Anna Wintour, la editora de Vogue USA y una de las personas más influyentes de la industria de la moda, ya dio su veredicto: la ropa desechable está out. En una entrevista con Reuters, Wintour hizo un alegato en favor de reutilizar las prendas e incluso heredarlas a las siguientes generaciones para disminuir la contaminación.
“Creo que para todos nosotros significa (poner) una atención mayor en el arte, en la creatividad y menos en la idea de la ropa que es instantáneamente desechable, cosas que tirarías después de un uso. (Se trata de) hablar a nuestras audiencias, a nuestros lectores, sobre mantener la ropa que tienes y valorar la ropa que tienes y usarla una y otra vez, y tal vez dársela a tu hija, o hijo, como sea el caso”, afirmó Wintour, que lleva 30 al frente de la publicación estadounidense.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, en promedio, una prenda solo se usa 10 veces antes de ser desechada. Además, el ciudadano promedio consume un 60% más ropa que hace 15 años. Este aumento en la demanda ha ocasionado, por supuesto, que cada vez se produzcan más prendas. Para el 2014, se hicieron más de 100.000 millones de piezas de ropa en todo el mundo (según Greenpeace), de las cuales, toneladas terminan en la basura.
Contra la cultura de lo descartable
Las palabras de Wintour están en sintonía con lo que la industria ha intentado hacer por años: cambiar la cultura de la moda desechable. Desde firmas de lujo hasta los retailers como H&M y Zara, dos de lo más grandes en el globo, están implementando reformas para disminuir su huella ambiental. Una de ellas es intentar implementar el concepto de economía circular, donde cada prenda cumple con un ciclo completo de vida.
Sin embargo, el proceso es lento ya que “hay problemas de regulación, logísticos, técnicos y económicos que envuelven al negocio circular, la colección textil y el reciclaje. La realidad es que las soluciones y la infraestructura requerida para crear un sistema de moda circular no existe todavía”, según indica Anna Gedda, jefa de sostenibilidad de H&M.
Además de las grandes compañías, cada vez proliferan más emprendimientos sostenibles, mientras que los mercados de segunda mano se han consolidado como una opción entre los consumidores más jóvenes y más conscientes con el planeta. Sin embargo, todavía queda mucho trabajo que hacer para educar a consumidores más responsables y poner en jaque la moda desechable.
Educar a la gente
Gema Gómez, directora de la plataforma educativa Slow Fashion Next, considera que es todo un “reto” enseñarle a la gente que no es normal comprar una camiseta por 5 euros porque debe tener en cuenta el costo social y ambiental que conlleva hacer la ropa: mano de obra barata, consumo de agua y materia prima, entre otros.
Además de reutilizar la ropa que ya se tiene en el armario, intercambiar prendas con amigos y familiares, y comprar en mercados de segunda mano, Gómez también aconseja invertir en prendas de calidad que justifican su costo porque incluyen «gastos» como sueldos dignos o procesos cerrados de producción para evitar la contaminación. Y este tipo de prendas, que no solo son duraderas sino también muy «chic», son las que hay que usar, usar y usar.
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