Por Marco Antonio Gudiño Pérez y Sifu Argimiro Núñez
En una situación de confinamiento forzosa es preciso mantener los hábitos de conducta cotidianos y gestionar nuestras emociones de forma que nos hagan más fuertes. Hay que ver las cosas como son e invertir tiempo en uno mismo
Esta no es la primera vez que la humanidad se enfrenta a una pandemia, pero es la primera vez que esta generación se encuentra ante un evento de proporción mundial en un momento en el que los medios de comunicación se encargan de mostrarnos la magnitud global de la crisis. Esto nos coloca en una posición de estar enfrentándonos a algo que no conocemos y que amenaza nuestra seguridad y nuestra integridad. Lógicamente esto produce miedo como una emoción que nos impulsa a protegernos y la ignorancia hace que sintamos que no sabemos qué hacer de forma correcta y efectiva.
La interpretación que cada uno de nosotros hagamos de la situación generará una respuesta emocional que tendrá efectos positivos o negativos dependiendo de su intensidad y de la forma como lo gestionemos.
La principal medida que se está recomendando para prevenir la propagación de la infección es el confinamiento. Nuestra idea como profesionales de la salud es aportar con estas recomendaciones algunas ideas para sobrellevar la crisis y conocer recursos de los cuales echar mano para lidiar con una situación cuya solución no está directamente en nuestras manos y no se superará en días.
Lo primero que queremos recomendar es que busquen información clara, confiable desde el punto de vista científico y avalada por autoridades oficiales. Podemos leer toda clase de información, pero no debemos hacernos eco de aquellas que no estén contrastadas y que no vengan de fuentes fiables. Así que es mejor buscar información de forma activa e intencionada, no que nos llegue casualmente a nuestros dispositivos de fuentes de escasa probidad científica. Es preferible buscar lo que dicen instituciones como las sociedades médicas, ministerios de sanidad y la Organización Mundial de la Salud. Otras fuentes podemos catalogarlas como poco fidedignas.
Debemos centrar nuestros esfuerzos en tener una clara información de qué es la enfermedad, cuál es su causa, sus manifestaciones, saber qué podemos esperar de su evolución y con qué síntomas debemos consultar o llamar a los servicios de emergencias, aparte de cuáles son las medidas adecuadas para nuestra protección, es decir, debemos conocer el problema con la mayor exactitud.
La información clara, adecuada, comprensible y oportuna nos ayudará a gestionar adecuadamente la primera emoción que nos podría afectar, que es el miedo. Miedo a lo desconocido y miedo a los efectos que pueda generar la infección.
Las emociones en sí mismas no son dañinas, lo dañino es la intensidad y permanencia de las mismas. Está claro que el estado mental afecta a nuestro cuerpo. El miedo descontrolado genera estrés y este activa todo un sistema nervioso y endocrinológico que prepara nuestro cuerpo para huir o luchar. Uno de los mediadores de este sistema es la alta producción de cortisol, el cual tiene efectos beneficiosos en breve plazo, pero cuando se mantiene, puede ir generando efectos que terminarán afectando nuestra salud e incrementando nuestra vulnerabilidad a los agentes infecciosos.
De tal forma que la adecuada gestión de nuestras emociones y específicamente del miedo, la angustia y la incertidumbre repercutirá positivamente en la forma de sobreponernos a un determinado evento e inclusive evitar que lo padezcamos. Ahora queremos orientar nuestras recomendaciones a todo aquello que podemos hacer para gestionar nuestros estados emocionales y cómo hacer frente a la situación global.
Además de buscar intencionalmente información completa y confiable del problema, debemos seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias y actuar de forma responsable ante la sospecha de infección.
Información clara, comprensible y oportuna
Escoja un medio de comunicación al cual podrá consultar como máximo 20 minutos una vez al día para informarse de la actualidad. Si tiene niños, explíqueles con palabras sencillas o ayudándose de recursos como cuentos, dibujos o gráficos qué es lo que está pasando y qué es lo que estamos haciendo. Ofrézcales el mayor soporte emocional posible.
Tome previsiones en cuanto a los alimentos, artículos de aseo personal y medicinas que necesitará. Haga una lista de actividades que pueda hacer solo o con sus familiares, si tiene otras personas en casa, inclusive para los niños (juegos de mesa, lectura de libros, películas, pintura etc.)
Cree rutinas y hábitos saludables que pueda seguir diariamente. Tendrá un impacto positivo en todos nuestros sistemas realizar ejercicios en casa ya sea en las mañanas, al levantarse, o en las tardes. Media hora de ejercicios como marcha estacionaria, estiramientos, yoga, pilates, ejercicios funcionales o si dispone de algún dispositivo para hacer ejercicio son algunas de las opciones que podemos emplear.
Poner en práctica técnicas de relajación después de cada sesión de ejercicios reducirá de manera muy efectiva los efectos de la ansiedad. Si practica una religión o realiza alguna práctica espiritual es muy recomendable que haga sus oraciones y se conecte con los preceptos de fe, esperanza y devoción al Dios que profese su creencia
Si tiene nociones de meditación podría buscar un momento, cuando lo considere adecuado, para practicar o inclusive profundizar en ella si ya conoce el método. Si no tiene idea de qué es la meditación, es tiempo de buscar información acerca de qué es y cómo iniciar su práctica. Hay bastante información en las redes al respecto, pero aquí les comentaremos la más sencilla: Vipassana.
Siéntese cómodamente, como prefiera, con la columna recta, hombros y espalda relajados, cierre sus ojos y respire conscientemente, manteniendo la atención en cómo el aire entra y sale por las fosas nasales dejando pasar los pensamientos, sentimientos, emociones y sensaciones sin evaluarlos, permanezca así de tres a cinco minutos y puede practicarlo una o varias veces al día. Hay aplicaciones de móviles y relojes inteligentes que pueden ayudar en esta práctica.
La música, oír nuestra música favorita, ver conciertos de nuestros artistas favoritos o de cualquier artista que nos hayan recomendado. Bailar nuestras melodías favoritas, aunque estemos solos, nos dará la oportunidad de despejar la mente de pensamientos y emociones perturbadoras.
La conversación: conversar con sus familiares y amigos por el medio que se disponga. Una conversación distendida, tranquila, de temas variados. Evite ser negativo o tratar tópicos que no le den energía. Si se siente agobiado, verbalice sus sentimientos. Dígale cómo se siente a una persona de su confianza y comparta, empáticamente, sus estados de ánimo cuando necesite apoyo.
La conversación interna expresada por escrito, ya sea en un simple folio o en un diario, también es un método que puede aliviar la presión emocional de nuestra actividad mental. Es una buena oportunidad para cocinar las recetas que siempre quiso preparar. Trate que sean recetas cuyos ingredientes sean fáciles de conseguir y que inclusive ya tenga en casa.
La alimentación adecuada, balanceada, con una buena proporción de frutas, verduras y vegetales, con proteínas de buena calidad, sin excesos y sin consumo excesivo de alcohol o tabaco. Es necesario el adecuado consumo de agua y bebidas hidratantes.
Tome en cuenta que el no hacer nada puede ser gratificante: reposar, dormir o contemplar sin espíritu de provecho. Propiciar la esperanza, la fe y el optimismo es una tarea que debe lograrse cada día. Generar sentimientos de fraternidad, de colaboración, de ayuda, sacar lo mejor de cada uno de nosotros en medio de la crisis nos ayudará a sobrellevar mejor esta situación que posiblemente se prolongue varias semanas.
Los momentos de crisis o coyunturales son momentos para aprender, crecer e incluso cambiar. Entender que permanecer en casa además de ser correcto es imprescindible. Debe ser una idea constante en nuestro pensamiento y en las conversaciones con quienes interactuamos. Es nuestra responsabilidad acatar el aislamiento hasta cuando sea necesario por el bien de todos.
La reclusión forzosa, como mal necesario, es un momento precioso para invertir tiempo en uno mismo y profundizar más, de manera amorosa, en nuestras relaciones interpersonales. Somos partidarios de la idea de que estamos aquí para evolucionar, servir y amar. Por lo tanto, todo va a estar bien porque haremos todo lo posible para que así sea.
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