Por EFE
El portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid, Antonio Miguel Carmona, ha sido la primera víctima que se ha cobrado la herida no cerrada en el Congreso Extraordinario del PSOE madrileño. La nueva dirección da sus primeros pasos avivando aún más la polémica.
Tras el «golpe de mano» de Ferraz que acabó con la era de Tomás Gómez, una gestora que dirigió el partido en las probablemente elecciones más importantes de las últimas décadas y unas primarias para elegir al nuevo líder socialista en Madrid, el Congreso que celebró el PSOE madrileño el pasado viernes estaba llamado a zanjar la división y a presentar un partido unido dejando a un lado lo interno para centrarse en lo esencial: llevar a Pedro Sánchez a la Moncloa. Lejos de ser así, la división se ha convertido casi en fractura.
Sara Hernández, candidata oficialista de Ferraz, ganó las elecciones primarias a Juan Segovia por un escaso margen, un 57,51 % de los votos, y días después nombró una nueva Comisión Ejecutiva en la que no se integró a ningún miembro de la corriente de Segovia.
Mientras el equipo de Hernández alegaba que su voluntad era incluir a Segovia y que él no había aceptado porque imponía propuestas que se escapaban a las competencias del partido regional, el propio Segovia lamentaba que no hubiera dado por buena «ni una sola» de sus propuestas, lo que le obligaba a rechazar entrar en una dirección que no asume «una nueva forma de hacer política».
[su_youtube_advanced url=»https://www.youtube.com/watch?v=N1y6xk3GIMM»]
Resultado: un Congreso que arrancó con el lema Sumando fuerzas terminó restando, con una nueva dirección apoyada por el 55,49 % de los votos, muy lejos de las que obtuvo su antecesor, Tomás Gómez, cuya primera Ejecutiva (en el Congreso Extraordinario de 2007) logró el 76,22 % de los votos, la segunda (en el Congreso ordinario de 2008) aumentó el apoyo hasta el 82,8 %, y su tercera Ejecutiva (del Congreso de 2012) logró el respaldo del 74,37 % de los delegados.
Pese a los resultados, Sara Hernández quiso cerrar el Congreso apelando a la unidad, y Juan Segovia no quiso pronunciar la palabra división, aunque no ocultó su disgusto por lo sucedido y recalcó que esa era la conclusión que podía extraerse del escueto apoyo a la nueva Ejecutiva.
Tres días después del agitado Congreso Extraordinario, la nueva Comisión Ejecutiva toma su primera decisión relevante al apartar a Carmona de la portavocía en el Ayuntamiento y pedirle que deje el grupo municipal, ofreciéndole como alternativa ir en la lista al Senado en las próximas elecciones generales.
Carmona, lejos de aceptar, ha respondido retando a la nueva dirección -no deja de ser portavoz hasta ser destituido y rechaza ser senador- y ha ahondado en la herida asegurando que todo se debe a los problemas internos y a su apoyo público a Tomás Gómez y a Juan Segovia, de los que se declara «amigo» con la «cabeza alta».
«Hay personas que tienen valor y otras que tienen precio. Yo lo tengo muy claro: no tengo precio y ya me pueden ofrecer el Senado del Reino de España, lo que quieran, que nunca dejaré de ser amigo de mis amigos, defender lo que pienso, defender a mi partido e intentar frenar una división interna que puede tener consecuencia de ruptura interna de una organización que no se merece lo que está ocurriendo», ha argumentado.
De nada sirve que Carmona haya declarado que quiere «remar» para que el PSOE gane las elecciones generales, o que no vaya a «contar» detalles de lo sucedido en los últimos meses hasta que pase la cita con las urnas, cuando la dureza de sus palabras pone en entredicho a la nueva dirección, y las redes sociales se han encendido en contra de la decisión de Hernández.
Llegados a este punto, la estabilidad de Hernández, que se enfrentará al Congreso Ordinario del PSM tras las generales, dependerá en buena medida de que Pedro Sánchez tenga un buen resultado en las urnas. Mientras tanto, intentará, como ella misma dice, aumentar el número de militantes del partido. Tendrá que esperar, parece, a que se calmen las aguas y cicatricen las heridas.