En un escalofriante informe, Amnistía Internacional presenta el “paisaje infernal” en que viven los uigures y otras minorías étnicas de religión musulmana en China. La ONG revela que los habitantes de la región autónoma de Xinjiang son objeto de humillaciones, torturas, persecuciones y encarcelamientos masivos.
Señala que las autoridades chinas han creado uno de los sistemas de vigilancia más sofisticados del mundo. Atado a una vasta red de centros de “transformación” mediante “la educación” en Xinjiang.
En esos “campos de internamiento”, revela AI, el uso de la tortura y otros malos tratos es sistemático. Y todos los aspectos de la vida diaria están reglamentados en un intento de inculcar por la fuerza los ideales del Partido Comunista y de una nación china laica y homogénea.
Testimonios recogidos por la ONG, indican que los ciudadanos de estas minorías son detenidos y llevados a esos centros. Permanecen frecuentemente en una celda sentados o arrodillados sin moverse. En la misma postura, en total silencio, durante la mayor parte del día. Pasado este tiempo, se les somete a un adoctrinamiento forzado, para que renieguen del islam, renuncien a hablar en su idioma. En cambio, les inculcan el chino mandarín y la propaganda comunista.
Amnistía Internacional ha documentado «un paisaje infernal distópico a una escala asombrosa», dijo Agnès Callamard, secretaria general de AI. Un infierno que empezó en 2017, con la creación de los primeros centros de «transformación mediante la educación». Desde entonces se han producido miles de detenciones arbitrarias de hombres y mujeres, que han sido internados en decenas de centros.
Asimismo precisó que “la población uigur, kazaja y de otras minorías musulmanas está sometida a crímenes lesa la humanidad. Además, de otras violaciones graves de derechos humanos que amenazan con hacer desaparecer sus identidades religiosas y culturales”.
AI arremete contra China por maltratos a uigures
En el informe de AI sobre las minorías uigures en China recuerda que desde comienzos de 2017 en Xinjiang se ha detenido “a un número enorme de hombres y mujeres de minorías étnicas predominantemente musulmanas. Cientos de miles de estas personas han sido encarceladas. Y cientos de miles más —una cifra que incluso quizás llegue al millón o lo supere— han sido enviadas a campos de internamiento”.
Todas las personas a las que Amnistía Internacional entrevistó, habían sido detenidas por poseer un cuadro de tema religioso o comunicarse con alguien del extranjero. Un funcionario que participó en arrestos masivos a finales de 2017 contó a la organización cómo la policía se llevaba a personas de sus casas sin previo aviso y las detenía sin el debido proceso.
Las personas cuentan a la ONG que fueron interrogadas primero en comisarías, donde registraron sus datos biométricos y médicos antes de trasladarlas a un campo. El interrogatorio tenía lugar a menudo en “sillas de tigre”. Unas sillas de acero con esposas para tobillos y muñecas que obligan a permanecer en dolorosas posturas. Las palizas, la privación de sueño y el hacinamiento son generalizados en las comisarías. Las personas entrevistadas dijeron que durante el interrogatorio y el traslado las mantuvieron encapuchadas y con grilletes”, cita el texto.
Se desconoce la suerte de los cientos de detenidos. Es posible que muchas sigan en los campos. A otras las han condenado a largas penas de prisión. Las estadísticas oficiales de China muestran aumentos significativos de las condenas a prisión. Y las imágenes de satélite demuestran una importante actividad de construcción de cárceles en Xinjiang desde 2017. Otras han pasado a situaciones de trabajo forzoso u obligatorio, afirma AI.
Comunidad internacional debe alzar la voz
El gobierno chino ha realizado un tremendo esfuerzo para encubrir sus violaciones del derecho internacional de los derechos humanos en Xinjiang, sostiene Amnistía Internacional. Las autoridades amenazan, detienen y maltratan a quien denuncia la situación.
Y de manera pública, China desmiente las acusaciones de AI y de otras organizaciones sobre torturas y maltratos perpetrados contra los uigures y otras minorías musulmanas.
Pekín afirma que estas cárceles son centros de formación profesional destinados a distanciar a la población del terrorismo y del separatismo. Tras numerosos atentados perpetrados contra civiles por parte de uigures. Las autoridades chinas aseguran que la situación en Xinjiang es mejor que antes en cuanto a «estabilidad, desarrollo económico y coexistencia entre personas de todas las etnias».
Agnès Callamard llama a China a «desmantelar de inmediato los campos de internamiento. Poner en libertad a las personas detenidas arbitrariamente tanto en ellos como en las cárceles». Para la secretaria general es importante que la comunidad internacional «alce su voz». «La ONU debe establecer y enviar urgentemente un mecanismo de investigación independiente para que los presuntos responsables de crímenes de derecho internacional rindan cuentas», resaltó.
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