El Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León expone una extensa muestra que reúne grandes instalaciones, una selección de obras realizadas con bloques de LEGO y películas creadas por el artista y activista de origen chino durante las dos últimas décadas
El MUSAC presenta uno de los proyectos más ambiciosos realizados por Ai Weiwei. Con 1.700 metros cuadrados de exposición y 44 obras, muchas monumentales, Ai Weiwei. Don Quixote incluye trabajos realizados en los últimos 20 años de trayectoria de este creador imprescindible en el panorama artístico internacional, conocido por su capacidad de fusionar arte y activismo político.
Es la primera exposición que exhibe en profundidad su serie de cuadros realizados con ladrillos de construcción de juguete. Podrá visitarse hasta el 18 de mayo de 2025. El proyecto, comisariado por el director del MUSAC, Álvaro Rodríguez Fominaya, ha sido diseñado junto al artista en exclusiva para el museo leonés.
“LEGO, al igual que los mosaicos antiguos, los diseños textiles y de alfombras, o la impresión con tipos móviles de madera de la dinastía Song (c. 1000 d.C.), encarna una sensación de atemporalidad”.
UN RECORRIDO
Para encontrar el origen de Don Quixote es necesario retroceder hasta la infancia de Ai Weiwei. El padre del artista, el poeta Ai Quing, tuvo entre sus libros una edición de la obra maestra de Cervantes, que Ai recuerda vívidamente por su bella portada e ilustraciones y la breve introducción a la historia que su padre le hizo.
Viviendo en los desiertos remotos de Xinjiang, donde su padre había sido deportado, la extravagante pareja formada por Don Quijote y Sancho Panza despertó su imaginación infantil y le reveló que se podía concebir todo un mundo de fantasía, más allá de la doctrina maoísta que dictaba que todo se ajustase a la lógica y la racionalidad.
“Don Quixote no se ha concebido como una retrospectiva –explica Álvaro Rodríguez Fominaya–. Aun así, se abordan las temáticas centrales de su trabajo: la libertad de expresión, las crisis migratorias y la defensa de los derechos humanos. Casi todas sus grandes series están representadas en la muestra, en un arco cronológico que va desde 2008 hasta 2023”.
La exposición destaca también por sus dimensiones. Es una de las más extensas y ambiciosas del artista y disidente chino. Ha sido concebida para las salas del MUSAC, que por su tamaño permiten albergar algunas de las obras más monumentales de Ai Weiwei, imposibles de exponer en otros museos. Así Life Cycle (El ciclo de la vida), de 2018. Sus más de 20 metros de largo representan una zodiac como las utilizadas por los refugiados. En 2013,
«Yo nunca elegiría una obra maestra al azar. El cuadro debe resonar conmigo y con mi experiencia política. Siempre hay una razón deliberada»
Incluye 44 obras entre instalaciones, cuadros de ladrillos de construcción de juguete, esculturas, vídeos y películas. Ocupa unos 1.700 metros cuadrados, más devastadores cambios ambientales globales alimentan las reflexiones de Ai Weiwei sobre la relación ser humano-naturaleza y el incierto futuro de la civilización humana. Redefine, en última instancia, el equilibrio entre la vida y la muerte.
Ai Weiwei comenzó a crear obras en bambú utilizando técnicas tradicionales de fabricación de cometas como respuesta escultórica a la crisis mundial de refugiados. Life Cycle explora el motivo de los botes inflables y de baja calidad que utilizan los migrantes para llegar a Europa. La obra Olive Tree Roots (Raíces de olivo) también alude a la noción de desplazamiento y exilio.
UN ICONO DE LA DISIDENCIA CREATIVA
Ai Weiwei (Pekín, China, 1957) desarrolla una actividad diversa y prolífica en campos como la instalación escultórica, el cine, la fotografía, la cerámica, la pintura, la escritura y las redes sociales. Como artista conceptual que fusiona la artesanía tradicional con su herencia china, Ai Weiwei se mueve libremente entre diversos lenguajes formales para reflexionar sobre la situación geopolítica y sociopolítica contemporánea. Su vida y su obra interactúan sin descanso y se influyen mutuamente en una confluencia que a menudo se extiende a su activismo y a su defensa de los derechos humanos internacionales.
Ciudadano global, artista y pensador, alterna diversos modos de producción e investigación en respuesta a la dirección y el resultado de su exploración, ya sea sobre el terremoto chino de 2008 (en obras como Straight [Recto], 2008-12, y Remembering [Recordando], 2009) o sobre la difícil situación mundial de los refugiados y migrantes forzosos (en Law of the Journey [La ley del viaje] y su película documental Human Flow [Marea humana], ambas de 2017).
Desde sus primeras posturas iconoclastas con respecto a la autoridad y la historia, expresadas en Dropping a Han Dynasty Urn [Tirando al suelo una urna de la dinastía Han] y Study of Perspective [Estudio de perspectiva] —una serie de imágenes en las que hace la peineta ante centros de poder—, ambas de 1995, la producción de Ai Weiwei se amplió a la arquitectura, el arte público y la performance.
ARTESANÍA Y CREATIVIDAD CONCEPTUAL
Más allá de la preocupación por la forma o la protesta, el artista mide ahora nuestra existencia en relación con las fuerzas económicas, políticas, naturales y sociales, y combina la artesanía con la creatividad conceptual.
Algunos símbolos universales de humanidad y comunidad, como las bicicletas, las flores y los árboles, sumados a los eternos problemas de fronteras y conflictos, adquieren una fuerza renovada a través de instalaciones, esculturas, películas y fotografías, mientras sigue pronunciándose públicamente sobre las cuestiones que considera importantes.
Una de las principales figuras culturales de su generación, Ai Weiwei se ha convertido en un ejemplo de libertad de expresión tanto en China como a escala internacional.
Ha expuesto de manera individual recientemente en Design Museum, Londres (2023); Albertina Modern, Viena (2022); Museo Serralves de arte contemporáneo, Oporto (2021). Además de Royal Academy, Londres (2015); Brooklyn Museum, Nueva York (2014); Turbine Hall, Tate Modern, Londres (2010) o la documenta 12, Kassel (2007), entre muchos otros.
Entre las colaboraciones arquitectónicas, figuran el pabellón de la Serpentine Gallery de 2012 y el Estadio Olímpico de Pekín de 2008, con Herzog y de Meuron. Entre los numerosos premios y galardones recibidos, destacan el Praemium Imperiale de escultura de la Asociación Japonesa de Arte, que le fue concedido en Tokio en 2022; el galardón a la trayectoria profesional de los Premios Chinos de Arte Contemporáneo de 2008; y el nombramiento como académico honorario de la Royal Academy of Arts de Londres en 2011.
Su labor como defensor de los derechos humanos ha sido reconocida con el Premio Václav Havel a la Disidencia Creativa en 2012 y con el Premio Embajador de Conciencia de Amnistía Internacional en 2015.
Las memorias del artista, 1000 años de alegrías y penas, se publicaron en 2021, y la novela gráfica autobiográfica Zodiac: A Graphic Memoir, creada en colaboración con Elettra Stamboulis y Gianluca Costantini, se ha editado en 2024.