Una de las razones más comunes por las que mueren las aves es por chocar contra las estructuras de los edificios. Cada año, durante las temporadas de migración de primavera y otoño solo en América del norte mueren cientos de millones de ellas por las noches, pues las luces artificiales las atraen y desorientan. Para proteger a las aves migratorias PNAS ha publicado un estudio en el que demuestran que solo con que un edificio tenga la mitad de sus ventanas iluminadas, se pueden reducir considerablemente las colisiones nocturnas.
Los investigadores utilizan datos de dos décadas para descubrir que cuando por las noches la mitad de las ventanas estaban oscurecidas, sufrían 11 veces menos choques de aves durante la migración de primavera. Durante la migración otoñal hubo seis veces menos que cuando todas las ventanas estaban encendidas. El edificio objeto de estudio fue el McCormick Place, un centro de convenciones de tres alturas, en Chicago.
En 40 años más de 40.000 aves chocaron contra un solo edificio
Todo comenzó en 1978 cuando el actual director emérito de colecciones del Museo Field de Historia Natural, Dave Willard, recogía aves muertas de los alrededores del McCormick Place. Algunos días no habían pájaros; otras veces, encontraba 200. Hasta la fecha hay 40 000 aves reposando en un cajón del Museo Field.
A partir del año 2000 estos registros incluyen también información sobre las ventanas que estaban iluminadas cuando se produjo la muerte de cada ave. Luego se compararon los datos del McCormick Place con otros factores de riesgo de choque, como la luz de la luna, las condiciones meteorológicas y la intensidad de la migración. Pudiendo determinar qué condiciones son las más mortíferas para las aves migratorias.
«Desarrollamos un modelo estadístico basado en la cantidad de ventanas iluminadas en el McCormick Place, las condiciones climáticas, el paso migratorio y la época de la temporada. Esto nos permitió aislar la relación entre la iluminación de las ventanas y los choques teniendo en cuenta estos otros factores», dice Van Doren. Al unir estas diferentes fuentes de datos, pudieron comprender cómo las luces, el clima y la migración contribuyen a la mortalidad.
En este contexto, los resultados arrojaron que mientras más aves migrando hay se producen más choques. También aumentan cuando sopla viento del oeste. Pero además, los choques aumentan cuando mayor es la superficie de las ventanas que están iluminadas.
Benjamin Van Doren, investigador del Laboratorio de Ornitología de Cornell y autor principal del artículo, señala que su estudio proporciona «la mejor evidencia hasta el momento de que las aves migratorias se sienten atraídas por las luces de los edificios. A menudo, esto hace que choquen con las ventanas y mueran».
Apagar las luces de los edificios para salvar las aves
El hallazgo busca reducir la mortalidad de aves en un 60% simplemente reduciendo la contaminación lumínica. Actualmente, en los Estados Unidos más de 30 ciudades se han sumado a iniciativas que promueven el apagado de luces con campañas como #LightsOut.
Un ejemplo de ello es la ciudad de Filadelfia, donde se anima a que los propietarios e inquilinos apaguen las luces innecesarias durante las temporadas de migración. Especialmente entre las 12:00 de la noche y las 6:00 de la mañana. Mientras que en Chicago, tiene una de las iniciativas de apagado de luces más antiguas que existe en Norteamérica.
Para llevar a cabo esta tarea de luces apagadas, muchos hacen hincapié en las luces de los pisos superiores y el vestíbulo, pues es lo más llamativo para las aves. Sin embargo, para los investigadores es fundamental seguir concientizando a los ciudadanos sobre este tema. E incluso avisar con tiempo qué noches se esperan grandes movimientos de aves para que todos estemos preparados y apagar las luces o mantenerlas muy bajas en la medida de lo posible.
«Los edificios en toda América del Norte, y en todo el mundo, están matando pájaros, y eso se suma», dice Doug Stotz, ecologista y conservacionista. No solo es importante apagar las luces externas, también la iluminación interna. Pero especialmente en Chicago, que es la ciudad más mortífera del país para las aves migratorias, según los autores.
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