Texto: Miguel Ángel Artola @EIGArtola
Alphabet, conocida popularmente como Google, logra ganar 31.088 millones de euros en 2019, un incremento del 11,7% con respecto al año anterior.
Hay herramientas tecnológicas que forman ya parte de nuestras vidas y que difícilmente van a desaparecer en el futuro próximo. Alphabet sabe más de nosotros que incluso nosotros mismos y hace negocio con esa información. El resultado, facturaciones récord año tras año gracias principalmente a dos productos, el buscador Google y la aplicación de vídeos YouTube.
El negocio principal de la compañía estadounidense sigue siendo su potente buscador, con un volumen de ventas de 88.817 millones de euros, un 15% más que en 2018. Pero si algo ha sorprendido a los inversores es la buena marcha de YouTube con datos porcentuales incluso mejores que Google aunque con un menor volumen de beneficio. La plataforma audiovisual de Alphabet logró facturar 13.713 millones de euros, lo que supone un crecimiento anual del 35,8%.
Los inversores destacan que aunque las cifras sigan siendo muy positivas, el beneficio ha sido el de menor crecimiento en los últimos cinco años. La causa más probable del descenso hay que situarla en las inversiones que la compañía está realizando para no quedarse atrás y que tienen mucho que ver con la inteligencia artificial y la potenciación de los servicios en la nube.
A finales del mes de enero, Alphabet se convertía en la última empresa tecnológica que entraba en el selecto club de compañías tecnológicas con un billón de dólares en capitalización bursátil. Un título que sólo comparte con Apple, Microsoft y Amazon. Alphabet cuenta incluso con su propia estructura interna dedicada a la investigación ultrasecreta de tecnologías que rozan la ciencia ficción. X Development —antes Google X— es la filial encargada del desarrollo del coche sin conductor de la compañía, de nuevas fuentes revolucionarias de conseguir energía, vehículos voladores, internet por medio de globos en la estratosfera, sistemas de reparto de mercancías aéreos y autónomos o incluso unas lentes de contacto para diabéticos que les medirán constantemente sus niveles de glucosa. A todas estas líneas de investigación hay que sumar las que se mantienen en el más absoluto secreto y que tienen al Departamento de Defensa de Estados Unidos como aliado.
A vueltas con la «tasa Google»
Algunos países europeos, entre ellos España, ya se han mostrado partidarios de aplicar un impuesto a las grandes tecnológicas que operan en sus países para que tributen lo que corresponde por esos beneficios. Dejar fuera a las tecnológicas del modelo impositivo, cuando año tras año siguen siendo más decisivas en la economía, no parece tener mucho sentido. Si las presiones arancelarias de Estados Unidos no lo impiden, España espera lograr con la llamada ‘tasa Google’ —que afecta a toda compañía tecnológica con una cifra de negocios mundial superior a 750 millones de euros y con ingresos en España superiores a los tres millones— unos 968 millones de euros anuales para las arcas públicas. Francia también tiene ya aprobado el impuesto, pero ha pospuesto su aplicación por las amenazas de la Administración Trump a los productos galos. No hay duda de que estas compañías tecnológicas cada vez serán más poderosas y que los negocios de la economía digital deberán contribuir con su parte si se quiere mantener un modelo de bienestar y de protección social.
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