Por Manuel Domínguez Moreno
No hay campaña electoral en Andalucía sin la inoportuna comparecencia de un político de otro territorio faltando al respeto de los andaluces. Solía pasar con los políticos catalanes, tan aficionados a cuestionar el carácter laborioso de los andaluces en comparación con ellos, y también con los políticos de Madrid que en su afán por cuestionar las recurrentes victorias socialistas en la región al sur de Despeñaperros las atribuían a la sumisión de los trabajadores de esa tierra al PER y a los subsidios, como si los andaluces fueran incapaces de distinguir entre alternativas políticas y solo fueran a las urnas atrapados por la sinrazón a perpetuar una injusticia que los somete.
Más extraña se hace la irrupción de Podemos en esta comunidad que ya se encuentra en plena campaña electoral. La líder de la formación de Pablo Iglesias en Andalucía ha afirmado que quiere dirigirse a los andaluces «de forma didáctica».
Probablemente su deformación profesional como maestra la ha animado a considerar al pueblo andaluz como un conjunto de vástagos que necesitan la ayuda de un profesor para entender su propia situación y comprender las propuestas políticas que ella les formule. Más aún excluyendo a los jóvenes trabajadores. Su objetivo, dice, es «ir a por el voto urbano, de clase media y con estudios», ¿de verdad no te interesan las jornaleras/os de los pueblos de Andalucía?, ¿piensas que la sabiduría popular no existe?, ¿crees de verdad en la «casta» suprema de los autollamados/as intelectuales?, ¿ rees que en Harvard, u otras universidades, se desarrolla más el intelecto que en el amaestramiento de la «sabiduría popular» de los pueblos de Andalucía?
Teresa Rodríguez, consciente o inconscientemente se ha puesto a la altura de Monago y de su peculiar vídeo. El extremeño, ajeno a esta campaña y aún dañado en su imagen y credibilidad por el escándalo de sus viajes a Canarias a cuenta del erario público, ha querido su dosis de protagonismo ajeno en un debate político del que debería ser un ausente sin mayor importancia. Pero no ha sido así. Siguiendo la estela de Teresa Rodríguez ha querido explicar con didactismo audiovisual y con muñequitos de colores, la deficiencias de una gestión en la Junta de Andalucía que a él, jefe del negociado extremeño, le hacen parecer más capaz y mejor gobernante.
El empeño por dibujar un estereotipo andaluz caracterizado por los toros y el flamenco para contextualizar su discurso lo han dejado en evidencia incluso entre los suyos, que le han pedido que retire el dichoso vídeo para no dañar aún más las escasas opciones del candidato popular, Juan Manuel Moreno, sacrificado en el altar del CIS la mismísima víspera del inicio de campaña.
Puestos a establecer estereotipos debería pensar Monago en Andalucía como en la cuna de Manuel de Falla, Diego Velázquez, Bartolomé Esteban Murillo o Pablo Picasso, en lo que a los trazos con pincel se refiere, mejores por cierto que los bobalicones muñequitos animados de su vídeo, y sin ir más lejos de las ocho provincias regionales podría dar relevancia a escritores como Alberti, Quiñones, Caballero Bonald, Prados, Cernuda, Bécquer, Moreno Villa, Luis Rosales, Manuel Altolaguirre o el propio Federico García Lorca, por citar unos pocos de los que a buen seguro no necesitarían ningún didactismo para comprender la naturaleza política del discurso público, saber interpretarlo y conseguir hilar conclusiones capaces de resolver sus dudas sobre el voto.
Tanto es así que Andalucía ya ha exportado políticos de mucho renombre -Cánovas incluido- a la España del XIX y del XX, como por ejemplo Felipe González, con sus luces y sus sombras, otras y otros muchos tanto de un lado como de otro, y en este siglo ha prestado a los madrileños al poeta García Montero para dar relieve, quién sabe si didáctico, a la campaña electoral de la comunidad donde está alojada la capital. No deja de ser curioso que en la autonomía más castigada por los escándalos hayan recurrido en la izquierda a dos catedráticos para sobreponerse al continuo fracaso de sus candidaturas y que precisamente sea la candidata emergente de Podemos en Andalucía la que degrade el buen entender de los andaluces aplicándose, como ha propuesto, el objetivo de ser suficientemente didáctica. No vaya a ser que no la entiendan y sigan votando socialista, como han hecho desde el inicio de la Autonomía los andaluces, muy conscientes de su voto.
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