Las catástrofes generalmente se miden en cifras. Millones en pérdidas, miles de vidas truncadas, unas cifras que siempre impresionan. El efecto más devastador de los grandes huracanes e incendios es la muerte y desaparición de personas. Hasta ahora pasaban meses o años para saber que les había pasado e identificar sus restos. Una nueva tecnología de análisis rápido de ADN agiliza la identificación de las víctimas en catástrofes masivas.
Todo indica que con la acentuación de la crisis climática, las catástrofes ambientales serán cada vez más frecuentes. Los científicos y ambientalistas lo vienen alertando. Con proyecciones en las cuales la meta de 1,5 °C luce inalcanzable. Son enormes los riesgos que corren quienes se encuentra expuestos a la furia de la naturaleza por encontrarse en condiciones vulnerables.
Ante las catástrofes sentimos más empatía ante el rostro humano de la tragedia. La madre que no encuentra al hijo, el padre que pierde a su familia, el niño que no entiende porqué sus padres no están, y los cuerpos sin vida imposibles de identificar. Millones de familias que arrastran el fantasma del familiar desaparecido o enterrado en una fosa común. Pero una nueva tecnología con rápidas pruebas de ADN promete el cierre emocional a los sobrevivientes para rehacer sus vidas.
Revolución del ADN
El descubrimiento del ADN por Friedrich Miescher en 1869 marcó el inicio de una revolución científica. Miescher identificó una sustancia en los núcleos celulares, la nucleína, que más tarde se conocería como ADN, el código fundamental de la vida. Este hallazgo abrió la puerta a su uso en la identificación forense. Permitió diferenciar entre individuos con una precisión sin precedentes.
Desde los años 80, el ADN se ha convertido en una herramienta indispensable en la ciencia forense. La introducción de la técnica de Repeticiones Cortas en Tándem (STRs) en los 90 mejoró aún más la identificación individual. Creando perfiles de ADN únicos que pueden ser comparados con muestras de familiares o restos humanos para confirmar identidades.
El tiempo para obtener resultados de una prueba de ADN varía según la calidad de la muestra y la complejidad del caso. En condiciones ideales, los resultados preliminares pueden estar disponibles en horas. Mientras que los perfiles completos pueden tardar días o semanas. La técnica STR, utilizada en pruebas de paternidad y forenses, implica amplificar segmentos específicos de ADN para crear un perfil único.
El uso del ADN en la investigación criminal ha sido revolucionario. Permite resolver casos antes imposibles. Aunque el análisis puede ser prolongado, su precisión es invaluable. En la respuesta a catástrofes, el ADN ha sido crucial desde los 90. Con técnicas que evolucionan para identificar víctimas de manera rápida y precisa, proporcionando respuestas a las familias y apoyo en la gestión de crisis.
Una mirada a la última década
En la última década, el mundo ha sido testigo de una serie de desastres naturales catastróficos. Cuyas secuelas han resonado en el corazón de nuestras comunidades. Los huracanes Sandy, María y Harvey están grabadas en la memoria colectiva, dejaron tras de sí un rastro de destrucción y pérdida humana en zonas costeras y urbanas muy vulnerables. Fenómenos potenciados por el cambio climático que no solo han remodelado el paisaje físico, también el tejido social de las poblaciones afectadas.
Las olas de calor, con temperaturas que ascienden a niveles críticos, han azotado a naciones como India, Pakistán y varios países europeos, provocando un aumento en las tasas de mortalidad y enfermedades relacionadas con el calor. Otro flagelo recurrente son las inundaciones. Han sumergido al sudeste asiático y otras regiones del mundo, desplazando a millones y borrando los medios de vida de incontables familias. En lo que va de 2024, Brasil enfrenta su propia tragedia con inundaciones devastadoras que han causado hasta ahora 75 muertes y más de 100 desapariciones.
El 2023 fue uno de los años más letales del siglo. Según la Emergency Events Database (EM-DAT) de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, el total de fallecidos por incendios forestales en el mundo superó los 250, el más mortífero registrado hasta la fecha. Entre las cuales destacan las 97 vidas y 31 personas desaparecidas que dejaron los incendios forestales de Hawái en agosto.
Miles sin identificar
Estos números, aunque alarmantes, no reflejan la totalidad del panorama, ya que muchos casos de desapariciones y personas sin identificar surgen en el contexto de situaciones individuales y no como parte de eventos masivos. En Estados Unidos, el Sistema Nacional de Personas Desaparecidas e Identificables (NamUs) ofrece una ventana a esta realidad sombría.
Hasta el año 2020, se registraron en el Centro Nacional de Información sobre Crímenes un promedio anual de 664.776 casos de personas desaparecidas. De los aproximadamente 4.400 cuerpos sin identificar recuperados cada año, cerca de 1.000 seguían sin ser identificados después de un año. Hasta 2018, las oficinas de médicos forenses y jueces de paz reportaron 11.380 restos sin identificar en sus registros.
Un hecho histórico recoge la dimensión del drama. En el atentado de las Torres Gemelas, hubo un total de 2.996 muertes. Aún hay 24 personas desaparecidas. Hasta la fecha, se han identificado los restos de 2.753 víctimas. Pero aún quedan por identificar más de 1.000 restos humanos de personas que murieron en el World Trade Center ese fatídico 11 de septiembre de 2001.
Veterana forense en Lahaina
Tras los devastadores incendios en Lahaina, Kim Gin, una veterana de la ciencia forense, tomó un vuelo con destino a Maui para aportar su experiencia a los equipos de emergencia. Su especialización en el análisis post-incendio y su dominio del análisis rápido de ADN la convierten en una invaluable aliada en situaciones de catástrofe. Luego de retirarse de la Oficina Forense del Condado de Sacramento y mudarse a Alabama, no ha dejado de prestar apoyo como consultora independiente.
Gin, quien comenzó su carrera en 2001, enfrentó uno de sus mayores retos durante el devastador Camp Fire en Butte, California. La magnitud del desastre superó cualquier experiencia previa. Con más de 150.000 hectáreas consumidas por las llamas (un área del tamaño de Chicago). La pequeña ciudad de Paradise, en el epicentro del incendio, se vio abrumada por el número de víctimas. Una situación que puso a prueba la capacidad de respuesta de Gin y su equipo. Armados con un camión frigorífico y un depósito para un centenar de cadáveres.
La realidad del Camp Fire desafió sus expectativas. Comprendió que las técnicas tradicionales de identificación, (huellas dactilares, registros dentales o prótesis), eran insuficientes ante la severidad de las quemaduras. El ADN se convirtió en la clave para reconocer a los fallecidos. Pero el proceso tradicional de análisis genético era lento y engorroso. A menudo se prolonga por meses o años. Especialmente en casos en los que los restos están muy degradados. Representa una agonía para los familiares por el retraso en la emisión de certificados de defunción y dificulta el acceso a las ayudas.
Análisis Rápido de ADN
Los avances recientes en la ciencia forense han transformado este panorama. Con una transformación radical en la última década. Especialmente en el campo de la identificación genética. Tradicionalmente, la tarea de procesar el ADN, implicaba analizar los 3.000 millones de pares de bases del genoma humano. Una labor monumental que requería la colaboración de laboratorios especializados en los que se acumulaban junto a otros estudios. Lo que genera largos retrasos.
La llegada del análisis rápido de ADN ha revolucionado la ciencia forense. Esta técnica, que se enfoca en un número reducido de regiones genómicas, acelera significativamente el tiempo de identificación. Ofrece a las familias afectadas un cierre más rápido y reduce la angustiosa espera asociada con la confirmación de la identidad de sus seres queridos.
Probado en el Camp Fire
El Camp Fire en 2018 marcó un hito en la aplicación de esta tecnología en una catástrofe de gran magnitud. Fue la primera vez que el análisis rápido de ADN se utilizó como el método principal para la identificación de víctimas. Demostró su eficacia al ayudar a identificar a 62 de las 63 víctimas, luego de que apenas pudieron hacerlo con 22 usando los métodos tradicionales. Se ha implementado en dispositivos portátiles de alta tecnología y en laboratorios con técnicas avanzadas. La Ley de ADN Rápido de 2017 amplió el uso del análisis rápido de ADN a las fuerzas de seguridad. Es cada vez más empleada por el ejército, el FBI y departamentos de policía en situaciones críticas.
Expertos en la materia, como Tiffany Roy de ForensicAid y Sarah Kerrigan de la Universidad Estatal Sam Houston, reconocen el análisis rápido de ADN como un avance significativo en la ciencia forense. El consenso general es que esta metodología ha cambiado las reglas del juego. Al permitir una identificación más eficiente en casos de muertes masivas y otras situaciones complejas.
Kim Gin, quien fue asignada a la tarea de identificar a los fallecidos tras el Camp Fire, recuerda la urgencia de encontrar una solución más rápida para las familias en espera. A pesar de la falta de familiaridad inicial con la tecnología, Gin comprobó su eficacia como una herramienta que superó sus expectativas. La “caja mágica” confirmó identificaciones previas en menos de dos horas. Lo que la convenció de su potencial.
La “caja mágica”
La promesa de ANDE Rapid DNA de procesar y obtener coincidencias en menos de dos horas parecía poco creíble al principio. Inicialmente escéptica, Gin se enfrentó a un dispositivo que desafiaba sus expectativas: un aparato compacto, apenas más grande que un microondas, capaz de procesar muestras biológicas y entregar resultados en un tiempo récord.
El dispositivo, lejos de los laboratorios convencionales con sus innumerables pasos, se centra en 27 regiones específicas del genoma, en las cuales las secuencias repetitivas son casi únicas para cada individuo. Lo que permite comparaciones directas con el ADN de familiares de posibles víctimas. Su eficiencia es tal que puede manejar múltiples pruebas simultáneamente y es operable por personal con formación básica.
Richard Selden, el visionario detrás de ANDE y pionero en la simplificación del análisis de ADN, se inspiró en la necesidad de agilizar los procesos forenses. Su objetivo era crear un dispositivo portátil y accesible. Que eliminara la tediosa manipulación manual de muestras y acelerara la obtención de resultados. El resultado fue una máquina que automatiza el proceso. Desde la preparación de la muestra hasta la generación de un perfil genético.
Una vez introducida una muestra en la caja, el ADN se une a un filtro en agua y el resto de la muestra se lava. La presión del aire impulsa el ADN purificado a una cámara de reconstitución y luego lo aplana en una lámina de menos de un milímetro de grosor, que se somete a unos 6.000 voltios de electricidad. La máquina interpreta el genoma del donante y proporciona una tabla de alelos con un gráfico que muestra los picos de cada región y sus tamaños. Los datos se comparan con muestras de posibles parientes, y la máquina informa cuando encuentra una coincidencia.
Peinar los escombros
En las secuelas de catástrofes de magnitud apocalíptica, como los devastadores incendios de Paradise y Lahaina, los escenarios son vastos y peligrosos. Las víctimas, a menudo están dispersas en extensas áreas. Pueden haber perecido en su intento de huir. Los equipos de rescate se enfrentan a la ardua tarea de peinar meticulosamente montañas de escombros. Buscan restos humanos entre los detritos calcinados que fácilmente pueden confundirse con objetos inanimados.
La labor de los antropólogos forenses es crucial. Poseen la habilidad única de distinguir entre huesos humanos y de animales. Deben identificar muestras vitales para los especialistas. Según Gin, el análisis de ADN acelerado es más efectivo cuando se combina con la pericia de estos peritos profesionales. Especialmente en incendios forestales.
“El primer paso es confirmar si es un hueso. Luego, determinar si es humano y, de ser así, a qué parte del cuerpo pertenece”, explica Robert Mann, antropólogo forense de la Universidad de Hawai. Trabajó en la identificación de restos en desastres como el 11-S y el tsunami del Océano Índico de 2004. Recuerda casos curiosos, como un supuesto hueso humano que resultó ser una réplica de plástico. “Examinamos cada hueso y diente, sin importar su tamaño o estado. Es un proceso extenso pero esencial para evitar errores y asegurar la identificación de las víctimas”, enfatiza.
Decisivos antropólogos forenses
Los antropólogos forenses juegan un papel decisivo en la selección de muestras para análisis de ADN. A Mann, el incendio de Maui le tocó de cerca. A poca distancia de su hogar. Fue asignado a Lahaina. Integrando un equipo de antropólogos de diversas universidades. Mientras algunos inspeccionaban la zona siniestrada, Mann trabajaba en la morgue, procesando las muestras recuperadas.
En la identificación de ADN post-catástrofe. Se utilizan dos tipos: el ADN nuclear y el ADN mitocondrial, ambos capaces de sobrevivir a tragedias extremas. Un estudio de 2018 reveló que la mayoría de las muestras resisten al calor intenso. “Las temperaturas y la duración de la exposición al calor influyen en la viabilidad del ADN”, explica Mann.
Destaca que, contrariamente a la creencia anterior, algunos huesos carbonizados pueden proporcionar ADN utilizable. “Es un descubrimiento reciente”, señala. Selden estima que entre el 80% y el 90% de las muestras en un incendio grave contienen ADN intacto suficiente para un análisis rápido. Las muestras más dañadas pueden requerir secuenciación más profunda.
Marcó un hito
Mann comenta que a menudo es posible determinar a simple vista si una muestra es apta para pruebas de ADN. Si está ennegrecida, es probable que sea una buena candidata. Si está calcinada y blanca como porcelana, el ADN probablemente esté destruido. En Maui, el análisis rápido de ADN agilizó el proceso, con resultados en dos horas. “Mientras examinas a la víctima, puedes obtener su identidad”, dice Mann. Desde su laboratorio, observó cómo la ciencia avanzaba a medida que el número de desaparecidos en Maui disminuía rápidamente.
En tres días, los antropólogos forenses recuperan los restos de 42 personas dentro de viviendas o edificios, 39 en exteriores, 15 en vehículos y uno en el agua. La primera identificación confirmada fue mediante huellas dactilares, cuatro días después del incendio. El equipo de ADN rápido de ANDE llegó dos días después del siniestro implementando la tecnología para analizar múltiples muestras simultáneamente. La primera identificación por ADN se logró en esa primera semana. Marcó un hito en la respuesta forense a desastres naturales.
Obstáculo inesperado
En el corazón de los centros de apoyo de Lahaina, Gin se encontraba en la primera línea. Ofreciendo, además de asistencia para las necesidades básicas, un servicio crucial: la recolección de muestras biológicas. “Incluso trasladamos un dispositivo de ADN rápido al centro para tomar muestras directamente de las familias”, relata. Esa estrategia eliminó la demora del transporte de muestras y aceleraba el proceso de identificación.
Selden, el cerebro detrás de la tecnología de ADN rápido, había anticipado que el desafío más grande sería construir el dispositivo. Un proceso que tomó doce años entre diseño y perfeccionamiento. A nivel nacional, el uso creciente de la tecnología de ADN rápido ha generado preocupaciones sobre la privacidad.
La Unión Americana de Derechos Civiles exige la regulación y una mayor supervisión para evitar el mal uso de los datos genéticos. Teme además la creación de bases de datos no reguladas que podrían carecer de las salvaguardas de privacidad de las bases de datos federales.
En Lahaina, el reto fue convencer a los familiares de las víctimas de la tragedia a participar en las pruebas. Hawai, con su historia de colonialismo y explotación, siente una justificada desconfianza hacia las pruebas de ADN. Un sentimiento especialmente fuerte entre los nativos. La ley de 1921 que les otorga acceso a los beneficios de las reparaciones en la forma de tierras en fideicomiso exige pruebas de ADN para reclamar ese derecho. Un proceso que ha dejado a muchos esperando hasta su muerte.
Reticencia histórica
Selden ha escuchado las inquietudes que rodean a las pruebas de ADN. La gente teme que los datos genéticos se utilicen en su contra. Aclara que el análisis rápido de ADN es como una huella dactilar avanzada. No revela detalles personales como apariencia, etnia, salud o comportamiento. Gin intentó explicar a las familias de las víctimas de Lahaina que su ADN «no iba a ir a ningún otro sitio». Les dijo que su muestra se destruiría dentro de la máquina de ANDE. Selden asegura que las cajas se diseñaron para hacerlo por motivos de privacidad.
Pero Gin se dio cuenta de que, a veces, esas promesas resultaban insuficientes. «Según mi experiencia, sigue habiendo un gran número de personas que no quieren ceder su ADN a una entidad gubernamental. Simplemente, no quieren». A pesar de las garantías, fue patente la significativa resistencia a entregar su ADN a entidades gubernamentales. Una reticencia sustentada en su histórica desconfianza del Gobierno. Además, explicar las pruebas de ADN y las políticas de privacidad resulta particularmente desafiante en momentos de catástrofe. Cuando las personas están traumatizadas y desplazadas. “La gente está más preocupada por sus necesidades inmediatas”, relata Gin.
Esperanza de cierre
En Lahaina, los esfuerzos de identificación alcanzaron un hito. Para el mes de octubre, los investigadores habían obtenido y analizado 215 muestras de ADN de familiares de desaparecidos. En diciembre, los análisis de ADN habían confirmado la identidad de 63 de las 101 víctimas más recientes. A pesar de que algunos restos requerirán análisis prolongados, representa un progreso significativo en comparación con las identificaciones post-11-S, donde incluso después de dos décadas, aún hay restos en proceso de identificación. El ADN es la herramienta clave para resolver esas identidades pendientes.
En la tragedia marítima de la Concepción en 2019, Kim Gin fue pieza clave en la implementación de la tecnología de ADN rápido, logrando la identificación de 34 víctimas en tan solo 10 días. Hoy, Gin asesora a equipos forenses en el manejo del sistema ANDE en desastres masivos. Enfatiza que su labor va más allá de los fallecidos: se trata de ofrecer consuelo y justicia a los seres queridos.
Los desastres naturales, impulsados por el cambio climático, continuarán desafiando a las comunidades. Robert Mann, con experiencia en identificar víctimas de conflictos y catástrofes como el tsunami del Océano Índico, sabe que determinar la identidad de los desaparecidos se volverá cada vez más complicado. La desconfianza y las teorías conspirativas ya dificultaron los esfuerzos de identificación en Maui. Un presagio de los desafíos futuros para la ciencia forense basada en el ADN.