| Ilustración Luis Moreno
01/07/2018
Delante del póster que reza Genius: Picasso se sienta Antonio Banderas, que a lo largo de nuestra charla en el hotel Four Seasons de Los Ángeles se va despojando poco a poco de esa imagen que le ha acompañado en los últimos ocho meses, desde que empezara a transformarse en Pablo Picasso para la serie Genius del canal National Geographic.
Poco a poco va saliendo Antonio Domínguez Banderas, el chaval de Málaga que soñaba con ser futbolista pero acabó descubriendo la actuación. Su vocación por esta era tan profunda que 38 años más tarde le sigue manteniendo curioso ante la vida. Esa curiosidad le ha llevado por los más sorprendentes y variados caminos de la interpretación, desde los escenarios del Teatro Nacional Español a los de Broadway. Desde vivir la Movida madrileña, de la mano de Pedro Almodóvar, a dar voz a personajes animados como Bob Esponja o el Gato con Botas. Desde encarnar a leyendas de ficción (El Zorro) a un vampiro gay (Entrevistas con el vampiro). A lo largo de esa aventura interpretativa se metió en la piel de Pancho Villa (Pancho Villa) y habitó la de Ché Guevara (Evita). Y suma y sigue, porque Antonio Banderas no tiene intenciones de parar, aunque su corazón se lo haya pedido insistentemente. Hoy, en Los Ángeles, confiesa estar un poco cansado y con ganas de llegar a casa, porque lleva meses viviendo de hotel en hotel. Su hogar está en Londres, donde comparte su vida con su novia Nicole (Kimpel), desarrolla su vena artística en distintos campos, como el diseño de ropa o la publicidad y alimenta su creatividad saciándose de teatro. Pero también en Málaga, a la que regresa puntualmente para recargar las pilas.
Es precisamente en Málaga donde aprendió quién era Pablo Picasso, “de pequeño, camino de la escuela, mi madre me señalaba siempre la casa donde nació,” recuerda con nostalgia el malagueño. Picasso fue un genio por el que Antonio siempre ha sentido un enorme respeto, razón por la que nunca se atrevió a interpretarlo aunque se lo ofrecieron en repetidas ocasiones. “El hecho de ser ambos de Málaga no me lo ponía fácil, al contrario, me producía terror y por eso huía de esa posibilidad,” dice con esos expresivos ojos negros que se clavan en los tuyos. A los 58, a pesar de su cansancio físico e intelectual y de estar rapado hasta las cejas, Antonio Domínguez Banderas sigue siendo Antonio Banderas, la estrella de cine que conserva intacto su poder de seducción y cuyo físico aún recuerda al del latin lover que encandiló a Hollywood y a una de sus princesas, Melanie Griffith, madre de su hija Estella (21).
Picasso le tentó varias veces, sin embargo no se atrevió a darle vida en la pantalla. ¿Por qué ahora?
Sí. Me ofrecieron interpretarlo a los 20, a los 30 e incluso a los 40, pero nunca me convenció la idea. Ahora, sin embargo, la situación es muy distinta. Todo empezó cuando Carlos Saura me llamó para interpretar 33 Días, que es precisamente el tiempo que tardó Picasso en pintar el Guernica. Pero ese guion no se pudo llevar a cabo por distintos motivos, luego se escribió un segundo que tampoco cuajó. Durante este tiempo recibí una llamada de Ron Howard y Ken Biller, que me ofrecieron la posibilidad de trabajar en una serie del canal National Geographic dedicada a varios genios de nuestra historia, entre ellos Picasso. Vi el primero de ellos, sobre Einstein, que interpreta Geoffrey Rush, y me gustó muchísimo, era televisión de gran calidad. Después de eso no me pude resistir a la idea de participar en este proyecto. Además, el hecho de contar con la presencia de National Geographic era una garantía de calidad y también de credibilidad de la información, procedente de distintas fuentes, que se iba a ofrecer a los guionistas. No tenía ya ninguna excusa para no meterme en la piel de don Pablo Ruiz Picasso.
No es la primera vez que su figura se lleva al cine. ¿Cómo ve a su Picasso?
Recuerdo la película que hizo Anthony Hopkins (Sobrevivir a Picasso) que, desafortunadamente, no tuvo mucho éxito en su día. Picasso es un personaje muy complejo, llevo mucho tiempo estudiándolo, sin pensar que lo iba a interpretar algún día. Nació en una casa a dos manzanas de donde nací yo, salió de Málaga para descubrir el mundo, dejando atrás su tierra natal, igual que hice yo mucho tiempo después. Para mí sigue siendo un misterio. Fue un artista polémico y, como he dicho, un ser humano muy complicado. Era un hombre que no aceptaba las reglas de su tiempo, actuaba por instinto y hacía siempre lo que le venía en gana. Era un tipo muy sincero y eso, a veces, le convertía en un arrogante, en una persona que podía a llegar a ser cruel con los demás, sobre todo con las mujeres con las que compartió su vida. Todo eso le hace ser un personaje fascinante. Creo que va a sorprender a los espectadores porque sigue siendo un misterio.
¿Que ha aprendido de él haciendo esta película?
Que para entenderle hay que leer entre líneas los testimonios de la gente que lo conoció y compartió su vida con él. He aprendido que era un tipo al que no le gustaba dar entrevistas y hablar de él. De hecho dio muy pocas para la radio y la televisión, hay una de la televisión belga que he visto 150 veces para tratar de entenderle. Al contrario que Dalí, que se prodigaba en público y con los medios de comunicación, Picasso era muy privado. No hablaba y de esa manera no tenía que justificar nada de lo que, constantemente, se decía de él.
¿Qué me dice de la relación que tenía con sus musas?
Para él era vital esa relación, no podía crear sin sentir el vértigo que le producía su relación con las mujeres. Las necesitaba a todas al mismo tiempo. Era como esos malabaristas que tratan de girar muchos platos a la vez y si se para estos acaban por estrellarse en el suelo. Era una especie de vampiro y eso causó, obviamente, muchos daños colaterales, no solo en sus mujeres, sino también en sus amigos, como Chagall, Braque y Juan Gris, con los que tuvo intensas peleas. A medida que iba envejeciendo era peor, no aceptaba el hacerse viejo, se peleaba con la vida porque la consideraba una dictadora que acaba por consumirte. La vida y la muerte son dictadoras, no democráticas (ríe). Todo un un genio y figura.
¿Cree que los genios deben recibir un trato especial por el hecho de serlo?
No, por supuesto que no. Todos somos iguales, aunque algunos genios piensen distinto. Recuerdo cuando Salvador Dalí sufrió quemaduras en el incendio de su casa, que a la salida del hospital, acercándose a las cámaras de televisión, dijo: “Los genios no deberían morir” (ríe). Si su pregunta la contesta una persona que se considera un genio, seguramente le dirá que merece un trato especial. No me gustan los artistas que se consideran especiales y creen merecer un trato de favor.
¿Qué opinión le merece la obra artística de Picasso?
Al contrario que otros pintores, como Matisse, que tenía un estilo muy específico el cual fue desarrollando a lo largo de su vida, Picasso a los 16 años tenía la habilidad de pintar como Velázquez, eso ya lo dice todo. Sus inicios en la pintura coincidieron con el comienzo de la fotografía y eso le sometió a una fuerte depresión porque pensó que ahí acaba el mundo para los pintores. Enseguida se dio cuenta de que lo que tenía que pintar era su subconsciente, sus sueños, las otras dimensiones de la vida, lo que no se ve o aprecia. Surgió el cubismo y él se instaló en él por un tiempo. Luego apareció Marie Thérèse Walter en su vida y con ella regresó al neoclasicismo, en el que todas las mujeres del mundo parecen estar preñadas, tienen los dedos gordos y los pies grandes y corren por la playa y todo es puro. Más tarde llegó la Etapa Azul, uno de los periodos más pesarosos y afligidos del pintor, cuando se suicidó su amigo Carles Casagemas y nadie quería comprar sus pinturas porque eran demasiado tristes. Después de dos años empieza la Etapa Rosa. Hacia el final de su vida, pinta como si fuera un niño, tal vez influido por los dibujos de sus hijos. Ya no pinta como Velázquez. El estilo de Picasso es la suma de todas sus experiencias de vida. No paró nunca de crear y de buscar cosas nuevas. Era admirable por su vitalidad, su curiosidad y su perseverancia. A eso debe su gran éxito en la pintura y por eso le admiro tanto.
¿Qué obra de Picasso es su favorita?
El Beso, La Vida y Las señoritas de la calle de Avinyó, que es un cuadro que cambió la historia de la pintura. Me gustaría tener algún cuadro de ese período, cuando Picasso llega a París, el período que yo llamo Toulouse Lautrec. El año pasado un cuadro de Leonardo DaVinci se vendió por 450 millones de dólares y uno de Picasso lo hizo por casi 200 millones.
¿Qué opina del valor monetario que se da a este tipo de obras de arte?
A veces el arte se convierte en una nueva moneda y hay mucha especulación con ello. Lo cual está muy bien si el artista en cuestión todavía vive (ríe). Lo curioso del caso es que los que compraron el cuadro de Leonardo no están seguros de que sea realmente obra suya, hay serias dudas sobre su origen y no se descarta que el autor sea un alumno de su escuela. El mundo de los galeristas, marchantes, artistas y compradores no se diferencia mucho de otros mundos mercantiles. Es otra forma de comercio que no tiene nada que ver con el arte, porque en mi opinión el arte se supone que es de todos. Comprar una obra por esas cantidades para tenerla guardada en tu casa y que solo la puedas disfrutar tú y tus amigos es menospreciar una obra. Esas piezas de arte merecen estar en un museo donde puedan ser apreciadas por todo el mundo.
¿O sea que no le gustaría poseer una de sus obras?
Poseía dos, pero una se la quedó Melanie (Griffith) cuando firmamos el divorcio. Estoy pensando en cambiársela por un Diego Rivera que tengo, porque Melanie adora a Rivera. Son dos piezas maravillosas que para mí tienen un gran valor, pero no el de esa cifras que ha mencionado. Eso son palabras mayores.
Continuando en el mundo del arte ¿Cree que tener talento artístico es una bendición o puede llegar a ser una maldición?
Ambas cosas y depende del momento y las circunstancias de cada uno. Ahora es probablemente más difícil que cuando yo empecé porque hay mucha más gente que quiere dedicarse a las artes, sobre todo en la música. No tiene más que ver la cantidad de cantantes y grupos musicales que existen, más que público (ríe). Todo el mundo tiene un grupo o un pequeño estudio de grabación. Con un ordenador y software adecuado puedes grabar un disco. Hoy en día, la evolución del arte es mucho más complicada, pero al mismo tiempo es más democrática. Todo el mundo puede meterse en ese mundo y a algunos les puede ir bien, pueden alcanzar el éxito, no en el sentido monetario, fama o fortuna, sino en el sentido de poder evolucionar en ese campo que elijan. Yo ahora estoy metido en producir teatro. Como sabe he elegido el Teatro Alameda de Málaga para llevar a cabo un proyecto teatral con el que vengo soñando desde hace tiempo. Un proyecto sólido y atractivo que arraigue en la ciudad y se incorpore al movimiento cultural que se lleva experimentando en los últimos años. Para ello se han construido dos salas, una de 700 butacas y otra, en el piso superior, de 250. La de abajo se reserva para teatro más convencional y la de arriba para teatro alternativo, donde me gustaría llevar nuevos autores, nuevas voces.
¿Hablando de éxito, a qué debe usted el suyo?
Sin duda, a la perseverancia. Como decía Camilo José Cela, solo triunfan los perseverantes, los genios no triunfan. Yo nunca he hecho un trabajo pensando en si este iba afectar a mi carrera como actor, ni tampoco buscando la aprobación del público, porque de esta manera no hubiera sido libre para seguir explorando nuevas cosas.
¿No dijo que se iba a tomar la vida con más calma?
Y lo estoy haciendo (ríe). Estoy viviendo un período de tranquilidad, escribiendo más, paseando en bicicleta con mi novia, yendo al teatro y pasando más tiempo en Málaga. Después de sufrir el infarto sucedió algo mágico, perdí esa ansiedad que tenía por hacerlo todo. Es como si la vida me hubiera dado la posibilidad de dar un paso atrás para verla con más perspectiva. Tres cosas maravillosas sucedieron, Genious:Picasso, Life Itself, película dirigida por Dan Fogelman que se estrenará en septiembre y la que estoy rodando ahora, The Voyage of Dr. Dolittle en la que interpreto a un adorable y romántico pirata (ríe), es un tipo muy divertido, es malo y bueno al mismo tiempo, nada que ver con Picasso.
Antes comentábamos el papel de las mujeres en la vida de Picasso, háblenos de las dos mujeres que hay en su vida, su hija y su novia.
Las dos son mujeres maravillosas. Stella es una mujer ya madura, está estudiando en la Universidad del Sur de California y es posible que algún dia se ponga delante y detrás de la cámara, pero sobre todo lo que le gusta es escribir. Es fundamentalmente una persona muy consecuente con su vida y con el mundo que la rodea. Muy consciente de lo que está ocurriendo en el mundo, de las injusticias, la violencia y la confusión que reinan en el mundo, lo cual es muy importante para mí, porque la vida en Hollywood puede ser muy engañosa, especialmente para los jóvenes. Estoy muy orgulloso de ella y de la educación que también le dio Melanie. En cuanto a Nicole, puedo decir que es una mujer muy inteligente, que no pertenece al mundo de Hollywood y eso me proporciona la oportunidad de vivir una vida más normal, hablar de otras cosas que no tengan que ver con mi profesión, lo cual es muy enriquecedor.
¿Qué papel ha jugado el destino en su vida?
Creo que uno puede construir su propio destino de forma inconsciente. Creo en la ley de la atracción. Creo que cuando deseas algo con todas tus ganas y eres honesto contigo mismo al final terminas por conseguirlo. Creo que tu comportamiento es el que te pone en el camino de que ciertas cosas puedan ocurrir. Por ejemplo, si no hubiera sido por el infarto seguramente hubiera interpretado a Picasso de forma muy distinta. La vida me dio un toque que me permitió ver la muerte de cerca y entender lo vulnerable que es la vida y lo relativo que es todo. Me permitió tomarme las cosas con tranquilidad y eso hizo que me metiera en este personaje de forma muy distinta a como lo hubiera hecho dos años antes. La única certeza que tenemos es la muerte, por eso es tan perfecta. La vida me ha dado una segunda oportunidad y la estoy aprovechando.