Inmersos en una revolución digital disruptiva, las revistas están llamadas a erigirse en referentes del buen periodismo en un mercado donde los editores son prescriptores informativos. Para el editor Andrés Rodríguez, “el mundo es una gran revista. Ambos experimentan una profunda transformación en su relación con su público y mi labor, ahora como presidente de ARI, es acompañar a todos los editores del país para seguir creciendo y hacernos más fuertes ante todo lo que está por venir”.
Como editor y periodista, Andrés Rodríguez creó de la nada una marca que hoy es líder en el ámbito de la comunicación y la información. Ahora, como presidente de ARI, la asociación de revistas que aglutina las cabeceras españolas, se propone acompañar a los editores en una transformación cuyo objetivo es la competitividad para reivindicar la influencia de las revistas como marcas divulgadoras, expertas, informadoras, creadoras de opinión, tendencias y contenido multiplataforma y multiformato.
Entre los retos a los que se enfrenta está garantizar más fondos públicos para las revistas. “Somos editores –afirma– y no aceptamos que el Gobierno o las administraciones públicas se publiciten solo en la prensa diaria, sobre todo cuando nosotros editamos contenidos que son mucho más relevantes para muchos de los mensajes. El Gobierno debe revisar su política de distribución de una inversión que supera los 200 millones de euros y ARI es el socio adecuado para gestionar esta inversión en el segmento de revistas impresas y digitales”.
Defender los intereses de los editores de revistas en una sociedad en constante cambio
ARI es la asociación de los editores de revistas, en cualquier formato y con cualquier frecuencia, el punto de unión de los editores y sus marcas. Representa a los principales editores de España, que cubren el 95% del mercado nacional con sus más de 400 revistas publicadas en papel y online. La misión de ARI es unir, representar, visibilizar y defender los intereses de los editores de revistas en todos los ámbitos, contribuyendo así al reconocimiento del sector en una sociedad en constante cambio.
Andrés Rodríguez es periodista por la Universidad Complutense de Madrid. Tras su paso como editor y director de las cabeceras que más historia han hecho en España, en 2007 fundó el grupo editorial SpainMedia. Desde entonces, ha consolidado un posicionamiento de prestigio y rentabilidad en el mercado de las publicaciones de estilo de vida, tanto en formato de papel como digital.
En 15 años, SpainMedia ha editado Esquire, Forbes, Harper’s Bazaar, Robb Report, L’Officiel, Tapas y T Magazine. Además, Andrés Rodríguez es consejero de El Español, miembro de la junta directiva de la Asociación de la Prensa de Madrid, fundador del Club Matador, miembro de la junta de protectores del Teatro Real, Premio Nacional de Gastronomía 2016 por la revista Tapas ,y en 2018 recibió el First Amendment Award por la Asociación Eisenhower Fellowship.
Como nuevo presidente de ARI Asociación de Revistas ha declarado que su objetivo es que la asociación sea un referente para recuperar la influencia de las revistas y su mercado. ¿Cómo piensa lograrlo?
No es muy difícil. Los editores de revistas somos actores activos en el sentir de la sociedad en España. Influimos en los gustos, las actitudes y los comportamientos de nuestras audiencias digitales, experienciales y de papel mucho más de lo que parece. Ya estamos trabajando en que se comprenda nuestra influencia, que siempre la hemos puesto al servicio de los lectores y de nuestros anunciantes. Somos un referente tranquilo, porque las protagonistas son las audiencias y las marcas que editamos. Estamos muy ilusionados con nuestro futuro.
Hoy confluyen la crisis económica, la urgencia de la sostenibilidad y el cambio de modelo tanto en el periodismo como en la empresa periodística. ¿Quién va a sobrevivir? ¿Qué oportunidades ofrece esta coyuntura?
Vamos a sobrevivir los que generemos contenidos y experiencias que las audiencias reconozcan como interesantes. Siempre fue así. No es nada nuevo. Cualquier marca, cualquier empresa, cualquier contenido se esfuma si pierde el respeto de su audiencia. Les ha pasado a las marcas de gran consumo, a los programas de televisión, a los periódicos, a los medios de comunicación y también a las revistas. Todos los buenos servicios y contenidos, y las grandes marcas no solo van a sobrevivir, sino que cada vez serán más fuertes porque en este totum revolutum que es la vida digital necesitamos referentes.
Los editores hablan de transformación. ¿Realmente se han reinventado las empresas periodísticas? ¿Por qué las revistas pueden prosperar en un panorama mediático cambiante? ¿Cuáles son sus fortalezas?
Vivimos en una revolución digital que aún no ha terminado. Estamos inmersos en ella. La reinvención es, como en la supervivencia de las especies, una obligación. Y es bueno. Los negocios fáciles adormecen la competitividad. No todas las empresas periodísticas se han reinventado. Y las que lo han hecho, no pueden dejar de transformarse. Los editores de revistas tenemos mucha más facilidad para este proceso porque conocemos muy bien nuestras audiencias, porque no dependemos de las últimas noticias y porque somos más pequeños que los editores de periódicos. Nuestra fortaleza es la misma que hace décadas. Tenemos marcas creíbles, sólidas, reputadas, anunciantes que nos quieren y confían en nosotros porque nuestras audiencias son fieles. Nunca las marcas fueron más trascendentales que ahora que todo el mundo tiene acceso a comunicar.
Tradicionalmente se ha considerado el periodismo como el cuarto poder, mecanismo de control democrático y garante de derechos y libertades ¿Cómo recuperar ese poder cuando el editor depende de los ingresos publicitarios para pagar las facturas?
Todos los editores, todos los medios de comunicación del mundo han dependido –pueden existir algunos casos excepcionales en pequeños nichos– de la publicidad. Desde el New York Times a la Fox. Que tus ingresos sean mayoritariamente de tus anunciantes no significa que no seamos editores libres y que, por tanto, no ejerzamos nuestra responsabilidad como contrapoder para el fortalecimiento de la democracia.
¿El periodismo que viene debe seguir resultando incómodo al poder?
Debe seguir vigilando. No sé si eso tiene que incomodar al poder porque, a su vez, el que ejerce el poder tiene que ser responsable con la confianza recibida. Si uno ejerce su poder con responsabilidad y honestidad no debe sentirse incómodo porque los medios sean libres. Sin medios libres, no existe la democracia.
¿Es verdad que los periodistas han dejado de escribir para los lectores y ahora lo hacen para los dueños de los medios?
Los periodistas siguen la misión que su editor les pide. Se deben a la empresa que los contrata. Es cierto que hay editores que no se han reconvertido aún, que tienen problemas de modelo de negocio en medio de la revolución digital y que, en vez de emitir o publicar lo que creen que deben hacer, desvían sus contenidos sobre la pregunta “¿qué quiere mi lector?”. Esa siempre fue una pregunta que un editor debe hacerse diariamente, pero no debe ser la causa final de lo que edite. Los lectores, las audiencias, buscan sentirse identificadas con su medio, con su marca, con su editor, con su periodista… pero el contenido tiene que ir un poco por delante para seguir siendo un referente, para marcar una pauta de referencia.
“Vivimos en una revolución digital que aún no ha terminado. Estamos inmersos en ella. La reinvención es, como en la supervivencia de las especies, una obligación. Y es bueno. Los negocios fáciles adormecen la competitividad. No todas las empresas periodísticas se han reinventado. Y las que lo han hecho, no puede dejar de transformarse”
ANDRÉS RODRÍGUEZ, editor
¿De qué forma puede el periodismo recuperar la confianza de los ciudadanos?
Siendo honesto y transparente. Abandonando el sectarismo político. No me gusta que un diario sea de unos o de otros. Y renunciando también a buena parte de la dosis de vanidad que tiene este oficio, y que nos aleja de las audiencias.
Los hechos han dejado de ser relevantes, lo que es un grave problema no solo del periodismo, sino de la sociedad en su conjunto. ¿Que la realidad no te estropee una buena historia?
Los hechos no han dejado de ser relevantes. Importan más que nunca, pero nos enteramos de lo que pasa por otros canales. Algunos de esos canales que nos dan noticias cada segundo, por cierto, no son referentes de buena información. La comunicación y el periodismo viven momentos de esplendor. Las revistas, que están de lleno comprometidas con este negocio, también.
Usted fundó SpainMedia en 2007 y hoy es uno de los líderes con mayor progresión en el mercado de las publicaciones de estilo de vida. Mientras otros medios históricos se veían abocados al cierre, SpainMedia ha creado nuevas cabeceras en formato papel y digital. ¿Cómo lo ha conseguido?
Gracias a la gente que ha pasado por la editorial en estos 15 años. La mayoría de las editoras tienen gente de una nueva generación que se ha formado con nosotros. En lo concreto elegí un rumbo diferente, aposté y apuesto por el papel de alta calidad, para mí la edición de papel es la alta costura y los contenidos digitales el prêt-à-porter. Decidí también no entrar en la competencia por las audiencias y apliqué lo que había aprendido de maestros como George Lois, Toni Segarra o Jan Wenner. Me gusta sorprender y agitar y soy muy cabezota. Hemos cometido muchos errores, pero los corregimos rápido.
¿No nos estamos apresurando a la hora de enterrar el papel?
Es obvio. Ya lo ha demostrado el boom de pequeñas librerías de barrio. El papel tiene algo único que nunca desbancará la velocidad de la cultura digital. Ambos se complementan. Las revistas son grandes amantes del papel y en esa impresión basamos el reconocimiento de marca.
La nueva oferta de productos informativos va de la mano de la implantación del pago por uso y la suscripción. La mayoría de los medios lo intentan, pero no lo consolidan. El periodismo de calidad cuesta dinero, ¿están dispuestos los consumidores a pagar por ello?
Todo el mundo está dispuesto a pagar por algo si considera que merece la pena. La regla no ha cambiado. Los editores tenemos que preguntarnos si nuestro valor añadido hace que merezca la pena ser suscritor. Pero ojo, los modelos de negocio en dificultades no tienen por qué ser solo los de suscripción. No sabemos cuántos modelos de suscripción hay rentables. Las revistas sabemos mucho de eso. La suscripción es una buena señal de fidelización, pero la rentabilidad es siempre publicitaria, no de membresía a no ser que se alcancen cifras de suscriptores muy, muy altas. ¿
Sabemos distinguir un medio de comunicación de lo que es simplemente expresarse a través de internet?
Nosotros, los editores de revistas, perfectamente, la audiencia no tanto. Pero es normal. Vivimos inmersos en un tsunami informativo que se podría bautizar como infonami. Quiere decir que todo el que tiene un teléfono móvil es sometido a una ola gigante de información y entretenimiento de la que se tiene que defender. Las audiencias ya se dan cuenta de que necesitan prescriptores informativos, eso es un editor. Las audiencias se van dando cuenta poco a poco de que el entretenimiento no es información contrastada. Todo se irá recolocando, está revuelto porque estamos inmersos en una revolución digital fantástica. Es un gran privilegio vivir una revolución no sangrienta. Pero debemos asumir que es una revolución que no va a acabar nunca. Hay que aprender a convivir con ella y disfrutarla.
Las redes sociales han convertido el periodismo en un estercolero donde se cultivan el odio y los bulos, la mentira y la manipulación. ¿Cómo evitar que el resto de los medios sucumban a esas cámaras de eco que tanto se critican en las redes sociales? ¿Cómo mantener la pluralidad y la independencia?
Las redes sociales son como somos nosotros. Hay gente maleducada y gente buena. No debemos asociar la vulgaridad que vemos a diario en las redes con el mal periodismo, igual que no se asocial el ruido y el griterío con la ópera. Cada editor debe proteger su medio, su marca y su audiencia. Siempre fue así. No es nada nuevo. Los planes de negocio confusos no ayudan, pero el ruido no es bueno para consolidar un negocio. Un editor es el comandante de un barco, debe mantener firme el rumbo, cambiarlo si es necesario y mantener motivada a su tripulación. Si lo hace llegará a buen puerto que es la independencia.