental, precisa que hay seis que son esenciales. La primera son los incentivos materiales. Las personas se preocupan por los costos y beneficios, en términos de tiempo, dinero y esfuerzo, de sus acciones. Esto puede incluir un sistema de recompensas y sanciones para reforzar los comportamientos deseados.
Otra es la información. Se busca ayudar a identificar comportamientos, conocer qué los motiva y realizar mejoras a través de decisiones informadas. Las formas comunes de estrategias de información incluyen proporcionar instrucciones u orientación a través de capacitación o poner a disposición materiales educativos. Las campañas de sensibilización son otra forma que adopta esta herramienta de BI y pueden incluir reuniones/consultas informativas y materiales informativos.
Las reglas y regulaciones también sirven para el diseño de estrategias que desincentiven el uso de plástico. Se deben promover cambios en los sistemas formales e informales que mantienen el orden y señalan el comportamiento correcto e incorrecto. Puede tomar la forma de nuevos mandatos de gobiernos o instituciones que requieran o alienten comportamientos particulares. También se pueden aprovechar las reglas y regulaciones para prohibir o limitar ciertos comportamientos.
Más profundas
Las tres últimas herramientas de cambio de comportamiento van más allá. Ofrecen una comprensión más completa de los factores que motivan el comportamiento y la gama de métodos disponibles para influir en ellos. Aseguran que su uso es esencial para lograr un cambio de comportamiento profundo y duradero:
- Influencias sociales: nos afecta la forma en que se comportan las personas que nos rodean, la forma en que nos comparamos con nuestros pares y cómo creemos que los demás nos perciben. Pueden incluir proporcionar formas para que las personas indiquen su participación o cambiar comportamientos como compromisos o declaraciones públicas.
- Apelaciones emocionales: muchas de las decisiones que tomamos están impulsadas por cómo nos sentimos acerca de una acción potencial. O cómo se conecta con preocupaciones personales e intereses propios. Las personas suelen estar motivadas por emociones fuertes. Entre ellas el orgullo, la esperanza, el miedo, la ira y la vergüenza, y se pueden diseñar iniciativas de cambio de comportamiento para aprovechar estas emociones.
- Arquitectura de elección: los métodos para diseñar una arquitectura de elección incluyen llamar la atención directamente sobre las vías de comportamiento deseadas convirtiéndolas en la opción predeterminada; simplificar los mensajes y las decisiones complejas.
Cerrar la brecha
Los plásticos, y especialmente los plásticos de un solo uso, se utilizan de forma rutinaria a pesar de la creciente evidencia y conciencia de que los patrones de uso y eliminación conducen a una contaminación sustancial. Esto muestra una diferencia significativa entre lo que la gente piensa y lo que realmente hace. Los esfuerzos para cerrar esta “brecha entre intención y acción” están determinados en gran medida por hábitos y circunstancias externas, como las normas o el entorno físico.
Los factores más importantes para reducir el consumo de plásticos de un solo uso no son el conocimiento o la motivación para abordar los problemas de la contaminación. Más bien, los individuos y las empresas responden mejor a los esfuerzos dirigidos a cambiar hábitos arraigados, normas sociales y otros factores situacionales en combinación con incentivos informativos y basados en precios. Los esfuerzos para reducir los desechos plásticos no solo deberían centrarse en proporcionar información, sino que también deberían considerar aumentar la motivación y las oportunidades de las personas para reducirlos.
Las medidas coercitivas impuestas externamente tienden a provocar el cumplimiento en lugar de fomentar la motivación intrínseca para cambiar comportamientos. A la inversa, las metas voluntarias y fijadas internamente, alentadas por un lenguaje no controlador, han demostrado ser más efectivas para fomentar cambios duraderos. Pueden llevar a las personas a identificarse con el comportamiento objetivo pero también a adoptar una identidad proambiental y comportamientos sostenibles. Por ello se hace necesario impulsar acciones voluntarias de cambio de comportamiento que preserven la toma de decisiones autónoma.
Las últimas tres herramientas de cambio de comportamiento enumeradas anteriormente pueden adaptarse a los comportamientos asociados con el consumo de plástico. También combinarse con intervenciones regulatorias y de sensibilización continuas para garantizar reducciones efectivas y duraderas en la cantidad de plástico que usamos.