Por Andrés Tovar
23/03/2017
Las organizaciones internacionales están teniendo problemas para conseguir la atención del secretario de Estado estadounidense Rex Tillerson. Sólo esta semana, el Departamento de Estado se deshizo de una audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el 21 de marzo, citando razones legales y, un día antes, la misma dependencia anunció que sería no asistirá a una cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en abril debido a compromisos previos. En su lugar, confirmó que visitaría Rusia.
Estas repentinas decisiones del despacho de Tillerson de no asistir a estas reuniones internacionales ha sido descrito por expertos como «sin precedentes» y «preocupante», advirtiendo que una política de «indiferencia» hacia las organizaciones multilaterales está surgiendo como un principio clave de la política exterior de Trump lo cual, a su juicio, no sólo es un insulto a otros países, incluso es una afrenta a los principios y compromisos adquiridos por Estados Unidos.
Hasta Trump, EEUU era un habitual en la CIDH, organismo internacional que supervisa las violaciones de humanos desde Canadá a Chile. (es parte de la Organización de los Estados Americanos) y que, pesar de que no tiene el poder de obligar a los países miembros a cambiar sus políticas, es un organismo de peso en la visibilización y la atención internacional sobre las violaciones de los derechos humanos que los gobiernos nacionales se niegan a enfrentar. Este organismo había pedido a EEUU estar presente en sus últimas audiencias públicas entre el 15-22 en Washington DC. El detalle: se requería la presencia de EEUU para debatir las órdenes ejecutivas de Trump sobre la inmigración.
Un portavoz del Departamento de Estado aseguró a los periodistas en una rueda de prensa que EEUU tiene «un gran respeto» por el papel de la Comisión en la salvaguardia de los derechos humanos. Pero como algunos críticos han señalado, otros presidentes de Estados Unidos, incluyendo a George W. Bush y Barack Obama, había enviado a los funcionarios de la comisión para defender las políticas disputadas por las demandas.
La CIDH manifestó su preocupación por la no comparecencia, mientras que la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), una de las partes que se pronunciaron en contra de la prohibición de viajar de Trump durante las audiencias, fue más dura, calificando a la ausencia de EEUU «un peligroso precedente que refleja el comportamiento de regímenes autoritarios».
Y si evitar la CIDH erosiona las reservas de buena voluntad de EEUU entre sus vecinos en las Américas, pasar de la OTAN podría tener consecuencias más graves, pues enviaría el mensaje que desde hace tiempo han negado: su desinterés por las gestiones de la OTAN en favor, muchos sospechan, de Rusia.
El Departamento de Estado dijo que Tillerson podría llegar a asistir a la cumbre de la OTAN si las fechas se cambian para adaptarse a su horario.
Queda una pregunta para el debate: si EEUU llegara a estar en medio de una crisis internacional. ¿Encontraría a sus aliados europeos tradicionales menos dispuestos a respaldarlo?.