¿A quién no le ha provocado comerse un plato de patatas fritas? ¿O una barra de chocolate? ¿O, qué tal, un suculento bistec? Seguro que todos hemos tenido días en los que se nos antoja una comida en particular. Sin embargo, pocos sabemos que esos antojos pueden dar un mensaje de cómo se encuentra nuestro estado de salud.
Por ejemplo, antojarse de comer patatas fritas o comida salada puede significar una falta de minerales como el calcio, el magnesio y el zinc. Pero también puede indicar que se incurre en un consumo excesivo de sodio por lo que se recomienda reducir la ingesta de sal.
Por otro lado, el antojo de carne roja se asocia con una falta de hierro y puede ocurrirle especialmente a las mujeres que tienen períodos de menstruación muy abundantes. Mientras que si uno consume más dulce, el cuerpo suele desear más azúcar y lo mismo sucede con el antojo de pasta, que es un carbohidrato simple, por lo tanto se procesa de la misma forma que el azúcar.
Una persona que consuma muchos carbohidratos simples y baja porciones de proteínas y grasas, provocará que su niveles de azúcar en la sangre fluctuen por lo que querrá comer aún más carbohidratos. Para evitar esto, lo mejor es una dieta lo más variada posible.
Finalmente, tener un antojo por quesos puede significar que hace falta consumir más grasa o ácidos grasos como el omega-3. Si es el caso, las mejores fuentes de grasas buenas son los pescados grasos, como el salmón, las semillas de lino y las nueces.
Por eso es bueno escuchar al cuerpo, pues nuestro templo tiene formas curiosas de comunicarse y decir lo que nos pasa internamente. Así, pues, a escuchar al cuerpo, sobre todo cuando nos pide consumir algún alimento en particular, como cuando tenemos antojos.
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