La celebración en Madrid, ante un público entregado, de su 65 cumpleaños no es más que la confirmación de que su espléndida voz, una de las más cotizadas en la actualidad, no es solo capaz de llenar todos los rincones de un gran estadio, sino que colma los corazones mismos de sus admiradores, embargados por una música concebida para transformar el mundo y colmarlo de sentimientos y emociones. Andrea Bocelli, el tenor italiano más respetado y querido, está convencido de que la música nos hace mejores personas.
Nacido en la localidad toscana de Lajatico, comenzó su formación musical a los seis años cuando recibió clases de piano, flauta y saxofón. Un glaucoma congénito le hizo perder parte de la visión y a los 12 años, tras un partido de fútbol en el que recibió un golpe, su ceguera se hizo total. Su salto a la fama se produjo en 1992 cuando el roquero italiano Zucchero le eligió en un casting para grabar una demo de su tema Miserere.
La idea era cantar a dúo con Luciano Pavarotti, como así hizo, pero le gustó tanto la interpretación que se lo llevó de gira por Europa. “Mi música es tranquila. Surge del melodrama, que es al fin y al cabo una representación de los sentimientos”, asegura el tenor.
Con un estilo que se mueve entre el pop, la música clásica y la ópera, es en esta última modalidad donde siempre se ha encontrado más cómodo. “Tengo mucho respeto a la ópera y a sus espectadores. Por eso, muchas de las veces que tengo que subirme al escenario siento que tengo una gran responsabilidad”, confiesa Bocelli.
Su discografía es muy extensa, tanto como sus premios y reconocimientos. El tenor italiano es Gran Oficial de la Orden al Mérito de la República Italiana y tiene una estrella en el paseo de la fama de Hollywood por su contribución al teatro en vivo. “Me considero un hombre afortunado. He tenido todo a lo que alguien puede aspirar”, concluye el intérprete.
Uno de los momentos más emocionantes de su actuación en Madrid fue cuando el público le cantó el ‘Cumpleaños feliz’ con motivo de su 65 aniversario. ¿Qué balance hace de su carrera artística en estos momentos de espléndida madurez?
Reconozco que, aunque no soy especialmente aficionado a celebrar cumpleaños (un ritual quizás más propio de la juventud), el público de Madrid me emocionó de verdad. Cantar ante el público sigue siendo un gran privilegio y es la mejor manera de compartir el don que el cielo me ha dado, es la forma más sencilla y directa de relacionarse con el prójimo, captando su afecto y tratando de devolverlo en la medida de lo posible, con la mayor intensidad.
Hace años concebí una oración, y escribí en ella, entre otras cosas: “Señor, haz de mí el instrumento de tu santa voluntad”. Después de treinta años de carrera, sigo dirigiendo al cielo el mismo pensamiento con el deseo de ponerme a disposición, con fe, para que Dios haga conmigo lo que crea conveniente.
A estas alturas, continúa seleccionando su repertorio y cuidando todos los detalles de la actuación con un mimo y un respeto hacia al público que lo alejan del divismo y los excesos propios del bel canto. ¿Cuál es el secreto de su éxito para transmitir tanta emoción y belleza?
Mis gustos musicales se corresponden afortunadamente muy a menudo con los del gran público. Un público con el que siempre he mantenido una relación franca, basada en la honestidad intelectual: nunca he querido halagarlo, nunca he forzado mi profesionalidad, nunca me he plegado a modas o novedades que no me convencían. He intentado cortejar la belleza sin prejuicios en la música clásica y en el pop. He sido correspondido con una generosidad que supera todas las expectativas.
ALMAS GEMELAS. “Verónica y yo nos casamos después de un largo camino juntos: luchamos juntos y vivimos juntos 24 horas al día, 7 días a la semana, y renovamos nuestro deseo de apoyarnos todos los días. Cuando dos personas después de muchos años todavía quieren estar juntas de todas las formas posibles, significa que un alma completa a la otra, que nos reconocimos. Verónica y yo somos almas gemelas desde el principio”.
Para entusiasmar al oyente, creo que hay que tener algo que decir, y por eso hay que apasionarse por la vida, cultivar muchos intereses y enamorarse cada día de nuestro viaje terrenal, de nuestros semejantes y del amor mismo, que es el motor de la vida. Yo, en el amor, y por tanto en la bondad, he tratado de asentar toda mi existencia.
¿Cree que con su actitud sencilla ha contribuido a democratizar la ópera, a hacerla más popular despojándola de su etiqueta de elitismo?
Espero haber aportado mi pequeña contribución en este sentido. La ópera no es, en sí misma, un espectáculo elitista, pero en las últimas décadas ha corrido a veces el peligro de olvidar su vocación popular. Me gusta llamar al repertorio operístico “el paraíso de la música”: historias apasionantes, sentimientos universales, temas sociales candentes… en un espectáculo popular que ofrece varias formas de arte superpuestas… La ópera es capaz de transmitir sensaciones tan profundas que se quedan en el corazón para toda la vida.
“Hay que apasionarse por la vida y enamorarse cada día, de nuestros semejantes y del amor mismo, que es el motor de la vida. Yo, en el amor, y por tanto en la bondad, he tratado de asentar toda mi existencia”
¿Qué diferencia hay entre cantar en un Palacio de Deportes, como su último recital en Madrid, o La Scala de Milán?
Los estadios son lugares en los que uno tiene la oportunidad de acoger a grandes masas y, por tanto, de ofrecer su arte a mucha gente. La Scala, pero también el Regio de Parma u otros espléndidos teatros, son joyas arquitectónicas que, gracias a su conformación, tienen el gran mérito de ofrecer una acústica que evita la necesidad de amplificar los micrófonos. Comparando sus puntos fuertes y débiles, son dos experiencias diferentes, pero igualmente emocionantes. La energía positiva que puede emanar del público en un recinto abarrotado, como ocurrió en el recital de Madrid, es realmente poderosa para los protagonistas y también, creo, para los espectadores.
¿Se puede entender el fenómeno Andrea Bocelli sin Pavarotti y sin Caruso?
El hecho de que yo sea cantante de ópera por derecho propio, además de cantante de un repertorio más ligero, que puede incluir tanto la gran romanza popular como la canción, corresponde exactamente a lo que Enrico Caruso hizo antes que yo y hace más de cien años (y después de él, otros intérpretes excepcionales, como Beniamino Gigli). Caruso encarna un verdadero mito, y los mitos celebran la existencia, sus valores… Son una respuesta poética a las preguntas de la humanidad.
UN DON DEL CIELO. Todo arte es un don del cielo para la promoción del espíritu. Por tanto, para la propagación del bien. La música es un lenguaje privilegiado para llegar a lo más profundo de nosotros. La buena música puede educarnos, expresar paz y fraternidad, abrir nuestros corazones y nuestras mentes.
Pavarotti también es un mito. Y fue, para mí, un querido amigo y un gran maestro. Un artista inmenso al que debo mucho, una de las voces más bellas de los últimos cien años, un faro para cualquiera que quiera acercarse al repertorio que también cantaba el Gran Luciano.
Usted ha vendido más de 100 millones de discos en todo el mundo. ¿Cree que la música nos hace mejores personas?
Estoy convencido de esto. Todo arte es un don del cielo para la promoción del espíritu. Por tanto, para la propagación del bien. La música es un lenguaje privilegiado para llegar a lo más profundo de nosotros. La buena música puede educarnos, expresar paz y fraternidad, abrir nuestros corazones y nuestras mentes.
Los antiguos romanos ya lo sabían bien. Catón Uticense, hace más de dos mil años, sugirió a los legisladores que prohibieran a los soldados escuchar música porque, en su opinión, este arte corría el riesgo de ablandar el alma y hacer así a los guerreros incapaces de luchar.
Aprendió a cantar con Franco Corelli, que jamás se compadeció de su ceguera y le advirtió que en el mundo profesional nadie lo iba a hacer. ¿Técnica, disciplina y corazón sostienen su ética del trabajo?
De niño, autodidacta, cantaba lo que más me gustaba, sin plantearme problemas de técnica. Mis estudios vocales se sistematizaron hacia los 18 años bajo la dirección de Luciano Bettarini, gracias al cual aprendí el rigor del canto.
De adulto, tuve el honor de perfeccionarme con Franco Corelli, inmenso tenor y maestro que fue para mí una especie de musa inspiradora, una de esas figuras que conducen por el camino de la emulación. Desde el punto de vista de la técnica, los consejos de Luciano Pavarotti, cuando ya estaba en mi carrera, también fueron inestimables. Mi profesión exige lo que se exige a un atleta: ejercicio diario, regularidad, disciplina. En cuanto al corazón, sin eso, todo pierde sentido.
Siempre ha hecho gala de su religiosidad –“Uno es lo que Dios quiere que seamos”– y de sus fuertes lazos familiares –uno de los momentos más gratos de su vida es cuando regresó a casa tras aprender Braille en un instituto–. ¿De qué forma han contribuido sus convicciones a su felicidad?
La fe es un elemento básico de mi existencia, un don que intento apreciar y acrecentar. Quien tiene fe mejora su vida y el mundo. Tener fe significa creer en el poder de la bondad. La propia música puede ser un instrumento de fe, como cualquier fruto del ingenio humano.
Pese a que se le considera un fenómeno que cautiva a las multitudes, la crítica especializada nunca se ha rendido a sus pies… Y eso que ha batido todos los récords. ¿Esta circunstancia ha condicionado de algún modo su carrera? ¿Siente algún resquemor por ello?
Siento el máximo respeto por las opiniones de todo el mundo. Al principio, una pequeña parte de los críticos de música clásica no entendieron –y quizá ni siquiera les gustó– la trayectoria anómala de mi carrera, y también la respuesta tan rotunda del público. Por mi parte, intento ser lo más concienzudo posible en las elecciones artísticas y la disciplina que exige mi profesión.
PAGAR UNA DEUDA. “La Fundación Andrea Bocelli lleva mi nombre: no es un frívolo ejercicio de vanidad, sino que representa el sellado de un pacto y la asunción inequívoca de una responsabilidad. Me comprometo a supervisar y garantizar la calidad y la transparencia de cada proyecto. Profesionalmente, me dedico a mi mayor pasión, la música. Al fin y al cabo, la vida ha sido muy generosa conmigo –tanto en lo profesional como en lo privado– y siento que es mi deber pagar esta deuda y devolver lo recibido. Lo que mucha gente cree que es mi principal problema en la vida, es en realidad el último. El reto no consiste en evocar una cara o una puesta de sol, sino en encontrar el camino en medio de los cientos de dificultades cotidianas que se presentan”.
Por otra parte, en la historia de todo artista hay críticas positivas y negativas, forma parte del juego. Incluso Maria Callas fue víctima de críticas feroces. Si me hubieran preocupado las críticas, habría optado por otras profesiones. Estoy sereno y acepto con gratitud todas las críticas, incluso las negativas o muy negativas, siempre que estén escritas con honestidad intelectual.
Los medios de comunicación reproducen imágenes suyas practicando windsurf, esquí, patinando o montando a caballo. Su discapacidad nunca le ha limitado en ningún aspecto. ¿Cómo lo consigue?
Es importante comprender, a nivel global, que en cierto sentido todos tenemos capacidades diferentes. Todos tenemos obstáculos que superar, limitaciones que desafiar.
Creo que la llamada discapacidad debe vivirse como una experiencia vital que puede enriquecer al ser humano. Los límites pueden convertirse en oportunidades de crecimiento. El reto es, para todos, acercarse a las maravillosas herramientas que Dios nos ha dado (y son para cada uno diferentes), acogiéndolas y permitiéndoles expresar al máximo su potencial.
En la docuserie El Viaje con Andrea Bocelli, una peregrinación espiritual a través de la Vía Francígena que habla de paz, propósito, miedo y esperanza, usted reflexiona con amigos y familiares sobre la vida. ¿Qué mensaje ha pretendido transmitir en este viaje iniciático desde la Basílica de San Pedro hasta su casa en La Toscana?
La peregrinación pretende fortalecer la fe del viajero. En nuestro caso, mi esposa Verónica y yo, que ya atesorábamos el don de una fe firme, lo concebimos como una especie de “oración en el camino”.
Se suponía que iba a ser una experiencia privada, luego se unieron amigos de TBN –Trinity Broadcasting Network–, y lo documentaron. Pero el sentido profundo del viaje permaneció intacto. Fue un homenaje a lugares de culto milenarios, un viaje por la naturaleza ante la cual uno no puede dejar de preguntarse por la creación y, por tanto, por su Creador.
Fue también una preciosa oportunidad para reflexionar sobre la necesidad de volver a esos valores universales y siempre presentes que personalmente rastreo en las enseñanzas del Evangelio.
A través de este documental ofrecemos, a quienes deseen seguirlo, nuestra experiencia de fe, recordando que todos somos peregrinos en esta tierra.
Usted ve el mundo a través de los ojos de Verónica, su mujer, que ejerce al mismo tiempo como manager. Tras dos décadas de matrimonio, ¿qué ha aportado a su vida tanto a nivel personal como profesionalmente?
Cuando, después de más de veinte años, dos personas siguen queriendo estar juntas al máximo, significa que un alma completa a la otra. El de mi mujer y yo fue un “encuentro de almas” desde el principio.
Ella es compañera, amiga, amante, mi mano derecha. Hemos luchado juntos, nos hemos enfrentado al viento con las manos abiertas. Ella fue valiente y desde el primer día se zambulló en mi vida, soportando ese viento con fuerza, con un espíritu positivo y constructivo.
A la mujer extraordinaria, a la madre de Virginia, a la que tanto me ayudó y apoyó, por mil cosas va mi gratitud. Y por encima de todas ellas, por criar también a mis dos primeros hijos, con un amor, una pasión y una determinación que ni siquiera una madre natural puede ofrecer.
“La música es un lenguaje privilegiado para llegar a lo más profundo de nosotros. La buena música puede educarnos, expresar paz y fraternidad, abrir nuestros corazones y mentes. Nos hace mejores personas”
El escritor y mítico periodista de la RAI Enzo Biagi escribió en cierta ocasión que usted “nos enseña que el cielo es azul dentro de cada uno de nosotros”. ¿Hay que mantener siempre una actitud positiva para alcanzar la plenitud y la felicidad?
La negatividad no lleva a ninguna parte, al igual que el miedo, que no es más que una niebla que puede distorsionar la realidad. Personalmente, procuro no sentir odio por nada ni por nadie, aunque me indigne el mal y la banalidad de sus motivaciones. También me indigna la presunción en la que todos corremos el peligro de caer: el orgullo que contamina los sentimientos y lleva a poner el “yo” en el lugar de “Dios”. Quien sólo piensa en sí mismo tiene una visión reductora y parcial de las cosas y se pierde la belleza de lo que le rodea. Es un miope moral que cree ganar más con el egoísmo. Pero se equivoca, porque no comprende una cosa fundamental: todos formamos parte del mismo gran organismo, que se llama humanidad.
LOS CABALLOS Y LA NATURALEZA. En primer lugar, los caballos significan libertad para mí; son los compañeros perfectos para un contacto directo y genuino con la naturaleza. Admiro su inteligencia, su destreza atlética, su capacidad para mostrar afecto, su capacidad para comprender las emociones y el estado de ánimo. Cuando era niño, mi caballo era mi bicicleta, y luego, al crecer, mi caballo fue mi motocicleta… Siempre han sido parte de mi vida. He domado caballos desde que era niño”.
A FAMILY CHRISTMAS. Let It Snow es el primer single de la edición de lujo del mágico álbum de Andrea, Matteo y Virginia Bocelli A Family Christmas, que incluye cuatro grabaciones inéditas y cinco temas adicionales. El video promocional se grabó en el parque madrileño de El Retiro durante la última visita de Andrea Bocelli donde ofreció las únicas actuaciones en este año del cantante en España.
“Lo que mucha gente piensa que es mi principal problema en la vida, en realidad es el último de mi lista”. Con esta afirmación presenta la Andrea Bocelli Foundation (ABF), señalando que “el desafío no es evocar un rostro o una puesta de sol, sino encontrar nuestro camino en medio de los cientos de dificultades diarias que se presentan (¡que la riqueza y el éxito no ayudan a disminuir!)”. ¿Por qué es importante devolver a la sociedad parte de lo que hemos recibido de ella?
Preocuparse por las personas no significa ser generoso: perseguir el bien es un acto de inteligencia, un camino que todos deberíamos percibir como la única alternativa posible. La solidaridad es esencialmente la alegría de compartir. Y sin solidaridad no hay aceptación, no hay superación de la diversidad, no hay empatía, y siempre gana el más fuerte. La vida es como un gran banquete, y en la vida, como en un banquete, se está bien si hay un mínimo para todos. Todos podemos hacer algo, cada uno según nuestras posibilidades, según los medios de que disponemos. Por ejemplo, dando a los demás algo aún más precioso que el dinero, porque no se puede comprar, a saber, parte del propio tiempo.
VIRGINIA. “Ella es nuestra princesa. Ella es el sol de la familia. No es casualidad que Virginia naciera el primer día de primavera, que es también el día en que Verónica y yo nos casamos”.
¿Qué hace la Andrea Bocelli Foundation para contribuir a la construcción de un mundo más humano, justo y sostenible?
Hasta la fecha, la fundación ha recaudado (y destinado a docenas de proyectos realizados en todo el mundo) unos 60 millones de euros. Entre sus objetivos se encuentra restablecer unas condiciones de vida dignas mediante intervenciones que van desde el acceso a la atención médica a los servicios de recuperación en situaciones de emergencia humanitaria, pasando por el suministro de artículos de primera necesidad, como agua potable.
Pero el corazón de la misión reside en la educación. Para la gran familia que es “ABF”, de hecho, el concepto de cuidado del individuo, el verdadero “empoderamiento” pasa también por el cuidado de su educación, con el uso de enfoques y herramientas innovadoras que reconocen en el arte, la música y lo digital preciosos recursos educativos.