El problema de la educación en España es complejo y serio. Por donde se le mire. Desde los análisis de una u otra organización, dentro y fuera del país, las perspectivas son preocupantes. España ocupa los últimos lugares en la enseñanza y el aprendizaje en matemáticas y ciencias. Y para colmo de males, los que superan estas dificultades y obtienen un título en ingeniería, por ejemplo, terminan trabajando como meseros o emigrando por falta de oportunidades.
La advertencia la hace Alicia García Herrero, economista jefe de Asia-Pacífico para el banco corporativo Natixis y miembro del ‘consejo de sabios’ que dirige Nadia Calviño, vicepresidenta Económica del Gobierno de España. En su análisis apunta a la necesidad de contar con una economía más diversificada, productiva y competitiva. «No se puede vivir solo del turismo», asegura.
No se puede vivir solo del turismo
Los hechos le dan la razón. Y la crisis generada por el COVID-19 es un buen ejemplo. La economía de España es una de las más golpeadas en la Unión Europea o la OCDE. Las perspectivas para el corto y mediano plazo no lucen mejores. Una de las principales causas es la alta dependencia que se tiene en sectores como el turismo, uno de los más afectados y dolidos por los coletazos de la pandemia.
En una entrevista publicada en El Economista, García Herrero resalta la necesidad que tiene España de apostar por «sectores con un mayor valor añadido, investigación y desarrollo«. Es bien sabido que no se puede vivir solo del turismo, pero no basta saberlo, hay que actuar.
La especialista apunta a que es necesario ante todo «realizar una inversión muy fuerte en educación y poner unos objetivos serios para que haya un número adecuado de estudiantes de ciencias y otras carreras muy técnicas. Solo así se podrán «poner los pilares y construir una economía de elevado valor añadido que se necesita».
De no acometer estas acciones, España seguiría dependiendo de la suerte o de los vaivenes de factores externos. Se puede apostar a mantener el turismo con base en salarios bajos. Pero es una situación insostenible en el tiempo. «Siempre habrá lugares con un turismo más barato», dice.
Del mismo modo, España se ha beneficiado por el efecto colateral que suponen para su industria turística «los problemas de seguridad en el norte de África o en Turquía, pero esto no podía perdurar para siempre y ahora nos enfrentamos a la realidad».
Una necesidad urgente
La palabra clave es planificación. Alicia García Herrero subraya la necesidad de ser productivos. Y no se trata solamente de tener el talento humano -que lo hay-, sino de trabajar para aprovecharlo y potenciarlo de la mejor manera.
«Tenemos que mejorar el sistema educativo, pero no hay que esperar 20 años a que dé sus frutos, hoy ya tenemos una población bien formada que se está desaprovechando».
El turismo y la restauración son actividades necesarias, pero no son sectores productivos en términos de generación de valor. No permiten crear salarios más altos ni ser competitivos con respecto a los estados vecinos. «Los países más productivos son los que tienen mayores salarios porque producen bienes de mayor valor añadido. Poner copas en un bar no es productivo», explica.
Para dar el cambio hay fortalezas en España, pero no son suficientemente aprovechadas. El país cuenta con el capital humano para transformar la economía. «El problema es que está mal empleado porque el ingeniero está sirviendo copas o se va Alemania a trabajar«, aclara.
En este contexto, se requiere «crear una gran estrategia de inversión directa pensando en las manufacturas, para mejorar el sector productivo y atraer a los inversores que van a dar trabajo a los ingenieros y otros perfiles técnicos».
Se trata de un trabajo complejo. Queda mucho por hacer, no solo en términos educativos, sino también fiscales, por ejemplo. «Ahora mismo no somos fiscalmente competitivos, tenemos unas regulaciones a nivel autonómico muy complejas, somos complicados en general», dijo. No nombró la burocracia paquidérmica, pero mostró el retrato
El peso del turismo en el PIB
Una mayor dependencia del turismo pone a España en una situación más vulnerable ante la crisis de la pandemia. Aunque la nueva normalidad o, incluso, la llegada de la «vacuna salvadora» apunte a una reactivación del sector, su «crecimiento no se puede mantener con o sin pandemia». Aquí los números puede resultar preocupantes.
Según los datos del informe OCDE Tourism Trends and Policies 2020, el sector turístico supone de media el 4,4% del PIB, el 6,9% del empleo y el 21,5% de las exportaciones de servicios en la OCDE. Pero hay disparidades notables entre los Estados miembros.
España es, de lejos, el país cuya economía depende en mayor medida del turismo, con un peso de hasta el 11,8% del PIB y del 13,5% del empleo. No debe extrañar que sea uno de los países de la OCDE con la mayor caída del PIB desde que estalló la pandemia: un 23,3%.
Resulta además que el modelo turístico está obsoleto. La península ibérica es un destino de sol y playa, una oferta que, aunque atrae a un gran número de visitantes, no arroja grandes beneficios. También un modelo marcado por la estacionalidad. El grueso de las llegadas se concentran en verano y, con el fin de la temporada, los puestos de trabajos creados son destruidos, lo que contribuye a engrosar las cifras de desempleo y abandono escolar.
Empezar a trabajar desde ya
La advertencia de Alicia García Herrero va mucho más allá de la crisis coyuntural producto de la pandemia. Incluso con la llegada de la vacuna y un eventual fin de la propagación de la COVID-19, los problemas no habrán acabado para España.
«La realidad es que tenemos un modelo de crecimiento que es pan para hoy y hambre para mañana. La pandemia ha dejado en evidencia que tenemos un modelo productivo insostenible, quizá es lo poco positivo que podemos sacar de todo esto», subraya..
Sin embargo, reitera que en medio de este entorno difícil, España cuenta con herramientas para avanzar. «No nos tenemos que acomplejar, los españoles son buenos en lo que hacen en un ambiente de trabajo y son muy capaces». El problema es que el país no les brinda «las condiciones para trabajar en lo que se han formado. «No estamos atrayendo al tipo de empresas que generan esos puestos de trabajo de alto valor añadido», destacó
«Tenemos que abrir las puertas a la inversión extranjera de la misma forma que se las abrimos al turismo, tratar al inversor extranjero como tratamos al turista y las empresas de esos inversores contratarán al ingeniero que está poniendo copas», subrayó García Herrero. Las cartas están sobre la mesa. Falta ver si España está dispuesta a jugarlas como se debe.
Lea también: