La igualdad es una cuestión de educación y visibilidad. En el ámbito del deporte se ha avanzado mucho, pese a que en los medios de comunicación el fútbol siga copando una gran parte del tiempo dedicado a la información deportiva. La igualdad de género consiste en que se habiliten los mismos medios y se equiparen las oportunidades.
Considerada la mejor baloncestista de la historia de España y una de las mejores jugadoras del mundo, Amaya Valdemoro (Madrid, 1976) es por méritos propios una auténtica leyenda del deporte que, durante seis años consecutivos, figuró en el Top 5 de las mejores jugadoras europeas. Debutó como profesional con solo 16 años con el equipo Dorna Godella, con el que consiguió ser elegida en tercera ronda del Draft de la WNBA de 1998, siendo seleccionada por los Houston Comets, equipo con el que jugó entre 1998 y 2000.
Ha sido la cuarta máxima anotadora en la historia de los Mundiales —cuatro ha jugado— y la tercera con más puntos en un partido (39), jugadora revelación y medalla de bronce. En los Juegos Olímpicos de Atenas, donde compitió con el apellido Madariaga en homenaje a su madre, y en los de Pekín obtuvo sendos diplomas. Posee tres anillos de la WNBA, hazaña exclusiva en la historia del baloncesto español. También jugó en el CSKA de Samara, siendo nombrada Jugadora del Año de la liga rusa en 2006, ganando además el título de liga con su equipo.
En Europa, con la selección, ganó cinco medallas: tres de bronce, una de plata y el oro de Francia 2013, año de su retirada. Amaya ha formado en los mejores equipos del mundo y ha ganado cada año al menos un título. Ha recibido, entre otras distinciones, las medallas de bronce, plata y oro de la Real Orden del Mérito Deportivo.
Afirma que la igualdad en el deporte requiere que las mujeres deportistas cuenten con los mismos medios y herramientas con los que cuentan los hombres. ¿Estamos lejos de conseguirlo?
La igualdad llegará cuando tengamos los mismos medios. Es cierto que, desde la época en que yo jugaba hasta ahora, se ha avanzado muchísimo, pero todavía en muchas cuestiones seguimos estando por debajo. Creo que poco a poco todo se va igualando y, en ese sentido, vamos por el buen camino. No obstante, todavía queda un buen trecho por recorrer.
Considerada la mejor jugadora española de la historia, ¿qué obstáculos tuvo que afrontar por su condición femenina?
A ver, en realidad no es que tuviera que afrontar obstáculos propiamente dichos. Aquí diré lo mismo que en mi primera respuesta: lo que ocurría es que teníamos menos medios que los hombres y, en consecuencia, en relación a la visibilidad y el reconocimiento social, hemos tenido mucho menos que los hombres. En consecuencia, los patrocinios y las ayudas no llegaban. Insisto: creo que el deporte femenino ahora, al menos desde el año 2012 (Londres, 2012, con la celebración de unas Olimpiadas, denominadas Juegos de las Mujeres, con participación femenina en todas las delegaciones), pues ha cambiado una barbaridad.
“Ser líder no es una circunstancia que pueda elegir la persona: te eligen a ti, por eso es liderazgo. Es importantísimo que en los colegios y centros de enseñanza eduquen con valores de igualdad para que nadie se sienta superior”
Ahora, hasta las marcas son conscientes del valor de la igualdad, pero en su etapa activa, incluso la equipación actuaba contra el cuerpo femenino. ¿Cómo lo sufrió usted?
Es verdad. En la época en la que yo jugaba las marcas tenían solo equipaciones para hombres y nosotras teníamos que jugar con tallas gigantes. Todo esto ha ido evolucionando y ahora se miran con lupa estas cuestiones… es todo como más medido. En el ámbito del deporte, hoy vemos muy pocos casos en los que las equipaciones no estén adaptadas.
También aquí ha sido fundamental la visibilización: la sociedad ha influido y presionado para que esto no ocurriese, fundamentalmente porque el cuerpo de una mujer no es el mismo que el de un hombre. Todas las marcas tienen equipaciones masculinas y femeninas. Ha habido un gran salto.
Fraternidad y sororidad, ¿son dos herramientas claves para la igualdad?
Desde luego, la sororidad es clave en la lucha por conseguir la igualdad. Eso está claro.
El liderazgo femenino comienza a fraguarse desde niñas. ¿Cree que faltan referentes que inspiren y motiven?
Ser líder no es una circunstancia que pueda elegir la persona: te eligen a ti, por eso es liderazgo. Lo que sí es importantísimo es la educación, que en los colegios y centros de enseñanza te eduquen con valores de igualdad para que nadie se sienta superior. En mi época, sí que me faltaban referentes femeninos. No obstante, en la actualidad hay muchos referentes. A mí se acercan niños preguntándome por mi carrera y me piden fotos. Al final, todo reside en la educación.
¿Cómo incentivar el talento femenino cuando en muchos ámbitos sigue siendo penalizado?
Incentivar el talento es que las empresas y la sociedad en general den oportunidades a las mujeres y que demostremos nuestra valía. La igualdad finalmente llegará cuando ya no sea necesario celebrar el Día de la Mujer, que se acaben los cupos, es decir los porcentajes de un número determinado de mujeres en las empresas para cumplir los objetivos de igualdad. Poquito a poco tenemos que ir aprovechando estos avances para hacernos nuestro hueco y olvidarnos de reivindicaciones porque ya se han alcanzado. Otro asunto muy importante es que hay que invertir, invertir y dar oportunidad.
Además de la visibilidad, la diferencia salarial sigue siendo abismal en relación con los hombres. ¿Cómo salvar esta brecha?
Estoy cansada de incidir en la brecha salarial. El deporte se ha convertido en un negocio y de la misma forma que en el baloncesto masculino los jugadores no cobran los mismo que los futbolistas. El deporte femenino es minoritario. Tendrían que darnos las herramientas y la visibilidad suficiente para que la gente invierta y apueste por nosotras y paulatinamente podamos ir equiparando los sueldos. Hoy, solo el tenis se ha equiparado en los grandes torneos.
Por tanto, al final se trata de una pregunta trampa: está claro que yo no puedo pedir lo mismo que Pau Gasol porque yo no genero lo mismo y, de la misma manera, no genero lo mismo probablemente porque no he tenido las mismas posibilidades ni el mismo tipo de competición ni de liga. La comparación es compleja y no se puede hacer en esos términos. Estamos dando pasos, pero, así como yo me puedo quejar, los jugadores de baloncesto o el atleta que se pasa la vida entrenando y que va a competir en la Golden League no cobra lo mismo que un futbolista y es porque no lo genera. Estas preguntas tenemos que dejar de hacerlas.
En los medios, lo normal es dedicar al deporte masculino el tiempo de información. ¿No da la impresión de que cuando se habla de la mujer es como la excepción, algo extraordinario? ¿Qué se puede hacer desde los medios de comunicación?
Aquí ocurre exactamente lo mismo. En los medios se habla de fútbol y hay una sección polideportiva que deja muy poquito espacio a otros deportes. Nosotras estamos en la cola y solo somos noticia por el resultado y el resultado se da cuando hay victoria. ¿Qué se puede hacer?… Sois los periodistas los que tenéis que cambiar esta situación, dar visibilidad y hacer que las historias de los deportistas, no solo las victorias, lleguen al público y se genere una empatía con el deportista. Los periodistas tenéis que arriesgaros a dar mayor visibilidad, más páginas, más tiempo en televisión. Sintiéndolo mucho, hoy, salvo el fútbol, el resto de los deportes se pueden sentir discriminados, no solo el femenino.
En su caso, ha comentado en alguna ocasión que la mujer de referencia fue su madre. ¿Qué valores y principios le enseñó?
En general, los valores de la familia. Creo que hay que ser tolerantes, humildes, tener las cosas claras en cuanto a qué quieres y la vida te va enseñando con el apoyo de tu familia.
Para cambiar el mundo entiende que hay que abandonar el pensamiento pesimista y negativo y mirar a la vida con alegría. ¿Cómo lograrlo en medio de una crisis que genera tanta incertidumbre y desigualdad?
Después de todo lo que está sucediendo –la pandemia, la guerra, etc.–, todo el mundo tiene un sentimiento un poco pesimista y negativo. Y es que no podemos evitar pensar así porque llevamos dos años afrontando multitud de problemas. Lo que sí es verdad es que cuanto más positivos seamos, mejor lo llevaremos. Y en cuanto a la desigualdad de la mujer, el que la balanza siempre se incline para el lado del hombre, no debe conducirnos al pesimismo y a pensar en lo que he dejado de conseguir. Más bien al contrario, hay que incidir en lo que se ha hecho bien. Lo que hacemos nos tiene que llenar.