El presidente de Repsol, Antonio Brufau, puso el dedo en la llaga. Hizo un llamamiento para la adopción, con carácter de «extrema urgencia» de «medidas de choque» para una rápida recuperación de la economía y del empleo ante la actual crisis provocada por el COVID-19. Pero dijo algo más. Le parece «llamativo» el hecho de que, mientras el mundo encara una profunda recesión a causa de la pandemia, China, el país donde se inició todo, salga fortalecido.
Además, advirtió contra una globalización dependiente de China, un país «que aplica diferentes reglas de mercado» de las autoimpuestas por los países occidentales. Al mismo tiempo, defendió una reactivación que se base en la industria y no en «cantos de sirena» sobre un nuevo modelo económico que se alimente del BOE.
El ejecutivo hizo estas apreciaciones durante la presentación de la VII edición de la publicación Energía y Geoestrategia. El evento fue organizado por el Comité Español del Consejo Mundial de la Energía, el Club Español de la Energía, el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional, y el Instituto Español de Estudios Estratégicos del Ministerio de Defensa.
Un modelo agotado
Antonio Brufau destacó que la batalla comercial entre China y Estados Unidos ha seguido su escalada, «con idas y venidas durante todo el año». A su juicio, la pandemia ha puesto de manifiesto, con más crudeza que nunca, «la ineficacia del modelo globalizado en el que China se erigía como gran fabricante que abastecía al resto del mundo».
«Es llamativo que, mientras en el mundo se entra en una profunda recesión provocada por la COVID, China, el país donde se inicia todo, salga reforzada como gran ganador«, subrayó. Agregó que esta situación pone de manifiesto la debilidad de muchos países que dependen de un único suministrador «que aplica diferentes reglas de mercado y producción de las que nos imponemos los países occidentales».
«Las tasas de desempleo han experimentado un crecimiento exponencial que no observábamos durante la crisis de 2008. Las economías se han desmoronado y los tejidos industriales y productivos están tremendamente debilitados. La consecuencia, es una sacudida en todos los sistemas energéticos y en los equilibrios geopolíticos establecidos antes de la pandemia», .
La reactivación en China
Las comparaciones hechas por Antonio Brufau ponen de manifiesto una realidad que ya muestran algunos indicadores económicos. Es cierto que la economía de China se contrajo un 6,8% en el primer trimestre de 2020. Pero los analistas coinciden en que incluso es cifra es extremadamente optimista. En comparación, JP Morgan estimó en un 40% la contracción de la economía estadounidense en el segundo trimestre del año.
Por otro lado, la economía de China volvió a crecer en el segundo trimestre después de una profunda caída a principios de año. El producto interno bruto aumentó un 3,2% respecto al mismo período del año anterior, según la Oficina Nacional de Estadísticas. El avance fue más rápido que el 2,5% pronosticado por los analistas.
El Fondo Monetario Internacional prevé un crecimiento del 1,2% para China en 2020 y superior al 5% anual entre 2021 y 2025. Lo que coloca al gigante asiático muy por delante de cualquier otra economía importante.
El rol de la industria
Brufau calificó la situación económica mundial, como un «punto y aparte en nuestra vida cotidiana». Destacó la gravedad de las tasas de desempleo. «Han experimentado un crecimiento exponencial que no observábamos durante la crisis de 2008. Las economías se ‘han desmoronado’, y los tejidos industriales están ´’tremendamente debilitados’. Esta crítica situación está generando una sacudida en todos los sistemas energéticos y en los equilibrios geopolíticos establecidos antes de la pandemia».
Reconoció los «esperanzadores» avances hacia la normalidad en Libia, país en el que Repsol esta presente, tras años de conflicto social y político. Asimismo mencionó la gravedad de la situación económica que la pandemia ha generado en Latinoamérica.
Cantos de sirena
El presidente de Repsol considera que es de «extrema urgencia» la adopción de medidas de choque para una rápida recuperación de la economía y el empleo. No obstante, advirtió que «que hay que ser especialmente cautelosos con determinados agentes económicos que seducen con cantos de sirena anunciando con parabienes la llegada de un nuevo modelo económico que aspira a nutrirse al calor del Boletín Oficial del Estado».
«No nos engañemos, de cara a esta reactivación, tan necesaria como urgente, la clave será el papel de la industria y la digitalización, y más aún, en un país como España, cuyo PIB ha sido uno de los más castigados a nivel europeo y mundial», afirmí el ejecutivo, quien ha pedido a los estamentos públicos que refuercen el papel del sector tecnológico, industrial y productivo.
«De la mano de la industria, con su generación de empleos de calidad, tecnológicos, la innovación y el ecosistema que genera a su alrededor, «podríamos salir reforzados de esta crisis en la que nos encontramos», subrayó Antonio Brufau.
Tiempos difíciles para España
El llamamiento de Brufau resulta particularmente apropiado en el caso de España, cuya economía se resentirá más que otras de la Unión Europea. Según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional, el PIB español caerá un 12,8% en 2020. Un baja 5 puntos mayor de la que experimentará la economía alemana. En la UE, solo Italia sufrirá un desplome similar.
Además, será el único país del bloque que vea empeorar sus previsiones. El Banco de España cifró la caída del PIB en el mes de junio en un 11,6, mientras que la revisión de septiembre la sitúa en el 12,6%.
Coincide con esta tendencia negativa el análisis de la firma Focus Economics, que revisa mensualmente las previsiones del PIB para toda la Eurozona. Según esta institución, el PIB de España en el mes de abril habría caído un 4,7% en 2020; en julio, un 10% y en septiembre, 11,5%
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