La guerra ha puesto de relieve la vulnerabilidad del modelo de crecimiento europeo basado en energías fósiles altamente dependiente de las importaciones de países inestables políticamente. También es una oportunidad para un giro estratégico hacia las energías renovables que no debería desaprovecharse. En España, por ejemplo, hay mucho margen para mejorar el modelo energético ya que sólo el 20% de la energía generada es por fuentes renovables.
El conflicto entre Ucrania y Rusia tendrá un impacto negativo en la economía mundial y la economía española no será una excepción. De hecho, en las economías de la Unión Europea el impacto previsiblemente será mayor que en otras áreas económicas no sólo por la mayor dependencia energética del gas y petróleo proveniente de Rusia sino también por los mayores vínculos comerciales que nos unen con Rusia.
Antoni Cunyat es profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, profesor de la Universidad de Valencia e investigador de ERI-CES en las áreas de macroeconomía, microeconomía, economía de trabajo y teoría de juegos. Es doctor en economía por la Universidad de Valencia y ha sido profesor visitante en Tel Aviv University de Tel Aviv (Israel), Instituto de Análisis Económico (CSIC) de Barcelona, University of Essex de Colchester (Reino Unido) y University of Amsterdam en Amsterdam (Países Bajos). Ha publicado varios artículos académicos en revistas nacionales e internacionales de prestigio y ha presentado ponencias y comunicaciones en numerosos congresos y seminarios de economía tanto nacionales como internacionales.
Desde el punto de vista macroeconómico, el conflicto afectará de forma sustancial a las principales magnitudes macroeconómicas que miden la actividad económica: la inflación y el PIB. Respecto al comercio internacional, podemos prever una desglobalización de la economía mundial. Podemos encontrarnos con un mundo cada vez más polarizado con dos bloques opuestos: Rusia y China, por un lado, y la Unión Europea y Estados Unidos por el otro. De esta forma, podemos encontrarnos con una mayor regionalización del comercio con mayores intercambios comerciales con países de la misma región y menores intercambios comerciales con países de distintas regiones.
Tras la invasión de Ucrania, se consolida un nuevo orden internacional más polarizado. Usted se refiere a una desglobalización. ¿Qué consecuencias traerá para la economía y los mercados?
Tanto la invasión de Ucrania como los cuellos de botella en las cadenas de suministros al acabar la pandemia han sacado a la luz las debilidades de una economía globalizada. Esto puede provocar que haya empresas europeas que opten por volver a localizar sus fábricas de productos en Europa. En segundo lugar, puede provocar que se configuren bloques de comercio entre países ‘afines’ y que aumente más el comercio entre países dentro de dichos bloques y disminuya entre países de diferentes bloques.
En todo caso, el comercio internacional podría crecer a ritmos inferiores al crecimiento del PIB. Las consecuencias para la economía y los mercados serán que aumente las economías y mercados de aquellos países dentro de un mismo bloque, que serán más interdependientes y más vulnerables a un shock que ocurra en uno de estos países, pero disminuya la vulnerabilidad a shocks o eventos políticos adversos de países fuera del bloque.
¿Cuál será el papel de China en este nuevo tablero global?
China saldrá reforzada y más poderosa políticamente sea cual sea el resultado de la invasión de Ucrania. Su neutralidad es una decisión estratégicamente calculada. Obviamente, la guerra le perjudica, ya que un retroceso en el crecimiento del PIB mundial merma sus ventas al exterior al ser un país netamente exportador, y una guerra corta es preferida por China.
Pero, tanto si al final de la guerra Rusia quedara aislada del bloque occidental o se reestableciera el comercio con Rusia, China podría aprovecharlo para que Rusia fuera un socio comercial en dos productos muy importantes para China: energía y alimentos, al mismo tiempo que sigue vendiendo sus productos al bloque occidental.
En todo caso, cualquier enfrentamiento entre el bloque occidental y Rusia otorga a China un papel de árbitro en el conflicto similar al que Estados Unidos ha ejercido en otros conflictos internacionales.
¿Y cómo incidirá en los objetivos de desarrollo sostenible, la transición energética y el impulso de una economía circular?
Depende de la política que adopten los países europeos, incluida España. La guerra ha puesto de relieve la vulnerabilidad del modelo de crecimiento europeo basado en energías fósiles altamente dependiente de las importaciones de países inestables políticamente (no solo Rusia). Por tanto, es una oportunidad para un giro estratégico hacia las energías renovables que no debería desaprovecharse. En este sentido, en España por ejemplo hay mucho margen para mejorar el modelo energético, ya que solo el 20% de la energía generada es por fuentes renovables frente al 60% de Suecia.
El incremento de ingresos a través de impuestos generado por el aumento de precios de la energía debería ser redirigido hacia la subvención y el fomento de modelos de autoconsumo a través de energías renovables en hogares y empresas, acompañado de la eliminación de trabas burocráticas y la eliminación de barreras de entrada en el mercado energético para aumentar la competencia.
Un ejemplo muy sencillo: si un hogar decide instalar placas solares y seguir enganchado a la red eléctrica, si vuelca más energía en el sistema de la que gasta, es compensado a un precio irrisorio y en todo caso como máximo solo puede ahorrarse la parte variable de la factura.
“La política y la economía van siempre de la mano. Lo deseable sería que la política primara sobre la economía, pero es la economía la que condiciona la política. No obstante, siempre es la economía la que condiciona la agenda política”
En ningún caso, aunque generara mucha más energía de la que consume, se le remunera (es decir, la factura nunca puede salir a pagar para la compañía eléctrica). La crisis del petróleo de 1973 nos marca el camino que no debemos seguir. En esa crisis hubo un incremento de los precios del petróleo muy importante y la reacción del gobierno franquista de la época fue que el Estado asumiera la mayor parte de la subida de precios, repercutiendo solo una parte a las familias y empresas.
El resultado fue que el consumo de combustible no se redujo por lo que frente a otros países europeos fuimos más dependientes del petróleo, resultando en una deuda pública y exterior muy importante y que la crisis económica en España fuera más profunda y con más duración en el tiempo respecto a otros países europeos.
Ese es el camino bajo mi punto de vista que no hemos de seguir. Si el gobierno opta por ese incremento en los ingresos por los impuestos, destinarlos a bajada de impuestos a la energía o limitar el precio de las energías, el consumo no se reducirá y estaremos en el punto de partida respecto a la dependencia energética de otros países y siguiendo el mismo camino que en la crisis de 1973. Esto no quita para que haya una limitación en los precios de la energía para que las empresas y hogares tengan tiempo a reorientar su consumo hacia energías renovables, pero esto tendría que ser temporal, y si no va acompañado de medidas que fomenten la adopción de energías renovables por parte de hogares y empresas será un desperdicio de recursos.
Más allá de la sostenibilidad, reclama un cambio de modelo económico por una simple cuestión de supervivencia. ¿Qué debilidades hay que superar y qué retos debemos asumir?
Hay que superar la alta dependencia de energías fósiles cuyo suministro depende de países inestables políticamente. El reto es aumentar al máximo la generación de energía a través de energías renovables y aumentar la competencia entre empresas en el sector de la energía.
¿Cómo afectará la crisis el PIB?
Se reducirá el crecimiento del PIB. De hecho, en la última reunión del BCE ya se rebajaron las previsiones de crecimiento del PIB para los países de la Eurozona del 4,2% al 3,7% y, por primera vez, se habla de un escenario adverso en el que el crecimiento del PIB en el año 2022 se reduciría hasta el 2,3%. Bajo mi punto de vista, si la guerra se prolongara en el tiempo, el escenario adverso del BCE se quedaría corto y el crecimiento del PIB podría incluso ser inferior al 2,3%.
“Lo que está ocurriendo con la economía europea y alemana, desde mi punto de vista, es más fruto del modelo de crecimiento de “gigante con pies de barro” con una alta vulnerabilidad a shocks políticos de países de los que dependemos energéticamente”
La Reserva Federal ya ha subido los tipos y el BCE no tardará en hacerlo. ¿Se acabaron el dinero barato y los incentivos?
Yo no sería tan tajante al respecto, pero sí que es verdad que parece ser que los tipos de interés cercanos al 0% ya parece que van a ser cosa del pasado. En este sentido, se habla de que la subida de tipos de la Reserva Federal es solo la primera de una de las subidas que situarán los tipos de interés de Estados Unidos a finales de año en tasas alrededor del 2%. Por otra parte, también hemos de tener en cuenta que Estados Unidos y Europa están en dos momentos del ciclo diferentes.
Estados Unidos ya ha recuperado niveles de PIB prepandemia y el mercado laboral americano está bastante fuerte con tasa de paro del 4% por lo que el margen para la subida de tipos en Estados Unidos es mayor que en Europa. El BCE también subirá los tipos próximamente, pero creo que serán subidas inferiores a las de la Reserva Federal, ya que una subida de tipos precipitada en Europa podría sumirnos en una crisis económica.
¿Está influyendo la actitud de Estados Unidos en la destrucción de la industria alemana y la economía europea?
Si por la actitud de Estados se está refiriendo a sus acciones políticas respecto a Rusia, en este sentido Europa y Estados Unidos son aliados y van de la mano coordinadamente en sus sanciones económicas a Rusia. Lo que está ocurriendo con la economía europea y alemana, desde mi punto de vista, es más fruto del modelo de crecimiento de “gigante con pies de barro” con una alta vulnerabilidad a shocks políticos de países de los que dependemos energéticamente.
Ya está en boca de todos los analistas la palabra maldita: estanflación. ¿Podría superar la espiral inflacionista la barrera del 10%?
Es un escenario perfectamente posible. De hecho, la tasa de inflación interanual de febrero fue del 7,6% y dicha cifra todavía no recogía los efectos de la guerra. La clave será que no entremos en una espiral inflacionista salarios-precios. En este sentido, el pacto de rentas que propone el gobierno es muy positivo al respecto. Si acudimos de nuevo a la historia, esta nos proporciona valiosas enseñanzas. La crisis del petróleo de 1979 no tuvo un impacto tan importante en la economía española como la de 1973, ya que una de las medidas que incorporaron los pactos de la Moncloa fue un pacto de rentas que atajó la potencial espiral inflacionista.
En la actual coyuntura, ¿debe primar la política sobre la economía o lo contrario?
La política y la economía van siempre de la mano. Lo deseable sería que la política primara sobre la economía, pero es la economía la que condiciona la política. Por ejemplo, para Alemania lo deseable y lo que le gustaría desde el punto de vista político sería dejar de comprar gas a Rusia, pero si lo hiciera tendría problemas de suministro a corto plazo y la economía colapsaría. Por tanto, siempre es la economía la que condiciona la agenda política.