Javier Molins
10/07/2018
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Alex Katz (Nueva York, 1927)… A mi manera. La popular canción de Frank Sinatra titulada «My way» podría resumir lo que ha sido la trayectoria artística de uno de los grandes pintores figurativos de la segunda mitad del siglo XX. Clasificar a Katz en algún movimiento artístico es algo difícil, pues se podría decir que empezó a pintar con un estilo similar al arte pop antes de que este fuera inventado.
«Algunos días dibujo, otros pinto, unos días hago pequeños bocetos, otros días hago grandes pinturas. Dedico mucho tiempo a los preparativos»…
Alex Katz es un persona que, a pesar de acabar de cumplir 90 años, está totalmente en forma. Es algo que salta a la vista cuando aparece en la galería de Timothy Taylor, en Londres. Aparece vestido con un jersey ceñido, unos pantalones a rayas y unas zapatillas deportivas. Bajo las mangas del jersey ajustado se pueden observar unos brazos musculosos que uno puede pensar que se deben a los innumerables brochazos que ha dado a lo largo de su vida a pinturas de gran formato. Sin embargo, tal y como el propio artista explica orgulloso cuando se le pregunta cómo es un día en la vida de Katz, él contesta ufano «me despierto a las siete y media de la mañana y hago 300 flexiones y 200 abdominales».
El día continúa sobre las diez ya en el estudio donde no tiene una rutina determinada: «algunos días dibujo, otros pinto, unos días hago pequeños bocetos, otros días hago grandes pinturas. Dedico mucho tiempo a los preparativos». Eso sí, es de los que piensa como Picasso quien dijo aquello de que la inspiración te tiene que sorprender trabajando, pues Alex Katz es de los que trabaja los siete días de la semana.
«Me interesa mucho el trabajo de Rubens, de Veronese, de Monet, que me parece más interesante que Picasso o Matisse».
Precisamente, cuenta que «Picasso era el artista más importante cuando yo estaba en la universidad. Quería huir de Picasso, Matisse y Miró que eran los más importantes del momento». Katz reconoce que hay dos artistas españoles que le gustaban mucho: Velázquez y Picasso. Y confiesa que empezó a pintar grandes paisajes porque Picasso no lo hacía. Algo que matiza, «no es que no lo hiciera sino que no podía. No todos los artistas pueden hacer todo».
Y es que, a diferencia de otros pintores norteamericanos, Alex Katz siempre ha sentido una gran admiración por la pintura europea. «Me interesa mucho el trabajo de Rubens, de Veronese, de Monet, que me parece más interesante que Picasso o Matisse».
«La moda es algo que determina nuestras vidas. Nadie controla la forma en que vistes. Es una necesidad social».
Alex Katz es consciente que su arte va en contra de la tendencia que impera hoy en los museos, centrada en el arte conceptual y en el arte comprometido socialmente, ante lo que es muy tajante: «es algo que no me interesa» pero que tampoco le preocupa porque, como él mismo señala, «son audiencias diferentes».
Y es que la obra de Alex Katz está poblada de retratos de mujeres glamurosas y de bellos paisajes. Retratos, paisajes, belleza son palabras que quizás han caído en desuso en el mundo del arte contemporáneo, algo que a Katz parece no importarle, pues ha llegado incluso a acercarse al mundo de la moda, todavía más denostado por ciertos sectores del mundo del arte contemporáneo que ven con muy malos ojos que un artista como Katz haya podido realizar una intervención en los escaparates de los grandes almacenes Barneys de Nueva York o que colabore con Calvin Klein. Sin embargo, el artista lo tiene muy claro: «la moda es algo que determina nuestras vidas. Nadie controla la forma en que vistes. Es una necesidad social».
«Las imágenes venían a mí a través del cine, de la televisión y de las vallas publicitarias».
Alex Katz empezó a pintar cuadros figurativos cuando estaba en pleno auge el expresionismo abstracto con artistas como Mark Rothko, Willem De Kooning o Jackson Pollock. De este último, confiesa que recibió una gran influencia, al igual de la generación posterior compuesta por Jasper Johns o Roy Lichtenstein. Precisamente, a escasos metros de la galería de Timothy Taylor, donde se produce este encuentro, tiene lugar una magnífica retrospectiva de Jasper Johns en la Royal Academy of Arts. «Jasper Johns y yo fuimos amigos al final de los años 50 pero cuando el pop art se desarrolló, nos fuimos por caminos diferentes. Él se convirtió en un referente y yo no quería ser una artista pop».
Huir de las etiquetas ha sido una constante en la trayectoria de Alex Katz. Comenzó a pintar personajes sofisticados extraídos de imágenes de la vida cotidiana mucho antes de que el pop art lo hiciera. Katz enmarcaba estas figuras en fondos neutros de colores vibrantes sin ninguna profundidad ni perspectiva, como ya hiciera Picasso a principios de siglo. El artista neoyorquino reconoce una gran influencia de los medios de comunicación en su obra: «Las imágenes venían a mí a través del cine, de la televisión y de las vallas publicitarias».
«Ada es la modelo perfecta».
Un estilo propio para cultivar dos de los géneros más clásicos de la pintura: el retrato y el paisaje. Unos retratos de personajes sofisticados de la sociedad neoyorkina, donde tiene su estudio principal, y paisajes extraídos principalmente de Maine, lugar donde pasa largas estancias.
De entre los retratos, destaca una cara muy familiar que aparece en infinidad de retratos y que ahora acaba de aparecer en la galería para unirse a su marido. Se trata de Ada, su esposa. Uno se la imagina de mayor altura y más sofisticada, como aparece en las pinturas, sin embargo la Ada real es una persona de menuda talla y muy sencilla en su carácter y forma de vestir. Ella reconoce que está cansada, pues la noche anterior han celebrado el 90 cumpleaños de Katz. En cuanto a su trabajo como modelo, la opinión de Alex Katz es rotunda. «Ada es la modelo perfecta», explica con una amplia sonrisa que acompaña muchas de sus frases.
«Trabajar seis días de la semana seis horas al día. Trabajar muy duro. Todos los artistas buenos trabajan muchas horas».
La última pregunta es obligada: cuál sería el consejo que le daría a un joven artista. «Que se trasladara a una ciudad como Nueva York, Berlín, Detroit o Los Ángeles». Llama la atención ver a Detroit entre las capitales del arte. Pero la explicación es sencilla: «es muy barata y tiene buenas escuelas de arte».
Ante todo, Alex Katz tiene clara cuál es la fórmula del éxito. «Trabajar seis días de la semana seis horas al día. Trabajar muy duro. Todos los artistas buenos trabajan muchas horas», afirma. Katz es más generoso con ese supuesto artista joven que consigo mismo, pues él trabaja siete días a la semana.