Cuando se tiene sed el agua no tiene precio. Paradójicamente quienes pagan precios exorbitantes para beber agua, no son los más sedientos. Una tendencia reciente entre los más favorecidos es la de consumir “aguas finas”, con sus propios «sommeliers», cartas de selección y botellas coleccionables.
Aunque la Naciones Unidas consideren el acceso al agua como un derecho humano. Millones de personas en el mundo carecen de ella. La realidad es que tener “agua corriente”, es ya, en sí mismo un privilegio. Pero la palabra cobra un nuevo significado cuando nos referimos al agua de lujo que se ha puesto de moda entre los potentados del mundo. Quienes la destapan y la prueban como si fuera un buen vino.
Agua fina
El término «agua fina» no tiene una definición específica en el contexto de las aguas embotelladas de lujo. Sin embargo, se puede asociar con aguas embotelladas de alta calidad y precio elevado. Estas aguas se diferencian no solo por su sabor y color, sino también por la botella en la que se envasan. Lo que las convierte en productos de lujo y exclusivos.
El agua fina se obtiene de las rocas volcánicas en Hawaii, de icebergs que se han desprendido del deshielo de los glaciares en Noruega o de las gotas de la niebla de la mañana en Tasmania. Los más exclusivos de todos, que a menudo se envasan en vidrio para coleccionistas, pueden llegar a costar cientos de dólares cada uno. Su consumo es una la tendencia en ascenso en India, Bután y Grecia.
Atributos del agua de lujo
En abril, la elite del exquisito mundo de las aguas finas se congregó en un elegante establecimiento ateniense para el tradicional Simposio y Concurso Internacional de Cata anual de la Fine Water Society. Entre exquisitas catas se debatieron conceptos como la «virginidad» o pureza primigenia de estas finas aguas. Igualmente, se disertó sobre el «terroir» hídrico, es decir el singular territorio donde nacen. Los asistentes compararon además las características de los sólidos disueltos totales.
Las aguas de bajo contenido mineral se asemejan a la delicada lluvia. Mientras que otras como la de Vichy, surgida de termales galas y catalanas, aportan un mineral más atrevido con calcio, magnesio o potasio. En el cénit de la tendencia, renombrados restaurantes de España y EEUU maridan platos con determinadas aguas. Un corte a la brasa puede acompañarse de un agua mineral más osada. Un pescado afina su sutileza con el agua de lluvia.
Desde la India, Ganesh Iyer, surfeando la ola de la demanda de alternativas no alcohólicas de alto standing, se formó como «sommeliers» acuático y ahora es socio gerente de Veen Waters India. Embotella la cristalina agua de los Himalayas butaneses y la transporta en camión. Servida en finas garrafas de cristal, Veen se sirve principalmente en hoteles y restaurantes de lujo indios. Su costo de 6 dólares la hace comparable al sueldo diario medio indio. Está exportando 20.000 cajas mensuales (240.000 botellas). Calcula haber explotado sólo el 10% de su potencial en el país.
Más exclusivas
Las hay más exclusivas. Con precios ajustados a los bolsillos de los magnates de las tecnológicas. En promedio la botella de agua mineral comúnmente ronda entre 0,50 y un dólar. Muy distante del Acqua di Cristallo Tributo a Modigliani. Considerada el agua embotellada más cara del mundo que puede degustar desembolsando 55 mil dólares. Viene embotellada en un envase de oro macizo de 24 quilates. Contiene 750 mililitros de agua. La cual fue extraída de Fiji, Francia y un glaciar de Islandia, (según la marca).
Por supuesto, hay opciones más accesibles como Bling H20, agua embotellada en California, EE.UU. que viene en botellas con diamantes Swarovski. Por lo que cuesta 26 mil dólares. Aunque sólo se trata de una colección denominada ‘The Ten Thousand’. Las botellas deben ser solicitadas por encargo.
En EE.UU siempre se presentan opciones más diversas. Es el caso de la Beverly Hills 90H20 Diamond Edition. Es considerada como un agua premium y ganadora del World’s Best Water Award, (si, como si fuera un Whisky o un vino). Las botellas de Beverly Hills 90H20, en su versión económica suelen costar 14 dólares. Provienen del líquido presente en las montañas de Carolina del Norte. Pero si lo que quiere es lujo a su máximo nivel, la Diamond Edition viene en una botella con 600 diamantes blancos y 250 diamantes negros. Su precio: 100 mil dólares.
Con cuatro botellas
El YouTuber MrBeast, cuyo nombre real es Jimmy Donaldson, se ha vuelto viral, (más que de costumbre), porque decidió invertir parte de su fortuna construyendo 100 pozos para abastecer de agua potable a unas 500.000 personas en Camerún, Kenia, Somalia, Uganda y Zimbabwe.
En fecha reciente lanzó una recaudación de fondos para ayudar a construir más pozos. Ha recaudado más de 350.000 dólares hasta ahora. El equivalente a tres botellas de Beverly Hills 90H20 Diamond Edition y una de Acqua di Cristallo Tributo a Modigliani. Con una salvedad, cada pozo puede proporcionar hasta 10.000 litros de agua al día.
Desaconsejada por expertos
Pese a lo que digan las etiquetas y las campañas de marketing toda agua destinada al consumo humano requiere tratamiento previo. Sin importar si va en botellas exclusivas o envases plásticos comunes. Para ser apto para el organismo, debe someterse a depuración previa, sin distinciones de clases.
Investigadores de universidades de Suiza y Suecia encontraron que el agua potable, sin contaminantes y en estado natural es cada vez más escasa. En un estudio detectaron la presencia de químicos en el agua de los glaciares del Himalaya, la cordillera más alta del mundo. Contrario a lo que dicen sus promotores los expertos recomiendan evitar el consumo de agua glaciar porque puede contener partículas de roca microscópicas y hasta parásitos.
Sumemos que de acuerdo a los expertos el agua de lluvia a nivel mundial ha permitido que sustancias como perfluoroalquiladas y polifluoroalquidas estén presentes en el agua de ríos, lagos y hasta manantiales. Por lo que es muy probable que ni las botellas más caras de “Agua Fina”, enfocadas en la clase alta, escapen de esta contaminación. En conclusión, el agua fina es pura vanidad.