Por Natalia Lobo
04/06/2018
Andrés Iniesta sabía que esa pelota iba a entrar. Fue una jugada accidentada, con rebotes y fallos. Empezó con una carrera de Jesús Navas por la banda, que pasa el mediocampo. El sevillano se ve encerrado por los holandeses y el balón le cae a Iniesta, que se la devuelve de tacón a Cesc. El 10 se la dio nuevamente a Navas, tras un pequeño rebote en Robben. Navas se la deja a Torres y el delantero vio a Andrés, que ya se había desmarcado en el área. La pelota no llega pero le cae a Fábregas, que no lo piensa y se la da al manchego, que estaba a su diagonal.
“Estábamos yo y el balón. Como cuando ves una imagen en cámara lenta, para mí fue así. Es difícil escuchar el silencio. En ese momento escuché el silencio y sabía que ese balón iba dentro”, contó el manchego después. Control y remate. Fue gol. El gol que le dio a España su primer Mundial. Iniesta celebró corriendo mientras se sacó la camiseta y mostró un mensaje para Dani Jarque, uno de sus grandes amigos y cuya muerte un año antes fue un golpe muy duro para él. “Siempre con nosotros”, decía la dedicatoria. Sus compañeros, incluyendo el banquillo, se le fueron encima. Era el “gol de todos”, como más tarde aseguró Torres.
El “ángel” de Andrés
Iniesta ya había vivido una situación similar cuando marcó el gol de Stamford Bridge, aquel que significó el pase del Barcelona a la final de la Champions del 2009. Parece que Andrés es un jugador que está destinado a dejar marca en dos de los proyectos futbolísticos más exitosos de la historia. Xavi Hernández escribió recientemente que Iniesta “tiene ángel”. Porque Iniesta no siempre marca… Pero aparece cuando tiene que aparecer y eso es solo una de las cualidades que lo hacen brillante.
Andrés no solo entiende el fútbol, sus tiempos y sus espacios, sino que además tiene un repertorio de habilidades técnicas que han dejado a más de uno plantado en el césped. El 8 te hace una “croqueta” e inmediatamente después suelta un pase entre líneas que solo ve él. Del Bosque asegura que Iniesta “lo tiene todo”. Su visión de juego no solo fue clave para España sino también para el Barcelona, donde Lionel Messi lo atesora como su gran último socio.
De deprimido a héroe
Antes del Mundial de Sudáfrica, Iniesta estaba muy deprimido no solo por la muerte de Dani Jarque sino también porque tuvo una temporada dura plagada de lesiones. Fueron días oscuros de los que, con ayuda profesional y mucha paciencia, pudo salir. Su última lesión fue un mes antes del Mundial. Del Bosque aseguró que lo esperaría porque “su calidad no necesitaba probarse en los entrenamientos”. Y vaya que valió la pena.
Junto a Xavi y Alonso, Iniesta fue uno de los jugadores claves para el mediocampo de España en Sudáfrica. Marcó el gol decisivo ante Chile en la fase de grupos. Estuvo en la contienda para el Balón de Oro del Mundial. Fue el mejor jugador de la final, por supuesto. Con su fútbol de siempre, Iniesta no solo fue capaz de recuperar la sonrisa sino de llevarle alegría al país entero.
Iniesta es la prueba perfecta que el talento y el trabajo duro puede más que el ruido. Porque ese jugador bajito y pálido no necesitaba de los reflectores para brillar. No ganó el Balón de Oro ese año, en parte justificado por las lesiones que no lo dejaron hacer su mejor fútbol durante toda la temporada, pero a él no le importó nunca. A él le basta con pisar cualquier campo de fútbol y salir ovacionado.
El Mundial de Rusia será el último de Andrés. Ya el manchego dejó al FC Barcelona y jugará en Japón la próxima temporada, con el Vissel Kobe. Son señales inequívocas de que su carrera está llegando a su fin. Sin embargo, su fútbol será eterno. Eterno como su estampa en Johannesburgo marcando al minuto 116. Gracias, Andrés.