Por Cambio16
El discurso del odio y la demonización que se ha impuesto en muchos países del mundo, incluidos los democráticos, supone una grave amenaza para la subsistencia de los derechos humanos, alertó Amnistía Internacional (AI) en su informe anual divulgado hoy.
La organización escogió París para presentar el documento -por primera vez lo hace fuera de Londres– por la relación entre el momento que vive Francia, inmersa en un estado de emergencia tras los ataques terroristas vividos y bajo riesgo de una victoria ultraderechista en las próximas elecciones presidenciales, y el mensaje del informe este año.
«Hemos llegado al punto en que ya no quedan líneas rojas, ya no hay nada indefendible», señaló en el acto el secretario general de AI, el indio Salil Shetty.
Amnistía recuerda en su texto que la «retórica tóxica y deshumanizadora está creando un mundo más dividido y peligroso», en el que se ha debilitado peligrosamente la respuesta global a las atrocidades masivas.
Para Shetty, 2016 fue «un año en el que el uso cínico de una retórica del ‘nosotros contra ellos’ en discursos de culpa, odio y miedo adquirió prominencia global a una escala nunca vista desde la década de 1930».
La organización denunció en concreto a líderes como el húngaro Viktor Orbán, el turco Recep Tayyip Erdogan, el filipino Rodrigo Duterte o el estadounidense Donald Trump, «que dicen ser antisistema y tienen una agenda tóxica que persigue, convierte en chivos expiatorios y deshumaniza a grupos enteros de personas».
El informe documenta cómo 36 países violaron el derecho internacional al devolver ilícitamente a refugiados a países donde sus derechos humanos corrían peligro.
Amnistía mostró su preocupación por el llamado «veto musulmán» de Trump, revocado en los tribunales, contra ciudadanos de siete países de mayoría islámica, que dificulta a los demandantes de asilo buscar refugio seguro.
Asimismo, recordó que China, Egipto o Turquía lanzaron «campañas masivas de represión» y que en países europeos como Francia continúa en vigor el estado de emergencia, que limita muchas libertades fundamentales.
Por eso, y por la ausencia de liderazgo en derechos humanos, AI auguró que en 2017 «veremos agravarse las crisis en curso», así como la sustitución del multilateralismo por «un orden mundial más agresivo y belicoso».
Ese vacío ha motivado la ausencia de respuesta a las masacres en la ciudad siria de Alepo, la muerte de miles de personas en la «guerra contra las drogas» en Filipinas o el uso de armas químicas en Darfur (Sudán).
El director para Europa de esta organización de defensa de los derechos humanos, John Dalhuisen, se mostró especialmente preocupado por la adopción del discurso del odio por partidos supuestamente moderados, que adoptan la agenda de los líderes xenófobos y ultranacionalistas para competir con ellos en las urnas.
«Los objetivos en Europa son siempre los inmigrantes y los musulmanes. En la lucha contra el terrorismo vemos medidas contra la libertad de expresión y que no respetan la presunción de inocencia», subrayó Dalhuisen, que lo consideró «un presagio aterrador sobre lo que puede venir en próximos años».
Amnistía considera la identificación entre refugiados y terroristas como una de las cosas más peligrosas que dejó 2016 porque, además, no parte de ninguna evidencia.
Pese a todo, Shetty pidió «no ser fatalistas» porque el mensaje del informe también quiere dejar claro que «allá donde fracasan los líderes, la gente debe luchar contra la política de la deshumanización».
El «serio déficit de liderazgo» sólo podrá ser compensado con la movilización popular, pese a que en 2016 se registraron muertes de defensores de los derechos humanos en veintidós países.