Apreciar un orangután en la selva de Borneo siempre será una experiencia única, así sea a través de un video de la vida animal. Pero mucho más impresionante es observarlo automedicándose con plantas locales para tratar sus heridas. Tanto, que recientemente redes sociales de todo el mundo hicieron viral a Rakus, un macho de esta especie que científicos grabaron en una reserva forestal de Indonesia frotando repetidamente hojas masticadas de una planta medicinal en una herida facial.
Fue la primera observación conocida de un animal salvaje usando plantas para curarse. Otra evidencia de que los humanos no son los únicos que las utilizan con fines medicinales. Rakus vive en el Parque Nacional Gunung Leuser en la isla de Sumatra y tiene alrededor de 35 años. Los investigadores notaron por primera vez la herida en el rostro el 25 de junio de 2022, cuando vieron que comenzaba su comportamiento de automedicación. Los registros de animales que se medican a sí mismos son raros, más aún si es para tratar lesiones.
Los detalles de la observación se dieron a conocer esta semana en la revista Scientific Reports. La planta que usó Rakus, Fibraurea tinctoria conocida como Akar kuning o raíz amarilla, también es utilizada por personas en todo el sudeste asiático para tratar la malaria, la diabetes y otras afecciones. Según investigaciones, tiene propiedades antiinflamatorias y antibacteriales.
Los orangutanes rara vez comen la planta. Sin embargo, Rakus ingirió una pequeña cantidad y también cubrió la herida varias veces. Y el tratamiento resultó ser muy efectivo, pues cinco días después de que se notara la herida, ya se había cerrado y en menos de un mes se curó sin ningún signo de infección.
Plantas y otros mejunjes
Michael Huffman, profesor visitante en el Instituto de Medicina Tropical de la Universidad de Nagasaki en Japón, coincidió con considerarlo como el primer estudio publicado que demuestra que un animal utiliza una planta con propiedades biomédicas conocidas para el tratamiento de una herida. Expertos habían visto a un grupo de más de dos docenas de chimpancés en Gabón, África Central, tratándose una herida, pero no con hierba, sino masticando insectos voladores y aplicándoselos en la lesión.
Biólogos también habían descrito a orangutanes valiéndose de plantas medicinales, pero de otra manera. En 2017, científicos informaron que seis de estos primates, también de Borneo, se frotaron las hojas masticadas de un arbusto con propiedades antiinflamatorias y analgésicas en piernas y brazos, probablemente para calmar los músculos doloridos . «Los patrones generales de aplicación son similares, y eso es bueno para nuestra comprensión de la propensión de la especie a este tipo de comportamiento de medicación», dijo Huffman.
Los ejemplos de automedicación en primates siguen siendo poco comunes. Se sabe que chimpancés, bonobos, gorilas y gibones de manos blancas comen ocasionalmente hojas enteras y ásperas. Se cree que los ayuda a expulsar parásitos. También han visto chimpancés masticando la médula amarga de una planta llamada Vernonia amygdalina para tratar infecciones por gusanos.
Herbolario animal
Mamíferos como monos, chacales, jabalís o elefantes suelen practicar la autocuración, al igual que algunos reptiles y determinados tipos de aves. Científicos tienen un interés farmacológico en estos comportamientos, pues están convencidos de que la observación de cómo los animales se curan puede ayudar a descubrir nuevos medicamentos.
Se ha documentado que mamíferos realizan purgas con vegetales para combatir problemas estomacales. Conocen a la perfección las hierbas que les permiten curarse de sus dolencias más recurrentes. Es bien sabido que no solo perros y gatos, sino también sus parientes salvajes lobos, leones y tigres , entre otros, comen hierbas cuando tienen problemas intestinales.
En realidad, el uso que de las medicinas naturales por animales es antiguo. De los nombres comunes de numerosas hierbas se deduce esta afirmación. Ejemplos de esto son la hierba gatuna o menta de gato (Nepeta cataria) y la gramínea Agropyron repens, denominada en italiano «grano perruno» y en inglés «hierba de perro». También las plantas del género Epimedium sp., que en esta última lengua se denominan «cabras calientes» y que, como era de esperarse, se emplean desde la antigüedad como afrodisíacos.
La hierba gatuna tiene un olor muy fuerte que atrae a los gatos y que los sume en una especie de trance de escasa duración. Aparte de su efecto sedante y posiblemente alucinógeno, los gatos la utilizan por sus propiedades digestivas y para expulsar las bolas de pelo que se acumulan en su estómago. Coincidencia o sabiduría, los herbolarios recomiendan esta planta para combatir el insomnio y los dolores de estómago.
Para cualquier mal
Por el efecto regurgitante similar al de la hierba gatuna, hay otras plantas que ingieren no solo los gatos, sino también perros y sus parientes salvajes. Los lobos, por ejemplo, comen ortigas con este fin. Podrían actuar como purgas físicas de los parásitos intestinales, una acción que, como luego veremos, ha sido demostrada en ciertas plantas usadas por los monos africanos.
Más documentada está la utilidad de las raíces de la planta asiática Rauwolfia serpentina como antídoto contra el veneno de serpiente para algunos animales, entre ellos jabalís y mangostas, cuyo conocimiento de esta hierba se recoge en un texto sánscrito de 3.000 años de antigüedad. Parece que las mangostas se alimentan de esta planta antes de ir a cazar cobras. Debió de ser el conocimiento de esta conducta el que indujo a incluir a la Rauwolfia en la farmacopea ayurvédica de la India.
Los animales no solo preparan antivenenos, sino que se valen de las hierbas para afrontar la maternidad. Según la investigadora Holly Dublin, de la World Wildlife Fund, las hembras gestantes del elefante africano buscan una especie concreta de árbol, muy posiblemente para inducir el parto. Después de seguir una dieta muy uniforme durante toda la gestación, una de estas hembras estudiada por Dublin recorrió 27 km en un sólo día para encontrar ese árbol de la familia de las borrajas y devorarlo casi entero. Dublin también descubrió que las mujeres de Kenia hacen infusiones con sus hojas para provocar el parto.
Dermartología salvaje
Los monos capuchinos en Suramérica se frotan el cuerpo con especies vegetales aromáticas cargadas de sustancias bioactivas capaces de reducir las micosis y las infecciones bacterianas y de combatir los ectoparásitos. También muchas especies de aves tapizan sus nidos con hojas y tallos verdes y frescos que renuevan con frecuencia, como algo vital para la supervivencia de sus polluelos. Los estorninos pintos, en Norteamérica, llevan esta conducta hasta el extremo de seleccionar cuidadosamente algunas especies vegetales y despreciar las otras. Entre estas plantas figura la zanahoria salvaje (Daucus carota), la aquilea (Achillea millefolia) y otras especies conocidas en fitoterapia por su astringencia y su utilidad en el tratamiento externo de llagas, inflamaciones y otras enfermedades de la piel.
Otra ave que llena sus nidos con plantas aromáticas y astringentes es la cigüeña denominada tántalo americano (Mycteria americana). Entre las plantas que utiliza está el ciprés de los pantanos (Taxodium distichum), la hiedra venenosa (Toxicodendron radicans) y el árbol de la cera (Myrica cerifera). Las utilizan los herbolarios locales para curar lesiones cutáneas. Pese a tener un efecto casi nulo sobre los parásitos externos de los polluelos, influyen positivamente en su supervivencia.
También está bastante demostrado el uso dermatológico que dan algunas aves a ciertos insectos venenosos. Más de doscientas especies de aves canoras recogen hormigas con el pico y se frotan vigorosamente las plumas. El arrendajo común extienden las alas, se acuesta y se revuelca sobre el hormiguero. La hipótesis más razonable indica que su objetivo sería adquirir las secreciones de las hormigas, por sus propiedades insecticidas, acaricidas, fungicidas y bactericidas.
Expulsión de parásitos
Hay más de 40 especies de hojas ásperas que 17 poblaciones de chimpancés, bonobos y gorilas usan para deshacerse de sus parásitos. Los primates no son los únicos en valerse de esa técnica. Pequeños mamíferos como la civeta, pliegan y se tragan hojas y expulsan parásitos; y grandes, como el oso pardo y el oso negro, lo hacen también. También los gansos de nieve canadienses, generalmente los jóvenes, limpian sus sistemas justo antes de migrar en el invierno y viajar al sur y tienen un largo y estresante período sin poder alimentarse.
Suplementos y algo más
Los osos pardos de Canadá y Alaska chupan a menudo la tierra arcillosa. Muy extendida en el mundo animal, la geofagia o ingestión de tierra se ha interpretado como una manera de corregir deficiencias de la dieta. Sin embargo, cada vez son más las evidencias de que esta no es su única utilidad.
Las jirafas acuden con regularidad a las termiteras para comer bocados de su tierra rica en arcilla. Este es un desactivador muy efectivo de las toxinas de la dieta o de los microbios patógenos. Los elefantes africanos recorren centenares de kilómetros para encontrar grutas con sal. El sodio es indispensable para equilibrar el exceso de potasio de las hojas que consumen. Los orangutanes de Sumatra también se toman grandes molestias para ingerir ciertas tierras. Pero no es sodio lo que buscan, sino trazas de arsénico para reforzar sus defensas antiparasitarias.
Para los animales lo de las plantas no es solo cosa de medicina, sino de experimentar sensaciones. Muchos las usan para drogarse o emborracharse. Los chacales, por ejemplo, son grandes consumidores de hongos psilocíbicos, y los renos y vacas lecheras de la igualmente alucinógena amanita matamoscas (Amanita muscaria). Los jabalíes, por su parte, escarban en busca de las raíces de una planta psicotrópica: Tabernanthe iboga. Asimismo, los jaguares mordisquean la corteza desagradable de la no menos alucinógena Banisteriopsis caapi.
J. M. Faricla, director de la Sociedad de Etnopsicología Aplicada, asegura que vacas, búfalos y varios antílopes se deleitan con la adormidera productora de opio. Al igual que canarios y palomas con las semillas de cáñamo y las mangostas con los hongos ricos en bufotenina. A los elefantes les gusta sobremanera los frutos fermentados de las palmeras debido al alcohol que contienen.