La cuarta ola del coronavirus no da tregua en Alemania. Los datos revelan que en las últimas semanas se han recrudecido los contagios, sobre todo en las escuelas. En el grupo de 10 a 14 años de edad se ha disparado la incidencia, mientras que en niños de 5 a 9 años y adolescentes de entre 15 y 19 también se encuentran muy afectados por el virus. Las cifras son más altas que en olas anteriores y esto puede deberse al amplio regreso a las escuelas en Alemania, mayor transmisión de la variante delta, más pruebas realizadas y la más baja tasa de vacunación en Europa.
Las cifras oficiales registran a 45.500 niños y adolescentes alemanes infectados. De 10 millones de personas, 87.000 están en cuarentena. En la semana anterior, hubo 23.000 casos de COVID-19 y 54.000 de cuarentena. Las escuelas están «completamente contagiadas», según las autoridades sanitarias.
El virus es tan peligroso para los niños como para los adultos. Alrededor del 1% de ellos tienen que ir al hospital a causa del coronavirus. No se sabe con exactitud cuáles son las consecuencias a largo plazo, pero varios estudios han demostrado que los niños también sufren más efectos a largo plazo de COVID-19 de lo que se suponía.
Sajonia es el foco principal en Alemania
Una de las razones principales de que los niños y adolescentes alemanes se estén infectando más que antes tiene que ver con que aún no se han vacunado. En Alemania, la vacunación contra la COVID-19 solo está permitida a partir de los 12 años, excluyendo así a un grupo etario importante. Vacunarlos podría evitar el aumento de los contagios, pero las autoridades se encuentran debatiéndolo.
Los políticos quieren evitar a toda costa el cierre generalizado de las escuelas en Alemania debido a las consecuencias negativas que esto podría traer para su aprendizaje y vida social. La posición la avalan múltiples estudios, pero la pandemia sigue desatada en los recintos escolares, especialmente en Sajonia.
Con más de 4 millones de habitantes, es el foco de la cuarta oleada en el país europeo. Tiene una incidencia acumulada de 600 personas por cada 100.000 habitantes. Además, presenta la tasa de vacunación más baja de Alemania, solo 57,5%. Más de 100 escuelas ya aplicaron medidas temporales para frenar los contagios de COVID-19. Mientras tanto, el Ministerio de Educación empieza a considerar el cierre definitivo hasta que ceda la pandemia.
Alemania debate otras restricciones sobre la vacunación
El Instituto Robert Koch (RKI) de virología registró el martes 32.048 nuevos contagios de coronavirus, 10.216 más que hace una semana, y 265 muertes frente a las 169 del martes anterior. La incidencia semanal alcanzó otro récord con 312,4 contagios por 100.000 habitantes. El número de pacientes que se encuentran en las ucis a causa de la COVID-19 alcanzó los 3.190, un 22% más que la semana anterior. Desde el comienzo de la pandemia Alemania ha registrado 5.077.124 contagios y 97.980 muertes.
Las cifras récord mantienen activa la discusión en Alemania sobre otras medidas más estrictas. Una sería la imposición obligatoria de vacunas. Hace pocos días Austria anunció que a partir de febrero aplicará esta medida. El mayor problema de varios países europeos es su baja tasa de vacunación. Alemania tiene una de las más bajas de Europa, con un 67,6 % de la población con la pauta completa y un 70,1%, la primera dosis.
El presidente Frank Walter Steinmeier ha llamado constantemente a la población a vacunarse. Por otro lado, el primer ministro bávaro, Markus Söder aseguró que «si la gente se hubiera vacunado, y en en verano pudimos vacunarnos todos, el coronavirus habría dejado de ser un problema en Alemania».
Culpan a los antivacunas y a la extrema derecha
El Gobierno asegura que hay «diversos grupos, algunos esotéricos, algunos de extrema derecha, que rechazan la vacuna». Admitió que seguirán insistiendo en la campaña de información «para vencer las resistencias».
La campaña de vacunación en Alemania está estancada. Las vacunas de refuerzo para las personas mayores y más vulnerables avanzan muy lentamente, mientras que hay un porcentaje importante de quienes se rehúsan a recibir el primer pinchazo. Según un sondeo Forsa, encargado por el ministerio de Salud, convencer a los reticentes a la vacuna no es fácil. Pese a que los estudios demuestran que es la manera más eficaz de evitar el contagio y la hospitalización y la muerte en caso de contraerla. El 65% de las personas no vacunadas entrevistadas dijeron que «en ningún caso» querían recibirla y 23% afirmó que «no estaban dispuestas».
En algunas regiones europeas, la resistencia a las vacunas se ha convertido en una causa para los movimientos nacionalistas populistas que dominaron la política del continente durante una década. Los antivacunas creen que no son eficaces ni seguras, y las ven «como una manera de ganar dinero para las compañías farmacéuticas». Asimismo, piensan que los políticos corruptos les están «arrebatando su libertad» al no permitir que asistan a restaurantes, cines u otros centros de entretenimiento.
Países como Alemania, Austria y la región de habla alemana de Suiza tienen la tasa más alta de poblaciones sin vacunar de toda Europa occidental. Los expertos lo atribuyen a que existe cierta correlación con la renuencia a vacunarse y los partidos de extrema derecha, aunque la razón principal sería la confianza que le tienen a la naturaleza. La población de habla alemana tiene más confianza en el aire puro, los productos orgánicos y los tés de hierbas que en los fármacos de laboratorios.