La búsqueda y captura de los responsables del genocidio de 1994 contra los tutsi en Ruanda ha tenido otro éxito. Aloys Ntiwiragabo fue localizado por el equipo de investigación de un medio de comunicación digital francés, después de siete meses de cuidadoso trabajo. El exmiliciano se estaría escondiendo en una ciudad en el centro-norte de Francia.
Mediapart, el diario digital francés, informó que el ex militar no iba a ser arrestado. El sistema de justicia internacional había renunciado a su enjuiciamiento.
El «General de División» Aloys Ntiwiragabo, de 71 años de edad, no solo participó en las masacres de los tutsi hace un cuarto de siglo. Sino que también, cuando era coronel hace más de dos décadas, tuvo la idea de formar la milicia terrorista FDLR, junto con Hyacinthe Rafiki, otro genocida y exministro de obras públicas.
Al menos 800.000 personas, la mayoría pertenecientes a la etnia tutsi, fueron masacradas en 100 días por extremistas de la etnia hutu en la matanza de 1994.
Extremadamente discreto
Theo Englebert, autor de la historia de Mediapart, dijo que «Ntiwiragabo es extremadamente discreto». En un segundo reportaje expresó que a los miembros del equipo les «tomó varios días de observación comprender su rutina. El enfoque no es fácil porque es muy sospechoso, incluso en el viaje de dos minutos entre su hogar y la iglesia».
Los investigadores iniciaron la búsqueda de Aloys Ntiwiragabo revisando todos los informes de las asociaciones de Ruanda fundadas en Francia. Así encontraron un primer rastro de Catherine Nikuze, su esposa, quien pisó suelo francés el 3 de marzo de 1998. El asilo lo obtuvo el 22 de septiembre de 1999.
Al año siguiente se mudó con sus dos hijos a un modesto suburbio de Orleans. Allí participó en las actividades de los extremistas en el exilio, aunque sin llamar mucho la atención. Catherine Nikuze se naturalizó en 2005 y tomó el nombre de Tibot.
Fuera del edificio en los suburbios de Orleans, donde se refugió Ntiwiragabo, solo aparece el nombre Tibot en el intercomunicador. Pero en el buzón de la pareja en el pasillo, hay tres nombres: Nikuze, Tibot y Ntiwiragabo. Englebert escribió que aún no tienen más información sobre la situación real de Ntiwiragabo en Francia. Lo que saben es que «vive en el modesto departamento de su esposa, quien se naturalizó francesa en 2005, y que tiene documentos de identidad en su nombre».
Apertura del proceso
Tras conocerse el hallazgo de Aloys Ntiwiragabo, Francia abrió una investigación sobre crímenes de lesa humanidad por parte del alto funcionario militar en el genocidio de 1994.
Ni el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, que lo había identificado como uno de los arquitectos del genocidio, ni la Interpol lo buscaban activamente. Habían retirado las órdenes de arresto hace años.
Una tras otro
La revelación del paradero de Aloys Ntiwiragabo se produjo apenas dos meses después del arresto de otro arquitecto del genocidio, Felicien Kabuga, en las afueras de París.
Kabuga, que fue uno de los hombres más ricos de Ruanda y está acusado de ser “el tesorero del genocidio”, vivía bajo una identidad falsa en los suburbios de la capital francesa.
La operación de captura del fugitivo se realizó al amanecer del sábado 16 de mayo. Era buscado por las autoridades judiciales desde hace 25 años.
Kabuga, de 84 años de edad, vivía en Asnieres-sur-Seine, al norte de París, y que se escondía con la complicidad de sus hijos. Está acusado de ser uno de los creadores y el principal financista de las temibles milicias Interahamwe, que llevaron a cabo los asesinatos masivos. También ayudó a crear la notoria Radio-Televisión Libre de las Mil Colinas, que en sus emisiones incitaba a la gente a sumarse a las masacres.
El genocidio de 1994
El 6 de abril de 1994, el avión oficial del dictador Juvénal Habyarimana fue derribado por dos misiles tierra-aire cuando se disponía a aterrizar en el aeropuerto de Kigali, la capital. Su régimen había impulsado la creación de las milicias Interahamwe y lanzado una política de criminalización de los tutsi. Pero venía de discutir en Tanzania un posible acuerdo de paz impulsado por la ONU. Murió en el atentado.
Le correspondía asumir la jefatura de Estado a Agathe Uwilingiyimana, primera ministra. Lo hizo y solo duró unas horas en el cargo. En la madrugada del 7 de abril, el coronel Théoneste Bagosora, un líder del supremacismo hutu, ordenó su asesinato.
Bagosora desplegó tropas del Ejército por toda la capital y bloqueó los accesos. Nadie podía salir ni entrar. Soldados, paramilitares y civiles armados empezaron a recorrer las calles de Kigali en busca de todos los tutsis, pero también de los hutus moderados. A cada uno que veían lo asesinaban.
Las radios difundían los nombres y las direcciones de los blancos e incentivaban a los ciudadanos a ir a matarlos. Lo mismo sucedió en el interior del país en las semanas siguientes.
En 3 meses fueron asesinadas 800.000 personas, según la ONU. El actual gobierno ruandés habla de 1.200.000. El 75% de la población tutsi fue exterminada.
El FPR, liderado por Paul Kagame, se movió tras comenzar la masacre. Fue capturando ciudades de distinta envergadura y se fue acercando a Kigali. Finalmente sus fuerza triunfaron y puso fin al genocidio y a la guerra civil el 4 de julio. Kagame, que se convirtió en un nuevo dictador y nunca más dejó el poder.
Un cuarto de siglo después, Ruanda es una nación relativamente estable. Viene de un largo período de crecimiento económico. Pero todavía se viven las secuelas de la mayor limpieza étnica en la historia moderna de África.
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