POR ANA TRENDY
23/11/2017
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Andy Warhol es el noveno en nuestra lista cronológica de las 16 personalidades que han influenciado al mundo, impactando el estilo de vida de la gente en los últimos cien años. Por ello, nuestro experto en arte, Javier Molins, destacó su obra en nuestra edición especial de noviembre.
La figura de Picasso emerge de forma indiscutible como la más influyente del siglo XX, pero si nos centramos en la segunda mitad de la centuria, ahí aparece con fuerza un artista que siempre manifestó su admiración por el genio malagueño y a quien homenajeó en diversas ocasiones. Se trata de Andrew Warhola, más conocido como Andy Warhol (Pittsburgh, 1928 – Nueva York, 1987).
Quizás el mayor mérito de Warhol fue estar en el lugar adecuado en el momento preciso y en convertir su propia imagen en la mejor de sus obras de arte.
La Segunda Guerra Mundial arrasó el continente europeo y sentó las bases para la supremacía económico-cultural de los Estados Unidos, gran vencedor de una contienda que se había librado muy lejos de su territorio.
La capital artística se trasladó de París a Nueva York y, en pocos años, el expresionismo abstracto desarrollado por la conocida Escuela de Nueva York, con Pollock a la cabeza, se convirtió en la tendencia artística predominante.
La primera reacción a ese predominio vino de Gran Bretaña a través de una exposición celebrada en 1956 en el Institute of Contemporary Arts (ICA) titulada “This is tomorrow” y en la que el artista Richard Hamilton presentó la que se considera la primera obra de arte pop, un término que acuñó el crítico de arte inglés Lawrence Alloway.
Pop art
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Este movimiento surgió en Gran Bretaña pero alcanzó su máxima expresión en Estados Unidos, cuando Robert Rauschenberg recibió en 1964 el Gran Premio de la Bienal de Venecia por una obra que se exponía en el pabellón americano junto a la de artistas como Jasper Johns, Morris Louis, Kenneth Noland, Frank Stella, Jim Dine y Claes Oldenburg. Rauschenberg fue el primero en incorporar a su obra objetos cotidianos de la sociedad de consumo como un paraguas, una camiseta, una lámpara o animales disecados.
¿Y dónde estaba Warhol por aquel entonces? Pues dando sus primeros pasos como artista tras una década, la de los años cincuenta, en la que había trabajado como ilustrador en el mundo publicitario.
Warhol realizó su primera exposición individual en 1962 en California pero, de inmediato, demostró su capacidad de provocación, uno de sus rasgos más característicos, al pretender decorar la fachada del pabellón de Nueva York en la Exposición Universal de 1964 con 25 grandes paneles con la ficha policial de los delincuentes más buscados del país.
El gobernador de Nueva York, Nelson Rockefeller, ordenó la retirada del mural, por lo que Warhol propuso sustituir las fotografías de los delincuentes, por la del comisario del pabellón.
Ante la negativa de este, optó por cubrir el mural con pintura blanca. Había nacido el que sería considerado a la postre como el máximo representante del pop art, sin que él hubiera fundado dicho movimiento.
Warhol y sus íconos
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Y es que Warhol supo captar como nadie el surgimiento de una sociedad de consumo simbolizada en objetos como las botellas de Coca Cola, las latas de sopa Campbell o las fotografías de celebridades como Marilyn Monroe, Liz Taylor o Elvis Presley, los nuevos dioses paganos de esta sociedad.
Sin embargo, el mérito de Warhol fue más allá de crear una serie de imágenes fácilmente reconocibles y que pertenecen actualmente al imaginario colectivo. Su principal logro consistió en interpretar mejor que nadie las enseñanzas de Duchamp cuando este expuso en 1917 un mingitorio como si fuera una obra de arte.
Warhol hizo lo propio en 1964 cuando expuso unas esculturas de cajas de detergente Brillo que eran prácticamente similares a las originales. Con ello, vino a reivindicar que cualquier objeto podía ser una obra de arte.
No se trataba de que tuviera unas cualidades especiales que los sentidos pudieran apreciar, sino que lo que convertía una cosa en una obra de arte, era la forma en que era mirada y cómo era pensada.
Algo que marcó un nuevo punto de inflexión en la historia de la teoría estética y que tanto ha influido en creadores posteriores siendo probablemente Ai Weiwei el más destacado continuador de esta tendencia hoy en día.