Algunos pacientes afectados por la COVID-19 ahora deben convivir con otra secuela: la parosmia. Los médicos aseguran que se trata de un cambio en la percepción normal de los olores y sabores que afecta a quienes presentan cuadros clínicos posvirales. A esta categoría se suma el coronavirus.
Los médicos neurólogos aseguran que con la llegada del virus acuden más pacientes preocupados porque perciben olores totalmente opuestos a los reconocidos por el cerebro. Es decir, algo que normalmente te agradaba, de repente se vuelve desagradable.
Al respecto, el presidente de la Sociedad Española de Neurología, Jesús Porta, asegura que la parosmia es una condición que se presenta en pacientes con infecciones virales, entre ellas, el coronavirus. “A estos pacientes los hemos visto desde hace años, sobre todo por infecciones virales, que era lo que antes producían más anosmias, pérdida total del olfato”.
Parosmia o una tortilla con sabor a cartón
Los pacientes que padecen la parosmia comentan que su sufrimiento llegó luego de ser diagnosticados con la COVID-19. Algunos perdieron completamente dos sentidos: olfato y gusto. Otros solo el olfato.
Los afectados declaran que, pasado un mes de la recuperación del virus, algunos olores cambiaron y los percibían en todas partes. Incluso llegaron pensar que estaban locos y pedían a sus acompañantes que olieran la comida. “Me olía como a dulce, a comida fermentada”, «He dejado de usar mi colonia porque me huele fatal» y aún peor: “No soporto más que la tortilla de patata me sepa a cartón».
Los médicos neurólogos afirman que la principal pista para saber si una persona tiene COVID-19 es la pérdida del olfato y del gusto. Explican que, como el virus se propaga por partículas, ingresan al cuerpo a través de la nariz y de la boca. Luego atraviesa la placa cribiforme y alcanza el bulbo olfatorio que alberga el nervio olfativo y sus ramas. Y así es como pueden perder ambos sentidos a la vez.
COVID-19, cerebro y olfato
Porta aseguró en una entrevista a 20minutos que la parosmia “es una fase previa a la recuperación completa del sentido del olfato. Algunos logran recuperarlo rápidamente, otros no tanto, pero es mejor tener una parosmia que no oler nada».
El también neurólogo David Ezpeleta aclara que las personas no deben suponer que el virus entra en el cerebro. “No es así. Debido a que los pacientes que se enferman de la COVID-19 recuperan los sentidos perdidos, podemos decir que no es un problema neurológico. Pensamos que no afecta directamente a las neuronas sensitivas olfativas, sino indirectamente, a las células que hacen de sostén de las neuronas».
Ezpeleta insiste en que la recuperación del sentido del olfato no es inmediata, pero sí es segura. Y lo explica con un sencillo ejemplo. “Es como si se te rompe un interrumptor y el electricista te pone uno nuevo, pero el que corresponde a la luz del salón te lo pone al pasillo y el del pasillo al salón».
Al ser consultado sobre un posible tratamiento, el neurólogo asegura que existe la recuperación con una “rehabilitación olfativa. Les damos una serie de olores y tienen que intentar memorizarlos».
Pero afortunadamente para estos pacientes con parosmia, hay buenas noticias: los síntomas generalmente disminuyen con el tiempo.
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