La ofensiva militar rusa a Ucrania permite a los expertos anticipar una crisis adicional en la producción global de alimentos. La guerra empieza a bloquear, por la vía de las armas y de las sanciones, la cadena de suministros. Y con ello, se espera la escalada de costos en el campo e industrias y de altos precios en el consumidor final.
Antes de la invasión ordenada por Vladimir Putin, la crisis energética de finales de 2021 había impactado en costo de los productos. Ahora se suma una crisis mayor, cuyo desenlace y duración se desconocen, pero que empieza a incidir en los alimentos. También agudizan los padecimientos de los más vulnerables.
Yara International, una de las compañías de fertilizantes más grandes del mundo, visualiza una situación apremiante en este renglón fundamental. Su presidente, Svein Tore Holsether, señala que «estábamos en una situación difícil antes de la guerra. Ahora hay una interrupción adicional en las cadenas de suministro. Nos estamos acercando a la parte más importante de esta temporada para el hemisferio norte, donde se necesita mover una gran cantidad de fertilizantes. Y muy probablemente eso se verá afectado».
Rusia y Ucrania son dos de los principales productores de alimentos y productos agrícolas. Rusia, además, precisa, produce enormes cantidades de nutrientes, como potasa y fosfato que son clave en los fertilizantes.
«La mitad de la población mundial obtiene alimentos gracias al uso de fertilizantes. Y si se eliminan para algunos cultivos, (el rendimiento) se reducirá en un 50%», advierte Holsether a la BBC.
Otra crisis, la producción de alimentos
Yara Internacional, que opera en más de 60 países, compra cantidades considerables de materias primas esenciales en Rusia. La compañía tiene su sede en Noruega y no se ve afectada directamente por las sanciones contra Rusia, pero tiene que lidiar con las consecuencias. Tratar de asegurar las entregas se ha vuelto más difícil debido a la interrupción del transporte marítimo.
Todo se complica más con el exhorto del gobierno ruso a sus productores a detener las exportaciones de fertilizantes. Sin dudas, la decisión contribuirá a una crisis en la producción de alimentos. Holsether indica que alrededor de una cuarta parte de estos nutrientes utilizados en la producción de alimentos en Europa provienen de Rusia.
«Estamos haciendo todo lo posible para encontrar fuentes adicionales. Pero con plazos tan cortos, es limitado lo que se puede hacer», argumenta. Analistas del sector afirman que la medida significaría mayores costos para los agricultores y los alimentos y, menores rendimientos de los cultivos.
Se necesitan enormes cantidades de gas natural para producir amoníaco, el ingrediente clave de los fertilizantes nitrogenados. Yara International depende del gas ruso para sus plantas europeas. Manifestó que el mundo debe, a largo plazo, reducir su dependencia de Rusia para la producción mundial de alimentos.
El empresario cree que esta crisis se superpone a las crisis climática, energética y la poblacional, con efectos catastróficos. Y aumentará la inseguridad alimentaria en los países más pobres. “En los últimos dos años se han agregado 500 millones de personas a la cantidad que se acuesta con hambre. Que todos estos factores se sumen es realmente preocupante», advierte.
Plantean elevar producción en la UE
El Banco Mundial destacó que, aunque el suministro actual de alimentos es estable, sus precios aumentan en la mayoría de los países del mundo. La guerra amenaza con empeorar y hasta en derivar una crisis en la producción de alimentos. Mientras tanto, directoreEjecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), David Beasley, coincide con Holsether en que la guerra generará un impacto catastrófico.
“Justo cuando pensabas que la situación no podía empeorar (…) Ahora, los costos de alimentos, combustible y transporte se dispararán con la guerra. Una catástrofe absoluta”, declaró al anunciar esfuerzos extraordinarios para ayudar a más de 3 millones de personas que huyen del conflicto.
Francia salió al paso a la contingencia alimentaria con una propuesta a mediano y largo plazo. Su ministro de Agricultura quiere que la Unión Europea incremente rápidamente la producción agrícola para compensar las pérdidas a causa de la guerra. Y el riesgo creciente de «una crisis mundial de la producción de alimentos».
«Los europeos tenemos la responsabilidad de evitar una crisis alimentaria en los próximos diez a doce meses», dijo Julien Denormandie. Manifestó que la UE debe aprovechar que tiene «algunas de las tierras más fértiles» para incrementar su producción. Y ayudar a otros países que se verán muy afectados en su aprovisionamiento de alimentos.
Señaló que el alza en los precios del trigo impulsó a Egipto a anular algunas compras y en Marruecos están en peligro dos tercios de la cosecha de trigo por la sequía. Puntualizó que en Francia no hay riesgo de escasez, pero habrá efectos en los precios, en particular para los ganaderos. Los piensos van a encarecerse todavía más y lo mismo ocurrirá con los fertilizantes, que necesitan gas para su fabricación.
Situación difícil para España
España no escapa a las incertidumbres y riesgos que atraviesa Europa por una crisis que apenas se asoma en la producción global de alimentos. Es el mayor importador de maíz de la UE y recibe cerca del 28% de su suministro de Ucrania, ahora en medio de intensos combates.
España, como mayor fabricante de piensos para cerdos y ganado de la UE, utiliza ese maíz para producir alimentos para animales que ayudan a nutrir a la cabaña ganadera europea. Le quedan entre cuatro y cinco semanas antes de que la escasez de maíz empiece a afectar a la producción, reseña El Confidencial. Si no se toman medidas a nivel nacional y de la UE, los precios del cerdo y de la carne, en alza, podrían desembocar en una crisis social y política.
La situación se agrava porque España recibe el grano de Ucrania por barcos de carga. Y la mayoría de las entregas a través del mar Negro llegan al puerto de Tarragona. La ofensiva militar tiene prácticamente paralizados los puertos ucranianos. España tendrá que buscar proveedores alternativos. Pero incluso si lograra sustituir el maíz ucraniano, los mayores precios serán difíciles de soportar para la industria española de alimentación animal y se trasladarán a los productores de ganado. Y así sucesivamente hasta llegar al consumidor final.
Estos precios en aumento incidirán también en la elevada inflación que alcanzó a 7,4%, la más alta de los últimos 33 años.