La Fundació Catalunya La Pedrera presenta la primera exposición retrospectiva de Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) en Barcelona, que permitirá redescubrir la obra del máximo representante del movimiento realista español de la segunda mitad del siglo XX. De producción lenta, meditada y minuciosa, su obra no admite clasificaciones ni simplificaciones.
La exposición Antonio López reúne una cuidada selección de unas ochenta obras —entre pintura, escultura y dibujo— procedentes de diferentes colecciones públicas y privadas, como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid; la Fundació Sorigué, de Lleida, la Fundación Juan March de Palma de Mallorca; la Fundación ICO y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid; el Hamburger Kunsthalle; el Baltimore Museum of Art y el Museum of Modern Art de Nueva York, entre otros.
Es la primera exposición monográfica retrospectiva que se presenta en Barcelona, y permite trazar un recorrido por la trayectoria artística de Antonio López a lo largo de siete décadas de trabajo, desde las primeras obras de juventud, de los años cincuenta, hasta su producción más reciente. Estructurada en bloques temáticos, la muestra pone de manifiesto cómo ciertos motivos sobre los que el artista reflexiona persisten y, al mismo tiempo, evolucionan a lo largo de su carrera: los interiores domésticos, los paisajes y las vistas urbanas –principalmente de Madrid–, las naturalezas muertas o la figura humana.
Poeta del mundo real, no cree que lo que representa sea la realidad misma, es decir, no la transcribe de manera literal, ni es un copista. Para López, la realidad no es más que un punto de partida, en el que el proceso pictórico es tan importante como la obra terminada. Tal y como dice el artista: “Una obra nunca se acaba, sino que llega al límite de sus propias posibilidades”. Trabaja en sus cuadros a lo largo de varios años, a veces durante décadas, y con cada pincelada destila el entramado del objeto o el paisaje, hasta que el artista consigue plasmar su esencia en el lienzo.
El espacio y la luz
El paisaje –interior y exterior– y la figura humana constituyen las obsesiones del pintor y escultor. El detalle, rincones, quietud, silencio, austeridad son elementos protagonistas de su gramática personal, en una obra que expresa, desde la intimidad del entorno doméstico, valores humanos de carácter universales. Intenta atrapar la realidad efímera que nos rodea y capturar un momento, un instante en el que la luz y los objetos alcanzan, para la mirada del pintor que quiere eternizarlos, el mayor grado posible de belleza. El artista, con un gran dominio del espacio y la luz, a menudo quiere trascender la cotidianidad de las cosas y de los paisajes parando el tiempo para captar la eternidad del instante.
“Mis cuadros son una experiencia personal, no un documento. Trabajo con una clave interpretativa que exige mucho tiempo, donde no cabe lo móvil. Es una ley imprescindible para mí. El resultado es una realidad que carga al cuadro con algo que tal vez deseo”. Durante los años cincuenta, Antonio López explora diferentes lenguajes plásticos en busca del suyo y recurre a elementos simbólicos y surrealistas para reforzar el componente narrativo de sus obras, pero siempre trabajando desde la figuración. Se inicia pintando retratos, como Cuatro mujeres (1957) –presente en esta exposición—, y bodegones, como Cabeza griega y vestido azul (1958). A finales de la década comienza a realizar relieves e incorpora a sus creaciones la escultura, una disciplina que nunca abandona.
Es la primera exposición monográfica retrospectiva que se presenta en Barcelona, y permite trazar un recorrido por la trayectoria artística de Antonio López a lo largo de siete décadas de trabajo.
En la década de los sesenta, a partir de la nueva actitud de no añadir nada a la realidad, pinta su primer paisaje: Madrid (1960). Durante estos años toma conciencia de que su camino es la realidad sin artificios. Desde mediados de los años sesenta, pinta y esculpe lo que le interesa sin hacer uso de ningún recurso estilístico, por lo que su mirada es el único filtro y el dominio técnico es su instrumento. A finales de la década, utilizando este nuevo enfoque, dibuja y pinta de forma directa espacios íntimos de su casa y de su estudio, dedicando especial atención a la luz y a los efectos que genera en los objetos. En esta época, su obra, que pasa a formar parte de colectivas en Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, logra reconocimiento en el ámbito internacional.
La ciudad de Madrid ocupa un lugar privilegiado en la obra de Antonio López en los años setenta. En esa época inicia varias vistas importantes de la ciudad. Asimismo, explora el paisaje a través de las ventanas y trabaja en distintos momentos del día para estudiar la luz. El dibujo también toma especial relevancia en la producción del artista. Durante la década de los ochenta el tema vegetal se convierte en el principal tema de la pintura y el dibujo de Antonio López, sobre todo con dibujos de frutas y verduras, pero también con flores pintadas al óleo. Sigue haciendo paisajes, tanto de Madrid como de su pueblo, Tomelloso. En 1985 recibe el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.
El sol del membrillo
Los años noventa son especialmente fructíferos para Antonio López. El cineasta Víctor Erice realiza la película El sol del membrillo, que retrata y describe el proceso creativo del artista. El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía presenta la primera gran retrospectiva del pintor y escultor, que en este momento comienza la que será su pintura de mayores dimensiones: Madrid desde la torre de bomberos de Vallecas (1990-2006).
Con la llegada del siglo XXI, Antonio López recibe todo tipo de reconocimientos, como el Premio Velázquez de las Bellas Artes otorgado por el Ministerio de Cultura. El artista sigue trabajando con todos los lenguajes plásticos que ha utilizado a lo largo de su carrera: pintura, escultura, dibujo y grabado. Se centra en las temáticas que le caracterizan y da mucha importancia a la figura humana, pero enfocándose ahora en el desnudo. Además, reanuda la observación de la Gran Vía madrileña, añadiendo nuevos puntos de vista para completar el recorrido de esta calle. Las flores siguen siendo uno de sus temas preferidos, especialmente las rosas, que pinta desde el momento en que florecen hasta su descomposición.
Ha participado en numerosas exposiciones colectivas y ha sido el protagonista de varias muestras individuales, entre las que sobresalen por su repercusión las realizadas en la Staempfli Gallery de Nueva York en 1965 y 1968 y en la Marlborough Gallery (Nueva York y Londres) en 1986.
Más allá de la sala de exposición
La Fundació Catalunya La Pedrera tiene como objetivo trascender las exposiciones de La Pedrera a través de una creación audiovisual que fomente la creación y la reflexión artística y que dialogue con el edificio de La Pedrera. El objetivo es expandir la experiencia expositiva más allá de la sala, ampliándola en el tiempo y conectando con el público de forma diferente.
Este proyecto audiovisual se ha iniciado centrándose en tres destacados artistas contemporáneos que expondrán en La Pedrera durante 2023 y 2024: Jaume Plensa, Antonio López y Miquel Barceló. Con la colaboración del reconocido director de fotografía Josep Maria Civit, se están produciendo tres documentales que nos adentrarán en el universo creativo de estos artistas, explorando sus obras y su proceso de creación. A través de estas miradas podremos conocer sus reflexiones sobre el arte y su relación con la exposición en La Pedrera, profundizando en cómo sus obras se integran con la singularidad del entorno.
En 1990 el director cinematográfico Víctor Erice filmó el largometraje El sol del membrillo, centrado en el proceso creativo de Antonio López, que posteriormente es galardonada con el Premio de la Crítica Internacional en el Festival de Cannes del año 1992, así como con el Hugo de Oro a la mejor película de ficción en el Festival Internacional de Cine de Chicago y con el Premio a la Mejor Película de la década de la Cinemateca de Ontario en 1999.
El proyecto audiovisual de la Fundació busca generar una experiencia enriquecedora, donde el arte, la creación, la reflexión y el diálogo con la arquitectura de La Pedrera se unen con el objetivo de ampliar la experiencia expositiva en el tiempo y conectar con un público más amplio de una forma diversa. Por otra parte, una vez más, en torno a la exposición de Antonio López la Fundació Catalunya La Pedrera ha creado, en colaboración con diferentes instituciones y equipamientos culturales de la ciudad de Barcelona y del país –Gran Teatre del Liceu, Palau de la Música, MNAC, Fundació Sorigué, ESMUC–, una serie de propuestas culturales para expandir la experiencia expositiva más allá de la sala de La Pedrera y ofrecer nuevas miradas, estableciendo diálogos con otras disciplinas artísticas y haciendo que toda la ciudad de Barcelona respire a Antonio López.
La Fundació Catalunya La Pedrera es una fundación privada que trabaja para que todo el mundo tenga un futuro mejor. Su sueño es que la cultura sea el camino hacia un mundo más humano, donde las personas estén en el centro. Por eso crea experiencias culturales y expositivas que son una ventana abierta al pensamiento para estimular la reflexión y el espíritu crítico.
AL LÍMITE DE SUS PROPIAS POSIBILIDADES
En 1949, tras haberse iniciado con su tío, el pintor Antonio López Torres, viaja a Madrid para preparar el ingreso en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde, entre 1950 y 1955, cursa los estudios de pintura. Al finalizar, en 1955, logra una bolsa de viaje del Ministerio de Educación Nacional con la que viaja a Italia. En 1958 gana el concurso de Bellas Artes en la sección de «Naturaleza Muerta» de la Fundación Rodríguez Acosta, por el que recibe una beca con la que viaja a Grecia. A ambos viajes va en compañía de su amigo el escultor Francisco López, quien viaja por sus propios medios.
Tras terminar los estudios, su producción recoge elementos de distintas corrientes artísticas como el cubismo o el surrealismo, siendo estos últimos los más recurrentes ya que le ayudaban a reforzar el carácter narrativo de las obras. A partir de los años sesenta comienza a abandonar lo onírico y desarrolla, de forma paulatina, un enfoque más objetivo. Sus motivos son retratos de personas de su entorno, interiores, naturalezas muertas y paisajes urbanos, que sirven de fondo a los bodegones y escenas con figuras. Su trabajo escultórico se desarrolla paralelamente al de la pintura y el dibujo, realizando relieves en distintos materiales, así como sus primeras piezas exentas. Entre 1964 y 1969 imparte la cátedra de Preparatorio de Colorido en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Después ha dado cursos puntualmente, dedicándose por completo a la creación artística.
Ha participado en numerosas exposiciones colectivas y ha sido el protagonista de varias muestras individuales, entre las que sobresalen por su repercusión las realizadas en la Staempfli Gallery de Nueva York en 1965 y 1968 y en la Marlborough Gallery (Nueva York y Londres) en 1986. En 1985 representa a España en Europalia 85, Bruselas, junto con los artistas Eduardo Chillida y Antoni Tàpies.
En 1990 el director cinematográfico Víctor Erice filma el largometraje El sol del membrillo, centrado en el proceso creativo de Antonio López, que posteriormente es galardonada con el Premio de la Crítica Internacional en el Festival de Cannes del año 1992, así como con el Hugo de Oro a la mejor película de ficción en el Festival Internacional de Cine de Chicago y con el Premio a la Mejor Película de la década de la Cinemateca de Ontario en 1999.
Su primera exposición antológica la realiza en 1993 en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, con gran acogida por parte del público y de la crítica. Dos años después, en 1995, es seleccionado para participar en la exposición Identità e alterità, comisariada por Jean Claire, presentada primero en el Palazzo Grassi y luego en el Museo Correr, ambos en Venecia, Italia. Mientras que, en 1999, el Ayuntamiento de Valladolid encarga a Antonio López y a los escultores Francisco y Julio López Hernández
una escultura monumental de los Reyes de España, que se inaugura en 2001 en el Claustro del Museo de San Benito de Valladolid -Patio Herreriano-. En octubre de 2001, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía celebra, con una pequeña muestra y publicación, la adquisición de las esculturas Hombre y Mujer y diecinueve de sus dibujos preparatorios, que se añaden a otras tres importantes obras de Antonio López pertenecientes a la colección permanente del museo.
Su pintura urbana de mayor formato realizada hasta el momento la presentó en 2006 en la Asamblea de Madrid. Madrid desde la torre de bomberos de Vallecas, que supera los cuatro metros de ancho, representa casi la totalidad de la superficie de la ciudad vista desde ese punto. Será en 2008 cuando culmine su primer encargo de escultura monumental pública en solitario, dos grandes cabezas monumentales de bronce de tres metros de altura, La Noche y El Día, que se encuentran junto a la estación de Atocha de Madrid.
El Museum of Fine Arts de Boston le dedicó, en abril de 2008, una exposición individual en paralelo a una muestra histórica que abordaba el arte español durante el reinado de Felipe III: El Greco to Velázquez, Art During the Reign of Philip III. En octubre de 2010 se inaugura su segunda escultura pública, La mujer de Coslada, en la Avenida de la Constitución de dicho municipio madrileño.
En junio de 2011 se inaugura en el Museo Thyssen-Bornemisza una exposición individual que aúna el carácter retrospectivo con la presentación de su obra más reciente que todavía no había visto la luz. Esta muestra, que se exhibe de junio a septiembre de 2011, también viaja en octubre de ese mismo año al Museo de Bellas Artes de Bilbao, donde permanece hasta enero de 2012. Al año siguiente otra exposición individual sobre su obra itinera por varios museos de Japón, comenzando el 27 de abril en el Bunkamura Museum of Art de Tokio.
Es invitado por Vittorio Sgarbi a participar en el conocido festival La Milanesiana de 2014, en el que se le organiza una exposición especial en la que se presentan su óleo y dibujo La cena frente a la Cena de Emaús de Caravaggio, lo que posibilita una nueva lectura de estas obras. En diciembre del mismo año entrega el cuadro La familia de Juan Carlos I, obra de gran formato –300 x 340 cm– que ha pasado a formar parte de las colecciones de Patrimonio Nacional. Esta obra se presentó en el marco de una exposición sobre el retrato real en el Palacio Real de Madrid: El retrato en las colecciones reales. De Juan de Flandes a Antonio López.
Durante ese mismo mes, se inauguran en Vicenza, Italia, dos exposiciones en las que participa: una muestra individual dedicada a su figura –Antonio López García— y una gran exposición colectiva dedicada a la noche –Tutankhamon, Caravaggio, Van Gogh. La será e i notturni dagli Egizi al Novecento—, con obras de grandes artistas internacionales de siglos pasados y contemporáneos, entre los que están Zurbarán, Van Gogh, Rothko o Francis Bacon. De esta forma, tras más de cuarenta años desde su última exposición individual, Antonio López muestra su obra más reciente al público italiano, que le da una gran acogida.
Su obra vuelve a encontrarse con el público madrileño en febrero de 2016, con motivo de la inauguración de una exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza sobre el grupo de Realistas de Madrid, en el que se enmarca al artista junto a los que han sido sus compañeros y amigos desde su etapa de formación: Isabel Quintanilla, Julio y Francisco López, María Moreno, Amalia Avia y Esperanza Parada.
En septiembre de 2020 se inaugura, en la Fundación Bancaja de Valencia, una muestra de carácter retrospectivo, en la que se da cabida a una amplia selección de obras recientes y en proceso. La exposición, comisariada por Tomás y Boye Llorens, muestra, además, una escogida selección de obras de María Moreno. Al año siguiente, la Comunidad de Madrid le dedica una exposición-homenaje en la que se muestran sus esculturas monumentales, Carmen despierta y dormida, en la Real Casa de Correos de Madrid.
Con motivo de la feria de arte ARCO 2023, El Corte Inglés le dedica una exposición en los escaparates de su edificio de la calle Preciados en Madrid. Además, protagoniza el estand de El Corte Inglés en ARCO, con una enorme reproducción de su cuadro Madrid Sur, concluido en 2022. En marzo del 2023 colabora con el Teatro del Liceu de Barcelona en la producción del recital Winterreise de Franz Schubert. El Liceu le organiza, simultáneamente, una exposición individual en la galería 5 de la excárcel Modelo, proporcionando un contexto muy singular a sus obras.
Durante su trayectoria profesional ha recibido numerosos premios y nombramientos entre los que destacan la Medalla de Oro de Bellas Artes (1983); el premio Pablo Iglesias (1983); el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1985); miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1993); patrono del Museo del Prado (1998-2009); miembro honorario del American Academy of Arts and Letters de Nueva York (2004); Premio Ciudad Alcalá de Henares de las Artes (2004); Medalla de Honor (2004) de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander; Premio Velázquez de Artes Plásticas (2006); Medalla de Oro de las Bellas Artes del Ayuntamiento de Madrid (2010); Académico de Honor por la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia (2017).
Antonio López vive y trabaja en Madrid