La industria textil es uno de los pilares de la economía de la India. Se perfila entre las primeras del mundo por su alta producción y calidad. Sin embargo, esa antigua pero expansiva actividad tiene un rasgo doloroso que la sociedad a veces elude: la alta tasa de suicidios entre los cultivadores. Un aspecto que ensombrece su pujante agricultura.
La India acumula un importante producto interior bruto que se ubica entre los cinco más grandes del globo, detrás de Estados Unidos, China, Japón y Alemania. Y aunque su economía se abre paso en la industria farmacéutica, la nanotecnología, la ingeniería de software, la biotecnología, telecomunicaciones, su principal foco sigue siendo el textil.
En paralelo al auge que supone la industria está ese rasgo que enluta su progreso. Desde 1997 hasta 2013 se quitaron la vida 250.000 cultivadores de algodón porque no pudieron asumir las deudas contraídas para la siembra y recogida. Incluso, hay versiones totalizan en 300.000 el número de suicidas.
Las razones son muchas, entre ellas, las climáticas. Grandes sequías o lluvias intensas arruinan las cosechas y se pierde el dinero invertido, la producción, el esfuerzo y las ganancias con la cuales vivir y encarar los préstamos. Además, está el compromiso de cumplir con la industria, en manos del gobierno, que espera por los cultivos para procesarlos.
Un estudio de finales de 2020 señala que el 17% de los suicidios tienen lugar en la India. Específicamente, en 2019, un total de 139.123 personas se suicidaron, según la Oficina Nacional de Informes Criminales. La tasa es alta entre los jóvenes. Un total de 48.774 fueron cometidos por personas entre los 18 y 30 años. Mientras más de 40.000 fueron agricultores de algodón.
Causas de la alta tasa de suicidios en la India
Otro documento ofrece otras cifras, menores pero igualmente alarmantes. Más de 28 agricultores y trabajadores agrícolas mueren por suicidios en la India todos los días, apunta el informe del Estado del Medio Ambiente de la India (SoE) 2021. Es publicado por Down To Earth (DTE) en asociación con el Centro para la Ciencia y el Medio Ambiente (CSE), una organización sin fines de lucro con sede en Delhi.
La Oficina Nacional de Registros Criminales guarda silencio sobre lo que conduce a los suicidios de agricultores, señaló el editor en jefe de DTE, Richard Mahapatra. Indicó que el Gobierno asoma tres probables causas: las frecuentes pérdidas de cosechas debido a los caprichos de los monzones, falta de agua asegurada y ataques de plagas y enfermedades.
“La verdadera razón detrás de estas muertes es que la agricultura se ha convertido en una profesión que genera grandes pérdidas. El mercado no paga a nuestros agricultores el precio que les corresponde”, dijo Mahapatra. Asimismo, la directora general del CSE, Sunita Narain, profundizó en cómo el agricultor indio está en desventaja con otros países.
“No obtienen el apoyo financiero para que la agricultura sea lucrativa. Al mismo tiempo, el costo de los insumos, desde las semillas hasta el agua y la mano de obra, han aumentado. Los riesgos también debido al clima extremo provocado por el cambio climático. Cuando sus cultivos se vuelven costosos, el gobierno interviene para importar alimentos más baratos. Nuestros agricultores, por tanto, sufren en ambos extremos. Es por esta razón que exigen un precio mínimo de soporte (MSP) como seguro contra la volatilidad de los precios”, apuntó.
El sistema MSP existente es defectuoso: si bien el MSP se fija para 22 cultivos, en realidad se usa solo para unos pocos (trigo y arroz, entre otros) para los cuales el gobierno tiene un sistema de adquisiciones. Los datos del gobierno revelan que casi el 70% de las transacciones de mercado para 10 cultivos seleccionados en 600 mercados mayoristas estaban por debajo del precio mínimo.
Manipulación genética y suicidios en la India
Richard Mahapatra y Sunita Narain coinciden en que el país se ha estado recuperando de una grave angustia agraria desde hace algunos años. “Los suicidios de granjeros y trabajadores agrícolas son una manifestación trágica y dolorosa de esta angustia. Es hora de que hablemos sobre el costo real de los alimentos que comemos y sobre cómo beneficiar a los agricultores que cultivan nuestros alimentos”, agregó la directora.
Sin embargo, hay otras razones que empujan a los productores del campo a quitarse la vida y se remontan a 2013. Cuando se registraron manifestaciones contra los organismos genéticamente modificados (OGM) en varias partes del mundo. Los eventos sincronizados se denominaron Marcha contra Monsanto, en referencia a la empresa de agronegocios con sede en Missouri, que ha sido pionera en la industria de la biotecnología de cultivos.
Muchos de los oponentes de los transgénicos ven a Monsanto como un Goliat malvado que está jugando con la naturaleza, aplastando a los pequeños agricultores y envenenando al mundo con «frankenfoods».
Acusan a Monsanto del uso de semillas patentadas y un comportamiento monopólico para destruir los medios de vida de los agricultores. Destaca además una acusación terrible, que a menudo se repite en las redes sociales y es el «vínculo de Monsanto con cientos de miles de suicidios de agricultores indios». Se indica que estos agricultores se suicidaron después de que las semillas de algodón Bt de Monsanto fracasaran en gran medida. Muchos decidieron beber pesticidas de Monsanto y acabaron con sus vidas.
Bt significa Bacillus thuringiensis, una bacteria natural en el suelo que tiene propiedades insecticidas y ayuda al cultivo a protegerse de los insectos. Desde entonces, ha habido acusaciones generalizadas de que la tecnología de semillas ha fallado, lo que ha provocado un menor rendimiento de los cultivos.
Esclavismo y desesperación
Vandana Shiva, Premio Nobel Alternativo de la Paz, doctora en Física y directora de la Fundación para la Investigación Científica, Tecnológica y Ecológica, considera que “los transgénicos son una nueva forma de fascismo”.
Recalcó que los transgénicos son destrucción, porque matan la biodiversidad. Y, explicó que en la India muchas empresas “venden” las bondades de los transgénicos como solución al hambre. “En la India el cultivo transgénico es algodón Bt, y éste no se puede comer”. Sin embargo, este cultivo supone el endeudamiento de muchos agricultores, que llegan incluso al suicidio: “Son 250.000 suicidios en los 10 años de producción de este cultivo”, sostuvo.
Asimismo precisó que las «semillas suicidas» de Monsanto han desencadenado un «genocidio» en las zonas rurales de la India. Advirtió la activista que “la historia ha mostrado que en lo sustancial estas industrias de alimentos transgénicos hacen prevalecer sus derechos por sobre los del agricultor.
Tampoco los acuerdos que pactan con ellos tienen cláusulas de responsabilidad, pues no hacen referencia al rendimiento de las semillas. Tampoco existe responsabilidad ecológica asociada a la introducción de genes resistentes a los herbicidas o a las plagas en sus cultivos. En definitiva, las empresas agroindustriales no se hacen responsables en caso de que las semillas no rindan como se ha prometido ni del daño ecológico que causan”.
Shiva considera que este sistema se transforma en un esquema cada vez más totalitario para la biodiversidad, que reproduce formas esclavistas de trabajo. «Esto ha llevado a la desesperación de los agricultores por la presión de las deudas. Las empresas agroquímicas y de semillas también actúan de agentes secundarios y prestamistas de dinero. Y atrapan a los agricultores pobres con la compra de semillas y pesticidas caros. Los encadenan en una infernal escalada de endeudamiento», subrayó
La propuesta salvadora
Vandana Shiva propuso la llamada Navdanya. “Es una respuesta a la tragedia del suicidio de los granjeros en la India. Suicidio que hemos tenido en los últimos quince años en los cuales se ha permitido que crezcan los monopolios de las semillas”, afirmó.
Destacó que una de las primeras cosas que Navdanya hizo fue crear bancos de semilla comunitarios. Ahora hemos creado cerca de ochenta en el área de Vidarbha, en donde hubo los peores suicidios en la India.
“En estos momentos estamos distribuyendo semillas. Hemos salvado semillas de algodones de diversas variedades y de todas las variedades de cosechas. Estamos ayudando a los granjeros a ir más allá de lo que he llamado: la monocultura de la mente. Hacer crecer solo un tipo de algodón no es prosperidad, sino endeudamiento. Le decimos a las viudas que han sido dejadas de lado: cultiven un jardín y así tienen algo para sí. Les llamamos a estos: ‘jardines de la esperanza’. Hay más de 100 jardines de la esperanza de las viudas de Vidarbha”, asentó.
«El modelo de Navdanya es una forma de ir más allá del desastre social y ecológico, resaltó la científica y Premio Nobel Alternativo de la Paz.
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