Superada la pandemia quedan modos de vida que, en su momento, se acoplaron a esos tiempos difíciles y se mantienen, como el trabajo a distancia o teletrabajo. Desde la crisis y hasta la fecha, las compañías siguen analizando los aciertos y desaciertos de esa práctica en relación con el rendimiento de sus empleados y el cumplimiento de metas. El trabajo remoto también plantea a las empresas una nueva visión, qué hacer con los espacios físicos libres o de oficinas desocupadas.
Existen abundantes estudios sobre la eficiencia de los empleados que trabajan desde casa. Algunos concluyen que el teletrabajo causó un descenso de entre el 8 y el 19% en la productividad entre 2020-21. Mientras que otros identifican una baja del 4% en la productividad de trabajadores individuales; otras investigaciones más hablan de aumentos en ese indicador económico del 13 y hasta del 24%.
En función de las cuentas y saldos de las empresas, muchas diseñan esquemas de flexibilización laboral dependiendo de las características del empleo, si estos requieren presencia física, remota o mixta. Según el sitio en internet Findstack, el 16% de las empresas del mundo son 100% remotas.
Señala además que el 85% de los gerentes cree que tener equipos con trabajadores remotos se convertirá en la nueva norma. Entretanto, el 74% de los trabajadores dice que tener la opción de trabajar de forma remota los haría menos propensos a dejar una empresa.
Sin embargo, algunas empresas que habían adoptado el sistema de trabajadores a distancia están volviendo a esquemas tradicionales. La tendencia de regreso a la oficina (RTO), observada en los anuncios corporativos, parece contradecir la evolución del mercado inmobiliario, reseña City Journal. Las tasas de desocupación de oficinas siguen aumentando, alcanzando máximos históricos en algunas áreas.
Trabajo remoto, ¿para quedarse?
La brecha entre los objetivos corporativos declarados y las opciones reales tiene varias explicaciones posibles, con implicaciones para el futuro de las ciudades y el espacio de oficinas. Por un lado, las altas tasas de desocupación demuestran que la demanda de espacio de oficina no se ha recuperado y pueden indicar que una proporción significativa de la fuerza laboral está comprometida con el trabajo remoto sostenido.
Por otro lado, los informes y las nuevas políticas dejan claro que al menos algunas empresas no consideran sostenible el trabajo totalmente remoto. De hecho, algunos líderes corporativos insisten en que el trabajo en persona es esencial para la colaboración, la construcción de una cultura y quizás para dar señales de estabilidad.
Dos estudios recientes sobre el trabajo a distancia ofrecen posibles respuestas. Uno de ellos realizado por investigadores de la Universidad de Pittsburgh encuentra que, si bien las empresas a menudo exploran el RTO cuando el desempeño corporativo disminuye, no ven una mejora en el desempeño al regresar al trabajo en persona. Es posible que algunos directores ejecutivos estén utilizando el trabajo remoto como chivo expiatorio del mal desempeño corporativo.
El otro estudio, en el que participó el gurú del trabajo remoto Nick Bloom, investigó los pronósticos de más de 2.000 empresas del Reino Unido. Y encontró que los gerentes esperan que la proporción de trabajadores remotos sea aproximadamente la misma en cinco años que hoy, escribe Arpit Gupta, miembro adjunto del Instituto Manhattan, para City Journal.
Oficinas desocupadas, un indicador inmobiliario
Más allá de esos estudios, otros dos factores implican la posible perdurabilidad del trabajo remoto. En primer lugar, las nuevas empresas optan cada vez más por operar bajo ese esquema. En segundo lugar, los trabajadores en general, incluidos contratistas y autónomos, suelen preferir el trabajo totalmente remoto. Si bien los gerentes en la encuesta de Bloom esperaban un alto grado de trabajo híbrido (van algunos días a la semana), los datos más recientes de la Encuesta de Población Actual arrojan otras opciones. Alrededor de la mitad de las personas que reportan trabajar desde casa lo hacen de forma totalmente remota.
La tensión entre las altas tasas de desocupación de oficinas y el anecdótico retroceso de los empleadores respecto de una fuerza laboral totalmente remota refleja la reevaluación del trabajo moderno por parte de las empresas y los empleados. No solo sobre dónde se realiza, sino también sobre cómo se hace de manera más efectiva. En general, las empresas se han vuelto más flexibles desde la pandemia.
Algunos promulgaron políticas de RTO, otros adoptaron enfoques híbridos y otros mantuvieron o incluso ampliaron opciones remotas. Muchos trabajadores también están renunciando a sus trabajos actuales para ocupar puestos que ofrecen opciones totalmente remotas. A largo plazo, las empresas que ofrecen esa flexibilidad probablemente ampliarán el empleo y las perspectivas empresariales.
Por lo tanto, a pesar de las señales contradictorias y las narrativas en evolución, la evidencia apunta a que el trabajo remoto, de alguna forma, llegó para quedarse. Las altas tasas de desocupación de oficinas son un recordatorio concreto del impacto duradero de la pandemia en los hábitos y preferencias laborales.
Pérdida de valor
La popularidad del trabajo remoto en EE UU ha vaciado los edificios de oficinas. Esto es motivo de preocupación, ya que su valor cae y los propietarios corren el riesgo de sufrir pérdidas en los préstamos inmobiliarios. Circunstancia que ejerce presión sobre los bancos más pequeños.
En San Francisco, Washington e incluso Nueva York, las oficinas han visto la mitad de gente que antes de la pandemia. Y los trabajadores administrativos se muestran reacios a volver a desplazarse.
Las tasas de desocupación de oficinas en todo el país han aumentado al 13,5% en 2023 desde el 9,5% en 2019, y podrían alcanzar el 16,6% a finales del próximo año, dijo la compañía de crédito Fitch Ratings en un informe de diciembre, recoge The Business Times.
«En muchas ciudades, el distrito de oficinas del centro está muy despoblado», dijo el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell en una audiencia en el Congreso.
El cambio en los patrones de trabajo ha provocado que el sector inmobiliario comercial pierda un tercio de su valor, lo que podría tener un impacto mayor.
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