Por Cambio16
12/3/2018
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La madre de Gabriel Cruz, Patricia Ramírez, ha pedido calma para honrar la memoria de Gabriel. La Guardia Civil investiga el móvil que pudo tener Ana Julia Quezada para cometer el crimen. «En memoria del Pescaíto», que es como llamaban al pequeño, solicita que «no se extienda la rabia». También «que no se hable de la mujer detenida, y que queden las buenas personas, las buenas acciones y la imagen de Gabriel».
Ana Julia Quezada
Las declaraciones de Ramírez las ha hecho en directo en el programa Más de Uno de la cadena Onda Cero. Así lo han han informado sus responsables en la red social Twitter. El mensaje lo ha comunicado la madre horas después de que se detuviera a Ana Julia Quezada. Se trata de la pareja del padre de Gabriel, presunta autora del crimen del menor. Hay que «dejar atrás la rabia que nos ha sembrado esta mujer», ha dicho..
En sus primeras declaraciones públicas, la madre ha agradecido «a todo el mundo su apoyo y sus mensajes de cariño. Aunque no haya habido final feliz; el pescaíto se nos va nadando hacia el cielo», ha asegurado. «Veo muchas frases de rabia» ha añadido Ramírez que ha pedido que nadie «retuitee esas cosas». El deseo de la familia es que lo que perdure de este caso es «un mar de gente todos por Gabriel y con los niños».
La madre del menor ha dicho que el padre está «destrozado». Como sugerencia ha pedido a la gente que comparta «un pescado bonito con una palabra bonita donde quiera». También que «se olviden de esa mujer que no se merece la cobertura, que no se merece que se hable de ella».
Sospechas
Con posterioridad, Ramírez ha explicado en la Cadena Cope que sospechó de que Ana Julia Quezada estaba detrás del asesinato de su hijo. No obstante, esperaba poder ablandarla y que se viniera abajo y lo soltara. «Por eso apelábamos a su conciencia en nuestras comparecencias».
También en esta cadena de radio ha añadido que su exmarido está sufriendo mucho y ha pedido que nadie dude de él. «Está destrozado, pero es muy difícil hacer la digestión de la pérdida de un hijo sabiendo que lo ha matado la persona que quieres». Ramírez ha asegurado que, aunque no sabe cómo, tendrá que volver a la normalidad, con la ayuda de la gente.
«No he sido yo»
«No he sido yo». Fueron las primeras palabras de Ana Julia Quezada tras verse acorralada. Fue este domingo al ser detenida por seis patrullas de la Guardia Civil cuando trasladaba el cuerpo del menor en el maletero de su coche. La mujer se encontraba a punto de entrar en un garaje de un bloque de pisos en La Puebla de Vícar. Una .localidad situada a unos 80 kilómetros al oeste de las Hortichuela.
La presunta asesina se habría desplazado en su utilitario hasta un pozo del que habría recuperado el cuerpo del pequeño. Algunos vecinos de la localidad explicaron a TVE que, tras cortarle el paso los agentes, la sospechosa afirmó: «No he sido yo, he cogido el coche esta mañana».
Justo después, al abrir el maletero, los investigadores hallaron el cadáver de Gabriel Cruz y ella fue detenida. Los mismos vecinos añadieron, asimismo, que fue entonces cuando Quezada afirmó: «Lo siento, te quiero, he sido yo».
Todo sucedió hacia las 13 horas. Varias personas se congregaron después a las puertas del garaje esperando acontecimientos. Los residentes de la pedanía de Las Hortichuelas confirmaban que la noticia caía como un «mazazo». En su día se mostraron sorprendidos por el hallazgo de la camiseta en la que luego se encontraron restos de ADN de la víctima.
«Nos pareció una cosa rara, porque la encontró en un sitio que estaba bien batido por gente. Nos dijimos ‘qué raro que ahora esté y seca’, y nos sorprendió que la encontrara ella. Pero nunca hay sospechas al cien por ciento», explicaron. Ana Julia Quezada Cruz era la principal sospechosa desde hace días.
Participó en batidas
Hasta su detención, Quezada había participado en las numerosas batidas para buscar a Gabriel. Publicó en su perfil de redes sociales varios mensajes. Incluso hizo declaraciones a los numerosos medios de comunicación que se desplazaron a la zona.
El 1 de marzo explicó, también a TVE, que habían enseñado al niño que gritara si se le acercaba un desconocido. «Esa misma mañana estuvimos desayunando y salió la conversación. La abuela y yo. Le dijimos: ‘Tú si ves un desconocido corre, eh, no te pares’. Y mira por donde, ese mismo día desapareció el niño», aseguró.